Aunque el mes de junio nos trajo la primera ola de calor del año, julio es el más caluroso tradicionalmente. Los meteorólogos ya anuncian un fin de semana con temperaturas que alcanzarán los 40 grados. 

Y con el calor, se hace más necesario que nunca mantenerse correctamente hidratados.

La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) alerta de las graves consecuencias que puede tener la deshidratación para el organismo, especialmente durante el periodo estival. 

¿Qué es la deshidratación?

La deshidratación se produce cuando existe un balance de líquidos negativo, es decir, cuando se pierde más agua de la que se ingiere.

  • “Si estamos deshidratados, se obstaculiza la llegada de nutrientes a distintas partes de nuestro organismo, dificultando su funcionamiento. Durante el verano, por el calor y por la regulación de la temperatura mediante la sudoración, las pérdidas de agua que conocemos como insensibles aumentan y se eleva el riesgo de desbalance”, explica el doctor David Barajas Galindo, coordinador del Grupo de Trabajo de Metabolismo del Agua de la SEEN.

No obstante, el organismo en condiciones normales detecta este exceso de pérdidas agudizándose la sensación de sed e incitándonos a beber para mantener el equilibrio hídrico. Pero no siempre es así.

“Normalmente no se aconseja ingerir líquido de forma forzada, aunque sea verano. Esta recomendación general cuenta con excepciones en algunos grupos de población como los niños porque la sensación de sed no la tienen totalmente desarrollada, así como en los ancianos, ya que presentan más riesgo de desarrollar una deshidratación prolongada y su sensación de sed también puede estar disminuida”, asevera el endocrinólogo.

El ser humano adquiere cada día el 75% del agua que necesita en forma de líquido y el 25% a través de alimentos.

Consecuencias de la deshidratación

El doctor Barajas Galindo indica que cuanta más agua se pierde y no se compensa con la ingesta de líquido, más graves son las consecuencias para el organismo. 

  • “Si la deshidratación es leve, sentimos cansancio, debilidad o dolor de cabeza, pero si la situación empeora pueden aparecer vómitos, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, así como una disminución del nivel de consciencia”.

En casos extremos, las personas pueden llegar incluso a sufrir un golpe de calor cuando su temperatura corporal aumenta de forma inadecuada ante la exposición prolongada a altas temperaturas y, en consecuencia, requerir asistencia médica inmediata. 

¿Cuánta agua debemos beber diariamente?

El endocrinólogo recomienda ingerir 2 o 2,5 litros cada día. Aunque esta cantidad debe incrementarse en determinadas circunstancias: 

• Cuando realizamos cualquier tipo de actividad deportiva. 

• Las mujeres embarazadas o que estén dando el pecho, deben beber más agua.

• Así como cuando se alcanzan altas temperaturas, cosa que va a ocurrir en los próximos días. 

No hay que olvidar que el ser humano adquiere cada día el 75% del agua que necesita en forma de líquido y el 25% a través de los alimentos.

Es el caso de las frutas y las verduras con un alto contenido en agua, que además presentan aporte vitamínico y minerales y repercuten directamente en el estado de hidratación. 

Los niños y los ancianos son los más vulnerables a la deshidratación.

¿Qué beber?

A la hora de mantener unos niveles óptimos de hidratación no todo vale.

El doctor Barajas Galindo apunta que, en condiciones generales, el líquido más recomendable es el agua, aunque existen algunas excepciones. 

  • “En otras situaciones, como al realizar deporte, podemos tener una pérdida excesiva de electrolitos, por lo que es aconsejable optar por la bebida isotónica para recuperar las sales perdidas por el sudor. Algo similar ocurre en el caso de padecer una enfermedad gastrointestinal, ya que es fundamental tomar preparados especiales con sales minerales para suplir la pérdida digestiva de los mismos”.