La capilla de Santiago -o de la ciudad- de la iglesia de La Concepción esconde una curiosidad, tal vez poco conocida, incluso, para los más fieles de la parroquia. A pesar de que en ella reposa el copatrono del municipio, Santiago Apóstol -el otro es la Cruz fundacional-, se desconoce quién fue su fundador.

Ubicada junto a la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, erigida por el capitán Bernardo Espinosa en 1747, la de Santiago, de estilo barroco y con pilares abalaustrados, tiene además en su altar las imágenes de Santa Catalina de Siena y de Santa Rosa de Lima. La primera, con una corona de espinas y un crucifijo en su mano derecha y, la segunda, con una corona de rosas.

Ambas fueron trasladadas a La Concepción desde el convento de La Consolación, cuando este cerró, según concreta el mayordomo de la Virgen del Carmen, José Arturo Navarro Riaño.

Junto a ellas, en la parte baja del altar, está ubicada, en el interior de una consola, una imagen de la Piedad, que llegó a la capital procedente de Cuba. La trajo, según apunta este experto, una familia que viajó al país caribeño y que tras regresar a la Isla decidió donarla a la iglesia.

Antes de recalar en la actual capilla, la Piedad permaneció, hasta los años 60, en la de Nuestra Señora del Rosario, desde la que pasó a la sacristía. Cuando se reabrió la parroquia tras la reforma de los años 90, fue colocada definitivamente donde permanece hoy.

El ático del altar, por su parte, está coronado por un cuadro con tres santos. Se desconoce tanto su autor como la identidad de los retratados. La obra tiene adosados varios testigos de una reparación inconclusa.

Otra de las curiosidades de la capilla de Santiago está, precisamente, en parte de la imagen del copatrono, que data del año 1797. En ella se descubrió, en una restauración que se realizó en 1997, coincidiendo con el bicentenario del ataque del almirante Horacio Nelson, que el caballo escondía detalles de pan de oro que habían sido ocultados con pintura blanca. Santiago se muestra sobre una peana de níquel que, hace años, regaló el Ayuntamiento.

Aunque ya no están, pues fueron trasladadas al Museo Militar de Almeyda, en la capilla de Santiago permanecieron también durante años, en vitrinas, dos banderas de las milicias canarias (blancas) y dos arrebatadas a las tropas inglesas, en 1797. Una de ellas era de la fragata Esmeralda; la otra, una gran bandera inglesa que estaba previsto que se colocara en el castillo principal, o de San Cristóbal, en honor a una victoria que nunca se produjo.

General Gutiérrez

Precisamente, y como un guiño de la historia a su éxito, en la capilla de Santiago está enterrado uno de los difuntos más ilustres de las capital tinerfeña: el general Antonio Gutiérrez de Otero y Santayana. La victoria que dirigió frente a las tropas del contraalmirante inglés Horacio Nelson le hicieron para siempre un hueco en la historia de la ciudad. El general Gutiérrez, que nació en Aranda de Duero (Burgos) en 1729, falleció el 14 de mayo de 1799.

No obstante, no es el único personaje de reconocida trayectoria que descansa en esta capilla. También lo hace el reconocido compositor tinerfeño, profesor del Conservatorio Nacional y organista de la Capilla Real de Madrid, Teobaldo Power, cuyos restos fueron colocados el 26 de mayo de 1923, casi cuarenta años después de su fallecimiento, que se produjo en Madrid el 16 de mayo de 1884. Nacido en 1848 en Santa Cruz de Tenerife, Power es el autor de los célebres Cantos canarios.

Al contrario que el resto de personas que están enterradas en la iglesia, sus restos están depositados en un nicho en una de las paredes laterales de la capilla.