Probablemente no haya enfermedad más regia que la gota. Carlos V, Felipe II, Maximiliano de Austria o Enrique VIII, son algunos de los reyes europeos que han padecido esta patología reumática.

Pero la gota no es sólo una patología monárquica. Se calcula que en España un 2,4% de la población la sufre, lo que supone cerca de 880.000 afectados. Se trata de una enfermedad causada por la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones.

Dónde duele: Lo más frecuente es que el ataque de gota se localice en la primera articulación metatarsofalángica, es decir, en el dedo gordo del pie. Pero no es el único sitio. La gota también puede inflamar la zona del empeine del pie o el tobillo, lo que puede llevar a confusión y pensar que se trata de un esguince.

La rodilla, el codo o la muñeca también son lugares donde se tienden a depositar los cristales de ácido úrico.

Cómo y cuando: Cuando se produce un «ataque de gota» hay hinchazón, dolor y enrojecimiento en la articulación afectada, síntomas que suelen comenzar por la noche o a primera hora de la mañana. La zona se sensibiliza tanto que el más mínimo roce causa dolor. Y es muy común entre los varones y las mujeres tras la menopausia.

La formación de los cristales se produce generalmente cuando los niveles de ácido úrico en sangre son superiores a 7mg/dl, es decir, cuando se sufre hiperuricemia.

¿Por qué aumenta el ácido úrico?

Pues hay varias causas. La más frecuente es que el organismo no sea capaz de eliminar el ácido úrico en sangre. En otras ocasiones lo que ocurre es que generamos un exceso de este ácido.

También influyen en los niveles algunos tratamientos farmacológicos y, por supuesto, una mala alimentación.

¡Pero ojo! Tener unos niveles de ácido úrico altos no significa desarrollar gota. Según explican desde la Fundación Española de Reumatología, hablar de hiperuricemia no es lo mismo que hablar de gota. Y es que «sólo una de cada diez personas con el ácido úrico alto sufrirá gota».

Cuando tenemos el ácido úrico elevado de forma habitual puede significar que o no podemos eliminarlo correctamente a través del riñón, o que producimos más de lo normal, o ambas cosas.

Si esta situación se cronifica, puede dar lugar a que los cristales se depositen provocando la gota en las articulaciones.

Tratamiento

Una vez que se produce el ataque de gota, el dolor puede ser insoportable. Para reducirlo los profesionales suelen recetar antiinflamatorios, glucocorticoides o colchicina (sí, no se usa sólo para el coronavirus).

Además de todos ello, es necesario realizar algo de reposo y aplicar frio local con el fin de ir reduciendo el dolor y la hinchazón.

¿Cómo prevenirlo? Si ya hemos padecido algún episodio de gota, la clave va a estar en la prevención. Para ello, lo primero es seguir una dieta equilibrada en la que no haya lugar para las proteínas animales, los azúcares refinados y, por supuesto, el alcohol.

En principio, aunque se trate de una patología muy dolorosa, habitualmente es leve.

Pero no hay que cantar victoria, y bueno será hacer caso a la importante advertencia del doctor Enrique Calvo, reumatólogo del Hospital Infanta Leonor de Madrid:

– «el avance en la investigación, con estudios nacionales e internacionales, resalta las repercusiones de la gota no tratada. No sólo a nivel articular, donde provoca más ataques de dolor e inflamación y más secuelas, sino también a nivel cardiovascular -con mayor mortalidad global, y renal, ya que los pacientes con gota tienen mayor probabilidad de desarrollar enfermedad crónica avanzada y terminal en los riñones».