El número de beneciarios del Banco de Alimentos en Santa Cruz de Tenerife se ha reducido en torno a un 23% desde el año 2013 hasta diciembre de 2018. Así lo constatan los datos que, anualmente, envía esta institución al Instituto Municipal de Atención Social (IMAS), con el que mantiene desde hace años una estrecha colaboración.

De las 13.311 personas que, en 2013, recibían ayudas en forma de alimentos por parte del Banco de Alimento se ha pasado a 10.258, un descenso que el presidente de esta entidad, Hernán Cerón, atribuye a varias causas, aunque reconoce que "es difícil" valorarlas.

Entre ellas figura, como es lógico, una cierta mejora en la situación económica, pero también otras como la no inscripción en algunos de los programas puestos en marcha por la institución, el propio y el del FEGA.

"A veces, en los listados que tiene cada ONG rechazamos algunas derivaciones de las UTS porque no las renuevan a tiempo", explica Cerón, quien también detalla que, en otras ocasiones, "los servicios sociales no remiten la derivación porque la persona o familia en cuestión no reúne los requisitos exigidos para poder tener derecho a recibir alimentos".

Con el paso de los años, los kilogramos de comida entregados por el Banco de Alimentos al centenar de ONG que operan en Santa Cruz han aumentado hasta los 970.293, lo que supone que hace seis años se donaban alrededor de 128,45 kilos anuales por persona.

A finales de 2018, sin embargo, la media anual por individuo era de 261,28. Es decir, que una familia de cuatro miembros recibía una cantidad superior a los 1.000 kilos de comida cada ejercicio.

¿Se daba antes comida a quien no lo necesitaba? "Se podría pensar eso, pero no me atrevo a decirlo. Lo que no había es el control que existe ahora, porque ahora es un profesional cualificado el que determina, a través de un informe social, que una familia necesita o no ayuda alimentaria", comenta Hernán Cerón.

"En general, si hablamos de personas que están en el umbral de la pobreza son muchas, pues todavía no bajamos del 40%, pero una persona necesitada no necesariamente tiene que estar dentro de este cómputo", puntualiza. "Hay gente que siempre ha tenido un buen nivel económico y con la problemática actual para encontrar un buen trabajo puede pasar a necesitada, pero no estar en el umbral de la pobreza", añade. "Y ese es el criterio de las trabajadoras sociales, no el nuestro", señala.

En este sentido, el presidente del Bancoteide reconoce que ahora existe una "garantía mayor" de que quien recibe la ayuda la necesita. "Y, además, nosotros hacemos un control y una inspección cuando se entregan los alimentos", subraya. Esto no solo se hace en la capital, sino que se extiende a todos aquellos puntos de la Isla en los que el Banco de Alimentos hace llegar sus recursos.

"Somos voluntarios y hacemos este trabajo, de bastantes horas, para ayudar a la gente necesitada. Y antes eso quedaba en manos de los presidentes o de cada una de las asociaciones benéficas. Nosotros no podíamos intervenir", recalca Hernán Cerón.

"La gente agradece los controles y nuestra credibilidad ha subido mucho enteros. La sociedad sigue colaborando con nosotros porque hay una garantía de que lo que donan va a ir a las familias tinerfeñas", sostiene.

Desde el 2017, el Banco de Alimentos de Tenerife inició su Plan de Formación, cuyo objetivo principal ha sido dotar a las entidades de Santa Cruz de los conocimientos, herramientas y habilidades más adecuados para garantizar un reparto de alimentos justo y digno para toda la población receptora.

La función del Banco de Alimentos consiste en el aprovechamiento de los excedentes alimentarios de las redes productivas o de distribución para hacerlos llegar a personas necesitadas a través de centros, entidades y asociaciones.