Tribuna
Clemencia Hardisson, defensora de las libertades

Clemencia Hardisson
Lleno completo en el Teatro Leal de La Laguna el miércoles en la presentación del documental Luz en los tiempos oscuros sobre la vida admirable de la luchadora anti franquista y anti fascista Clemencia Hardisson, un trabajo muy valioso para dar visibilidad a una mujer orgullo de los vecinos de la Curva de Gracia, barrio histórico y emblemático lagunero, donde la consideran una mujer generosa, comprometida y adelantada a su tiempo, al dedicar parte de su fortuna e influencias a aliviar las desigualdades de su vecindad.
Más de doce personas aportan al documental sus conocimientos y vivencias sobre los avatares de la vida de Clemencia, incluidas familiares actuales que mantienen viva su memoria al relatar lo que oyeron de su familia ya fallecida, o de vecinos agradecidos, un ejemplo de la importancia de mantener viva mediante la escritura, el cine, la radio, televisión y cualquier medio audiovisual, la memoria de nuestros antepasados. Enhorabuena a Raúl Jiménez y José Francisco López por este excelente trabajo y a cuantos lo han hecho posible.
Hay que tener en cuenta que Clemencia Hardisson Wouters, nacida en La Laguna en 1908, pertenecía a una acomodada familia aristocrática de origen franco-belga, con vínculos intelectuales y sociales en la Canarias del siglo XX, tanto que fue elegida Belleza de Tenerife en 1929, equivalente a miss Tenerife, y madrina del CD Tenerife de fútbol, del que su hermano Augusto fue su primer preparador físico.
La dictadura de Primo de Rivera trajo desterrado a Tenerife a quien sería un gran amor, el ingeniero anarquista Juan José Luque, y Clemencia cuenta entre sus amigos al primer gobernador civil de la II República, Enrique Izquierdo, y a los abogados Luis Rodríguez Figueroa y José Carlos Schwartz, de Izquierda Republicana, tristemente desaparecidos.
Según cuentan sus familiares en el documental, tras el golpe de estado de 18 de julio de 1936, alarmada por la cruel represión, Clemencia visitó al general Ángel Dolla, uno de los capitanes generales de los que durante la guerra civil dependieron más sentencias de muerte, toda una desgracia para Canarias dado que el triunfo del golpe fue casi inmediato y no precisaba esos asesinatos.
Clemencia debió mantener una conversación nada del agrado del general golpista, que posiblemente no transcurrió por cauces de concordia, porque, según cuenta su familia, supuestamente el fantoche general pulsó un timbre y ordenó su detención por resultarle peligrosa, todo un ejemplo de comportamiento casi habitual de los militares golpistas, o sea, de ordeno y mando.
Cierto es que un documental donde tantas sensibilidades hay que cuidar, y en el que participan familias, no puede contar toda la realidad, máxime cuando estaba prohibido hablar, pero da pie a muchas incógnitas y preguntas, y así, mientras lo veía, me las hacía a mí mismo, y no les oculto que me impactó la imagen del general Dolla, que con mano de hierro mandó la Capitanía General de Canarias desde el 7 de septiembre de 1936 al 24 de enero de 1937, poco más de cuatro meses, durante los que unas 800 personas identificadas como republicanas fueron desaparecidas y asesinadas en el archipiélago, en una clara intención de eliminar cualquier foco de rebeldía al golpe de estado. Tras su cese por la innecesaria atrocidad de sus actuaciones, a instancias de algunos jefes franquistas, según la rumorología de la época, Dolla fue trasladado a Sevilla, donde falleció aproximadamente un mes más tarde.
Presa Clemencia desde diciembre de 1937 a marzo de 1939 en la Cárcel de Mujeres de la calle San Miguel del barrio santacrucero del Toscal tras diversos juicios, posiblemente gracias a su nacionalidad francesa, y, según declaraciones en el documental, por gestiones familiares ante Francisco Franco Salgado-Araujo, primo e íntimo colaborador del general Franco, fue deportada primero a Bélgica, luego a Francia, donde colaboró con la resistencia antinazi y sirvió en la Cruz Roja, siendo condecorada con la Legión de Honor francesa, todo un orgullo muy emocionante para su familia.
Tras su regreso a Tenerife, Clemencia tiene en 1947 a su único hijo, al que conocí y traté con mucho gusto, conocido coloquialmente entre sus amigos como Pachi, destacado profesor de la Universidad de La Laguna. Clemencia fallece el 12 de julio de 2000 con 92 años, y Pachi, en la esquela, da a su madre las gracias: «Por enseñarme a defender las libertades. Tú supiste mucho de ello. Jamás lo olvidaré».
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