A quienes llevan cerca de 20 años intentando frenar su deterioro les cuesta creer que algún día se ejecute la esperada reforma. Solo la fe les hace mantener un hilo de esperanza y desear que los nuevos gobernantes se percaten de la importancia del patrimonio.

La rehabilitación del cementerio de San Rafael y San Roque, el más importante en la creación de la ciudad, deberá seguir esperando, al menos unos meses.

Aunque el anterior equipo de gobierno de Santa Cruz, que formaban CC y PP, aprobó en mayo pasado el proyecto para la rehabilitación, que contaba con un presupuesto de 588.000 euros y un plazo de ejecución de 12 meses, este aún no ha salido a licitación.

Según indicaron fuentes del actual grupo de gobierno, la intención es recuperar "en breve" la iniciativa, y tener el cementerio restaurado y abierto para visitas "cuanto antes". Por los tiempos que maneja la Administración, será para el próximo año.

"Se hizo un esfuerzo importante para sacarlo este año", reconoció ayer Juan Antonio Pinto, arquitecto redactor del proyecto. "Eso era lo que me dijeron los políticos anteriores. De hecho, me dieron prisa para los cambios que hubo que hacer", sostuvo.

La recuperación del camposanto ha tropezado con múltiples impedimentos desde que se decidió, primero por parte del Cabildo de Tenerife, su rehabilitación. Más tarde recuperaría el Consistorio la idea de asumir los trabajos. "Lo han mareado hasta la saciedad. Todo son pegas", comentó Teresa Laborda, miembro de la Asociación Parque Funerario San Rafael y San Roque.

El ganador del concurso, convocado entre 2000 y 2001, el arquitecto Juan Antonio Pinto, ha tenido que cambiar su propuesta original en varias ocasiones para adaptarla a las exigencias de la Comisión Insular de Patrimonio. Aunque, en cierta medida, se ha desvirtuado su idea, se ha mantenido fiel al proyecto por la importancia que tiene para él.

Una de las modificaciones más importantes que ha tenido que introducir tiene que ver con la pared lateral que da a la calle Fernández Navarro, para la que Pinto proponía una gran reja de hierro, abriendo así el cementerio a la calle. Los técnicos insulares rechazaron esta idea, como también desecharon la posibilidad de distinguir con gravilla blanca y zonas ajardinadas lo que fue el cementerio antiguo -pasillo principal hasta el calvario- del resto del camposanto. "Dijeron que se quedaba con tierra o con algo que imitara la tierra", dijo.

Muchos ejemplos

"Hay un montón de ejemplos de cementerios en Canarias en los que el césped convive perfectamente con las tumbas", puntualizó Pinto, quien sostuvo que nunca ha logrado entender "cómo un patrimonio Bien de Interés Cultural y que no supone una superinversión no ha salido para adelante".

"Cualquiera de los que ha estado al frente del Ayuntamiento hubiera podido ponerse la medalla de sacar este proyecto", afirmó el arquitecto, quien reconoció que le da "envidia" el cementerio de Vegueta, en Las Palmas de Gran Canaria, un camposanto que es "una maravilla" y en el que siguen enterrando a sus personas ilustres.

"Hay que hacer un esfuerzo y sacarlo adelante de una vez por todas, aunque sea con las limitaciones que están poniendo", recalcó el arquitecto.

Una de las principales críticas que han recibido las administraciones es el rechazo a inversiones privadas. Según explicó Laborda, varias personas, con familiares enterrados en el cementerio, se han ofrecido a donar su dinero, a través de la conocida como Ley de Mecenazgo, para afrontar la mejora del espacio. "A todo les dicen que no. Una vez propusimos comprar una lona para cubrir la capilla y también lo rechazaron", criticó. "Es una tomadura de pelo. En 20 años, algo podrían haber hecho, porque el cementerio está cada vez peor", añadió.

Entre los dislates que se han cometido con los años en San Rafael y San Roque, Teresa Laborda citó ayer la colocación de lápidas, con sus nombres, traídas del cementerio de Santa Lastenia. "Una auténtica vergüenza", remarcó.