El Cabildo Insular de Tenerife, constituido por la Ley de Cabildos de 11 de julio de 1912, celebró su sesión inaugural en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, el 16 de marzo de 1913.

Su primera Sede la establecerían en la Diputación Provincial, en el edificio Santa Cecilia (actual Parlamento), hasta que en 1914 se trasladaron a una casa situada en la confluencia de la Rambla 25 de Julio con la calle Numancia. Varios meses más tarde se instalaron en una vivienda de la calle Castillo, esquina Juan Padrón, ocupando también la recién construida casa Alonso, situada enfrente; instalaciones que tuvieron que abandonar de la noche a la mañana, en 1940, cuando su Presidente, Francisco La Roche, se enteró que el Capitán General Serrador pretendía ocupar el edificio que acababan de construir, para instalar oficinas militares.

Sería en 1934, cuando el presidente del Cabildo Insular, Maximino Acea Perdomo, le encargó al arquitecto de la Institución, José Enrique Marrero Regalado, que redactara un proyecto de edificio para el Cabildo Insular, a levantar en los terrenos que habían adquirido frente a la Avenida Marítima de Santa Cruz de Tenerife, en la explanada resultante del derribo del Castillo de San Cristóbal y la Comandancia de Marina, y haber rellenado el espacio que ocupaba la caleta de la Aduana, también conocida con la caleta de Blas Díaz. La obra se llevaría a cabo entre los años 1935 y 1940.

El arquitecto presentó una propuesta cuyo impacto visual hoy hubiera resultado espectacular, pues la fachada del edificio que miraba al mar la concebía como una colosal puerta de la ciudad; sin embargo, al aprobarse el proyecto de ordenación de la zona, que contenía la apertura de una nueva vía (Bravo Murillo), entre la Avda. Marítima y la calle General Gutiérrez, se truncaría su primera intención, obligándolo a emplazarlo en sentido longitudinal de Norte a Sur, a lo largo de la Avenida.

Esta nueva disposición daría lugar a que la fachada principal la situara mirando a la Plaza, colocando allí su triple puerta de entrada, cobijada por un atrio adovelado de cinco huecos frontales, sobre un pórtico con siete arcos, y se estructuran cuerpos a base de columnas de orden toscano, separadas por ventanas que dan paso al arquitrabe y al friso, acabando en varios vanos y en la cornisa, en la que se lee Cabildo de Tenerife, se encuentra el emblema heráldico de la Corporación, y el apellido del arquitecto de la obra, "Marrero".

La composición, común a todas las fachadas del edificio, se concreta en un gran basamento que abarca en altura la planta baja, sobre el que se dispone el cuerpo principal, dominado por el orden monumental con su rotundo entablamento, que salva tres plantas y un ático superior, rematado por un antepecho abalaustrado.

Las esquinas del edificio están rematadas por sendos torreones, calados con composición tronco piramidal escalonada, a excepción de la que forma la plaza con la avenida, donde la torre señala de forma inequívoca su presencia al exterior (mar) y al interior (ciudad), con iluminación nocturna a modo de faro.

El reloj de la torre fue fabricado en Burgos en 1951, y tiene la peculiaridad que se sincroniza de forma constante, debido a los contrates de temperatura y la cercanía del mar. De sus siete campanas de bronce, la mayor la utiliza para dar las horas, mientras que las otras seis, más pequeñas, sirven de carrillón a la melodía del Tajaraste cuando da los cuartos de hora.

En las otras dos fachadas laterales, una presidida por una doble puerta (Bravo Murillo) y la otra por una puerta sencilla (Avenida Marítima), sobre las cornisas de remate encontramos volutas enroscadas hacia adentro, así como el macizado y resaltado del elemento central de la balaustrada de coronación, con la presencia de varios escudos diseñados con exquisitez.

Al principio (1940), algunas de sus dependencias fueron alquiladas a diferentes Entidades: Gobierno Civil, Correos, Jefatura de Obras Públicas, Sección Agronómica y Jefatura de Montes, e incluso fue residencia del Obispo en Santa Cruz, y los últimos inquilinos que ocuparon la planta baja fueron las oficinas de la compañía Iberia, la Delegación de Hacienda, el Museo Arqueológico de Tenerife, una Exposición de Artesanía, y la Oficina de Información turística.

Por su valor arquitectónico, técnico, artístico y social, y por considerarlo uno de los edificios más emblemáticos de Santa Cruz e icono del Archipiélago, el Gobierno de Canarias le otorgó el título de Bien de Interés Cultural, en la Categoría de Monumento, el 14 de agosto de 2009.

Esta protección se complementa con los murales del pintor José Aguiar García, que recubren las paredes del Salón Noble, con escenas que evocan las tareas y costumbres de los antiguos pobladores del Archipiélago, declarados Bien de Interés Cultural en 2011.

Al igual que los tres paños de vidrieras policromadas, fabricadas por la empresa Maumejean, de Alcalá de Henares (Madrid), que presiden la marmórea escalera imperial de acceso a las dependencias de la Corporación, y que representan escenas cotidianas de la cultura de Tenerife, declarados Bien Mueble en 2002.