Muchas de las casas que fueron desalojadas en el barrio de La Alegría tras la gran riada del 31 de marzo de 2002 continúan ocupadas, con el consiguiente peligro que eso conlleva para sus inquilinos y sin que el Consistorio de la capital haya actuado hasta ahora para buscar una solución.

Esa es alguna de las conclusiones que dirigentes municipales, técnicos del ayuntamiento y varisos representantes vecinales extrajeron en la visita realizada hace unos días a este barrio del distrito de Anaga, uno de los más afectados por el citado temporal.

Según distintas fuentes consultadas ayer, muchas de estas construcciones que se vieron afectadas por el fuerte temporal de hace 17 años son peligrosas, por lo que urge una actuación en la zona.

Por lo pronto, la Administración local, a través de sus técnicos, va a analizar la situación de esas viviendas y conocer, entre otros aspectos, quiénes son sus propietarios para estudiar después las medidas que se puedan adoptar al respecto.

En la visita al barrio de La Alegría estuvo presente la alcaldesa de la capital, Patricia Hernández, quien mostró su preocupación, además de por las deficiencias y problemáticas propias de un barrio que ha sido construido en la ladera de una montaña, por el elevado número de solares y terrenos sin vallar y en los que se concentran grandes cantidades de suciedad y escombros, algunos de ellos desde la riada que asoló a la ciudad el 31 de marzo del año 2002.

Algunos de esos terrenos son propiedad de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, por lo que entre las actuaciones previstas está también solicitar al ente portuario la limpieza de los mismos.

Al finalizar el recorrido, Hernández dio instrucciones para establecer las vías de trabajo "a corto, medio y largo plazo" entre las concejalías competentes para dar solución a los problemas detectados.

Denunciado desde hace años

Este periódico ya alertó hace unos años de lo que venía ocurriendo en La Alegría, uno de los barrios más afectados, con las viviendas que estaban vacías tras el paso de la tormenta.

Sin embargo, y según se han quejado los vecinos del barrio en varias ocasiones, el Ayuntamiento nunca ha actuado con contundencia para poner fin a esta situación. Ahora, desde el nuevo grupo de gobierno reconocen que se trata de una intervención "compleja", pero recalcan que muchas de esas construcciones suponen un peligro para quienes las habitan.

La riada del 31-M, la más fuerte que ha azotado a la capital, afectó a más de 500 casas en diferentes barrios, auque la zonas cercanas a las laderas y con menos vías de escape para el agua fueron las más dañadas.