El exalcalde de la capital José Manuel Bermúdez intentó en su primer mandato (2011-2015) regular la instalación de cantinas en los locales municipales y chocó de frente con muchas asociaciones vecinales. El Ayuntamiento trataba de prohibir la venta de alcohol, tabaco y comidas elaboradas. Sin embargo, el trecho entre lo que se pretendía y lo que finalmente se logró es aún muy largo.

En el Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana, en lo relativo a la cesión gratuita de locales e instalaciones, establece, por ejemplo, que en las cantinas de los centros ciudadanos, en general, no se puede vender ni consumir alcohol, tampoco comidas elaboradas dentro de la cantina y, mucho menos, tabaco.

Es más, la normativa municipal -provisional- fija también que queda prohibida la venta de todo tipo de productos de la cantina a las personas que no sean socias de las entidades usuarias del inmueble.

Fuentes del gobierno anterior, que formaban CC y PP, recuerdan que durante el pasado mandato se cerraron varios de estos espacios -los casos más flagrantes- y que el resto se fue regularizando. Sin embargo, ¿qué ocurre en realidad? Un dirigente vecinal, responsable de una asociación con cantina, reconoce que la ambigüedad de la normativa municipal les ha permitido seguir sobreviviendo.

Así, detalla que si bien está prohibida la venta de alcohol, la norma establece -o así lo interpretan ellos- que en casos excepcionales, previa autorización del Ayuntamiento, se podrá permitir la venta y consumo de bebidas fermentadas (vino y cerveza).

Es el caso, por ejemplo, de este colectivo, que prefiere evitar identificarse. En su cantina, cedida a otra persona -tampoco esto está permitido en el Reglamento-, solo se venden, además de refrescos y otras bebidas, vino y cerveza. Se entiende que así se cumple la ley. No obstante, también se comercializan otros productos como hamburguesas, cuya venta, en teoría, también estaría prohibida.

De cualquier forma, no es este el caso más llamativo. Según cuenta, hay otras cantinas que cuentan, incluso, con reparto a domicilio y otras que sirven comidas elaboradas como carne de cabra o carne de fiesta. Además, también las hay que ofertan, sin ningún problema, "cubatas a buen precio", que venden tabaco a escondidas y, en otras, se celebran bingos. Es decir, que según este representante, "cada uno va a escapar como puede". "Aunque esto es algo que ocurre en todos los municipios", añade.

Cabe señalar que algunas de estas asociaciones utilizan parte de los recursos de las cantinas para hacer frente a los gastos que generan las actividades que organizan o para pagar agua y luz, al no ser suficientes los recursos que reciben a través de la subvención municipal. "Nos meten actividades municipales, pero después los gastos los tenemos que pagar nosotros", recalca.

"Son demasiadas para un control estricto", reconocieron ayer fuentes del gobierno anterior. Sin embargo, según varios dirigentes vecinales, lo que pasó es que "se miró para otro lado por afinidades e intereses políticos".

Alguno de estos representantes afea, incluso, la conducta de sus compañeros. "Es verdad que la normativa es ambigua, pero hay que atender a la ética. Si estos son centros socioculturales, vender alcohol no procede. Y mucho menos en algunos barrios en el que hay cercano un problema crónico de alcoholismo", recalca este presidente vecinal.

Es más, llama la atención este dirigente sobre el hecho de que en muchas ocasiones esa venta de alcohol no es para autofinanciar a la asociación, sino que los beneficios se los lleva "directamente el que gestiona la cantina". Es decir, "un afán de lucro en un centro sin fines de lucro".

No fue posible conocer una versión del actual grupo de gobierno.