La asociación de vecinos El Pescador, de San Andrés, ha retomado la reposición de las cruces del viejo cementerio del pueblo, ubicado a la entrada de la concurrida playa de Las Teresitas.

El colectivo vecinal concluyó hace unos días la recolecta de dinero con el que se sufragarán los nuevos símbolos que se van a instalar en el camposanto. En total, se recaudaron 229 euros, a través de seis huchas que se repartieron por varios rincones del pueblo marinero.

Al igual que en la anterior ocasión, las nuevas cruces serán elaboradas por el carpintero de ribera de San Andrés José Ramón Martín, que ya ha adquirido la madera de riga necesaria para este trabajo. La intención de la asociación de vecinos es que se coloquen el próximo sábado 21 de septiembre.

Durante la primera campaña, que culminó el pasado 26 de enero, el colectivo de vecinos logró reponer 18 cruces, pero quedaron muchas más sin reparar. Fue un acto muy emotivo, pues muchos de los que acudieron tienen familiares enterrados en el camposanto. En aquella ocasión, en las huchas instaladas por el pueblo se recaudaron 331 euros.

La idea, según explicaron ayer fuentes de El Pescador, es que ahora se puedan elaborar más de 20 símbolos con la madera adquirida y concluir así con las labores de reposición.

Otra cosa es, apuntaron desde la asociación de vecinos, lo que ocurra tanto con el vallado como con la reparación de la pequeña capilla del viejo camposanto.

Durante el mandato pasado, el colectivo reclamó al Consistorio de la capital tanto una como otra actuación, pero el mandato concluyó y no se llevaron a efecto. "Vamos a tener que insistir en ese asunto", comentaron las fuentes de El Pescador.

Seña de identidad

El viejo cementerio de San Andrés, una de las señas de identidad del pueblo marinero, fue construido en la década de 1890 y en él se depositaron los cadáveres de las víctimas de la epidemia de cólera morbo que afectó al pueblo marinero. Alrededor de 40 vecinos fallecieron como consecuencia de la enfermedad infecciosa.

Fue precisamente ese carácter infeccioso el que llevó a las autoridades de la época a tomar la determinación de hacer un nuevo camposanto más alejado del pueblo. Permaneció operativo hasta 1964, año en el que fue cerrado definitivamente en vísperas de la primera transformación de la playa.

Aunque se ha rechazado la posibilidad de que formara parte de los bienes de interés cultural del Gobierno de Canarias, sí está dentro del catálogo arquitectónico municipal con una protección de grado ambiental nivel 1.