El Parque Rural de Anaga se encuentra entre los municipios de Santa Cruz de Tenerife (Taganana, Taborno, Afur, Roque Negro, Chamorga, La Cumbrilla, Lomo de las Bodegas, Almaciga, Casas de la Cumbre, Catalanes, Benijo, El Draguillo y Las Palmas), con un 76% de la superficie protegida; San Cristóbal de La Laguna (Las Carboneras, Los Batanes, Chinamada, Bejía y El Río-Cabeza de Toro), con un 16,6% de la superficie protegida; y Tegueste, con un 6,5 % de la superficie protegida.

Ubicado en el Macizo de Anaga, fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, el 9 de junio de 2015, por ser el lugar de Europa que cuenta con mayor cantidad de endemismos. Ya había sido declarado Parque Natural en 1987 y reclasificado como Parque Rural en 1994, por la Ley de Espacios Naturales de Canarias.

Cuenta con 48.727 hectáreas, con una antigüedad estimada entre 7 y 9 millones de años, por lo que esta reliquia viva de la era terciaria configura un paisaje rural, armónico y de gran belleza, además de poseer un gran valor cultural, ya que conserva asentamientos humanos al haber sido utilizado como lugar de habitación y pastoreo de los aborígenes.

El Parque Rural de Anaga está considerado el lugar con más biodiversidad de Europa, pues la flora varía desde el nivel del mar hasta la cumbre, donde encontramos cardones y tabaibas en las zona de costa; sabinas, dragos y palmeras en las medianías; complementados por un bosque subtropical de laurisilva, con importantes representaciones de laureles, viñáticos, barbusanos, tilos, brezos, acebiños y hayas.

Este lugar también ha sido declarado zona de especial protección para las aves, pues aquí buscan cobijo y anidan los dos importantes endemismos de palomas rabiche y torcáz; además de guirres, milanos, pinzones, herrerillos comunes, etc.

Su posición geográfica y la altitud de sus cumbres, logran que sea uno de los sectores de mayor pluviosidad de la Isla, de ahí que las corrientes semipermeables de agua que siguen el curso de los barrancos sean especialmente numerosas tras las lluvias. Existen evidencias que estas corrientes de agua duraban todo el año, al menos en forma de pequeñas correntías.

El bosque basa su subsistencia en las brumas provenientes de los vientos alisios, cargados de humedad -mar de nubes-, en los que las hojas actúan como esponjas -lluvia horizontal-, atrapando el agua que empapa el suelo y recarga los acuíferos -galerías-. No ha llovido, pero el resultado final es el mismo.

Asegurada el agua, la actividad del monte produce una gran biomasa, logrando que debajo de cada hoja, de cada piedra, de cada tronco podrido, exista un mundo oculto en el que la actividad de cada especie es esencial para conseguir el equilibrio biológico. Como su exuberante vegetación hace difícil que penetren los rayos del Sol, en el suelo se forman musgos, líquenes, helechos, jibalgeras, etc.

Cada lugar del Parque tiene sus características especiales y un ambiente diferente; unos, como brechas abiertas para sorprender los secretos del bosque y la virginidad de la selva; otros, como remansos de paz y de silencio, con sus grutas revestidas de helechos, o sus manantiales fluyendo entre sombríos túneles de fayal-brezal o cascadas.

De estos emblemáticos lugares citaremos el Llano de los Viejos, primera zona recreativa de la Isla; el Lomo Alto o mirador de Jardina, desde donde se observa una bella panorámica de todo el Valle de Las Mercedes; la Cruz del Carmen, situada en un claro de la cumbre, donde en su Centro de Visitantes se exponen las características del Parque Rural de Anaga; el Pico del Inglés, con un mirador que abarca una perspectiva de 360º, permitiendo divisar el grandioso paisaje de todo el Parque, Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, la dorsal de la Esperanza, y el volcán Teide. Así como las distintas rutas de senderos, como la denominada "Sendero de los Sentidos", una extraordinaria obra medio ambiental utilizada para personas con discapacidad motora o sensorial.

El Macizo de Anaga ha sido elogiado por los viajeros ilustres, como Sabino Berthelot, naturalista e historiador francés que en su obraMisceláneas Canariasnos hace una perfecta descripción del ambiente, colores y sensaciones que ofrece"el bosque de laurel de Tenerife".

Hasta principios del siglo XX, la madera de sus bosques se utilizaba en la construcción de viviendas; fabricación de barcos, carretas, carros, corsas y parihuelas; confección de muebles, aperos de labranza, atarjeas para conducir el agua; horquetas para apuntalar las piñas de las plataneras, elevar las tomateras y los viñedos; etc.

También, las necesidades económicas de la posguerra, en la que apenas había combustible para encender los fogones de las casas, daría lugar a que se llevaran a cabo cortes clandestinos de leña para la producción de carbón, amparándose en la oscuridad de la noche y lejos de los caminos y veredas; por ello, interminables filas de mujeres llegaban a Santa Cruz cargadas con haces de leña a la cabeza, mientras que los hombres las transportaban en carritos de madera, movidos con ruedas sacadas de los juegos de bolas de los automóviles (rodillos).

Ante esta situación, los Guardas Forestales solían hacer la vista gorda, a sabiendas de los problemas económicos existentes en los hogares tinerfeños, pero la Guardia Civil, más severa en el cumplimiento de las ordenanzas, llevaría a cabo muchas detenciones y denuncias.

Estos abusos, darían lugar a que en 1992 el Cabildo de Tenerife se hiciera cargo del control y vigilancia del Monte, logrando impedir que la acción humana siguiera mermando y dañando el rico patrimonio forestal.