La Real Academia de la Lengua define que algo está obsoleto cuando se vuelve “anticuado o inadecuado a las circunstancias, modas o necesidades actuales”. Pues algo parecido es lo que le ocurre con los años al sistema inmunitario encargado de proteger nuestra salud

Y aunque está completamente ligado al envejecimiento, lo cierto es que la inmunidad se puede entrenar y, por tanto, ayudarle a resistir el paso del tiempo. Así lo asegura un artículo científico, publicado en Open Respiratory Archives, que recomienda practicar fitness inmunológico. 

Como explica el doctor Felipe Villar-Álvarez, neumólogo, primer firmante del artículo y miembro de Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

  • "La pandemia de la COVID-19 nos ha recordado que hay dos conceptos muy importantes para tener un sistema inmune en buena forma y así preservar la salud: uno de ellos es la inmunosenescencia o deterioro gradual del sistema inmunológico, causado por el avance de la edad, que se asocia con una capacidad reducida para responder a las infecciones y desarrollar una memoria inmunológica a largo plazo”,

Y es que el deterioro de la inmunidad “desempeña un papel clave en el desarrollo de enfermedades respiratorias comunes en las personas mayores, como el asma, la EPOC, la enfermedad intersticial difusa y las infecciones respiratorias en los mayores». 

El otro concepto a tener en cuenta para la mejora del sistema inmune es “el entrenamiento o fitness inmunológico, que consiste en adoptar hábitos de vida saludables para “entrenar” y así mejorar la capacidad de nuestro sistema inmune para defenderse de las infecciones”, añade el doctor Villar-Álvarez.

Con el paso de los años el sistema inmunológico sufre un deterioro gradual.

Claves del entrenamiento inmunológico

Pero ¿cómo hacerlo? Simplemente consistente en poner el sistema inmune a punto mediante la adopción de buenos hábitos de vida y llevando todas las vacunas al día, incluidas las de la gripe, la neumonía y la COVID-19. 

Actualmente los científicos saben que los hábitos saludables que deben adoptarse para ralentizar el proceso de inmunosenescencia son los siguientes: 

  • Buenos hábitos alimentarios. Los autores del artículo subrayan que “la nutrición está íntimamente relacionada con el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico, y esta relación es bidireccional”. 

En otras palabras, lo que comemos y bebemos puede variar la respuesta inmunitaria, de tal manera que responderemos mejor o peor ante una infección, una enfermedad inflamatoria o al cáncer. 

  • Mantener unas buenas relaciones sociales. Está demostrado que “una disminución en la actividad social y la interacción con otras personas tiene una influencia significativa en la capacidad del sistema inmunológico. Las personas mayores que viven solas o que se sienten solas suelen mostrar una peor respuesta inmunológica a las infecciones e incluso a las vacunas”.
  • Dormir bien. Está demostrado que dormir bien y las horas suficientes “favorece la función inmunológica, y reduce los riesgos infecciosos, mejorando también las respuestas a la vacunación”.
  • No fumar.
  • Limitar el consumo de alcohol.
  • Hacer ejercicio. Realizar ejercicio de forma regular y con una intensidad moderada tiene “efectos inmunorreguladores beneficiosos en el control de la inflamación asociada a la obesidad, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares, contrarrestando también los efectos de la inmunosenescencia”, aseguran los autores.
  • Controlar los niveles de estrés. En este punto también se tienen evidencias de que el manejo del estrés tiene “un impacto directo en la evolución y supervivencia de pacientes con enfermedades graves como SIDA, cáncer de mama o personas con riesgo de enfermedad cardiovascular (principalmente infarto de miocardio y accidente cerebrovascular)”.
  • Mantener las vacunas actualizadas

La nutrición está directamente relacionada con el funcionamiento del sistema inmunológico.

Vacunas necesarias también en adultos

Las vacunas siempre han sido un método muy eficaz para reforzar el sistema inmune y combatir la inmunosenescencia. Pero se tiende a pensar que es un asunto solo de niños. Y no es así. 

«Siempre se ha hecho un gran hincapié en la vacunación en la edad pediátrica, pero está claro que, después de la pandemia y el éxito de vacunación frente a la COVID- 19, la etapa postpandémica va a ser clave para promover la vacunación en el adulto y la adopción de hábitos saludables. El adulto también puede y debe tener un buen sistema inmune para defenderse de las infecciones», finaliza el doctor Villar-Álvarez.

Por eso, la población adulta y, en especial, los pacientes respiratorios adultos deben estar al día de las vacunas que los autores del artículo enumeran: 

  • La vacuna de la gripe, que ya se ha empezado a poner. 
  • Las vacunas antineumocócicas. 
  • No olvidar la vacuna contra la COVID-19 que, en el momento actual, es la herramienta más útil para prevenir la enfermedad y disminuir su patogenicidad.
  • La vacuna de la tos ferina. Ahora son los niños y las embarazadas las que la reciben, pero los expertos recomiendan que la vacunación contra la tos ferina se realice cada 10 años. 
  • Además, los pacientes con EPOC y otras enfermedades respiratorias de 50 años o más o inmunocomprometidos se benefician de la vacuna que previene el herpes zóster y Bordetella pertussis. 
  • La vacuna contra el virus respiratorio sincitial puede ser otra que se agregará al programa, a la espera de los resultados de sus estudios.

Por último, auguran que la llegada de vacunas combinadas, vacunas universales contra la gripe o vacunas contra el pancoronavirus son esperanzas que se harán realidad en los próximos años.