No importan la hora ni el lugar; la inquietud y las ganas pueden con la espera. Ayer, por ejemplo, el Valle de Güímar escenificó lo que cada año se ve más: casi media tarde del 23 de junio y comienzan las hogueras. Candelaria, Arafo y Güímar era ya un espectáculo sin caer el sol, con una humareda enorme al fondo, en territorio de Arico, donde el fuego parecía quemar algo más que madera y cartón. Lo que importa es pasarlo bien, para la mayoría; el salto purificador, para los creyentes y los atrevidos; dejar atrás nueve meses, para los estudiantes que queman libros y libretas. La noche llega igual, pero con la luz de grandes llamas.

Cada año se percibe más la concienciación ciudadana acerca del respeto al entorno. Las playas, antaño espacio preferido para celebrar la víspera de San Juan con una hoguera enorme cuyo propósito final estaba vinculado a la seguridad, hoy son lugares en los que la actividad está prohibida. O casi, porque se la reservan los ayuntamientos que aún mantienen la quema de esta fiesta.

Es el caso de Güímar, que acotó una franja en El Cabezo (El Puertito) y en El Socorro, donde prendió la hoguera oficial; o en el caso de Granadilla de Abona, con tres grandes fuegos: la playa central y La Jaquita, en El Médano, y Los Abrigos; o la de la playa de Los Cristianos (Arona); o en Playa Jardín, en Puerto de la Cruz, punto de referencia de gran parte de la comarca y hasta de la Isla. Aquí, una batucada y al habitual espectáculo piromusical acompañaron las actuaciones de Macaco, una de las formaciones musicales más importantes de España, y de Mestisay. La noche terminó con el habitual encendido de las hogueras en la playa de Punta Brava. Ese aire de fiesta programada gana adeptos según pasan los años.

En medio, cada municipio y casi cada barrio olía anoche a madera.

La capital, Santa Cruz de Tenerife, fue un ejemplo del interés que sigue despertando entre la población las hogueras de San Juan. En el caso del Suroeste, la atención fue mayor porque el fuego se descontroló ligeramente. Protección Civil se bastó para resolver este amago.

Algo más complicado estuvo el caso en la playa de Las Teresitas, donde una mujer sufrió quemaduras que fueron valoradas por el puesto de atención y socorro de Cruz Roja y Protección Civil, siendo necesaria su derivación al Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria (HUNSC). El caso es que allí no debía haber hoguera. Este año había prohibición. Pero sí, algún atrevido la hizo. Eso sí, se registró una gran afluencia de gente durante el día y a vivir el botellón y los tradicionales baños de la noche de San Juan.

Los incidentes más relevantes registrados y que requirieron la intervención de los servicios públicos de seguridad se ciñeron a una hoguera descontrolada en el acceso a Candelaria, otro fuego motivado por una acumulación de basura en el Polígono Industrial La Campana, en el municipio de El Rosario, y otra hoguera descontrolada cerca del Centro Comercial Yumbo.

El baño de cabras

Hoy, festividad de San Juan Bautista, desde primera hora de la mañana los rebaños, guiados por los cabreros desfilarán una vez más por los barrancos hasta llegar a la costa de Puerto de la Cruz, para llevar a cabo en el muelle pesquero el rito de purificación y limpieza de los animales, como tradicionalmente lo hicieron sus antepasados: el conocido como baño de las cabras. Esta cita concluirá con las distintas actividades programadas por la Asociación Cultural Amigos del Baño de las Cabras.

Enramado de los chorros

Flores, frutas y verduras emplean los portuenses para una tradición que rememora la importancia del agua y de las fuentes: el enrame de los chorros. Un elemento más para festejar el solsticio de verano en la ciudad norteña. El sábado comenzó el enramado de los chorros de agua públicos y concluyó ayer por la mañana. Un ejemplo de laboriosidad, esfuerzo e imaginación para engalanar el lugar.