ANÁLISIS
¿Para qué se aleja el político de la realidad?

Momento de la conferencia celebrada el viernes en el Congreso de los Diputados. / Pablo Blázquez
Me encanta defender que es inconsciente la distancia que el cargo público establece con la realidad, por eso es tan peligrosa; realmente, escapa a su control. La necesidad de ser consciente de ello es el primer paso para minimizarla. La mezcla del elixir del poder unido al éxito, al cumplimiento de objetivos que dispara la autoestima, ese cero en asertividad de muchos colaboradores, el soporte mediático y el despliegue público inevitable son los condimentos de un resultado mucho más frío y poco centrado en las personas. Nos dirigimos con el paso de los meses a enfocarnos en metas e intereses mucho más personales e individualistas.
La velocidad a la que se desarrolla la actividad pública hace que sea muy complicado pararnos, analizar con calma y lograr dedicarle a la ciudadanía, en general y en particular, el tiempo que se merece. Psicológicamente, establecemos una serie de parámetros de distancia que creemos que no son percibidos, cuando realmente sí son trasladados; es necesario un entrenamiento para evitar que eso se produzca o bien tomar medidas para reducirlo.
La consecuencia de esa velocidad se expresa en agendas muy generalistas, poco estructuradas y mínimamente parcializadas. La falsa auto imposición de que «tengo que estar en todo», para finalmente estar a medias en muchísimos actos y lugares. El cansancio físico y emocional está presente y afecta directamente a nuestra Imagen Pública, y eso provoca una debilidad de liderazgo motivando respuestas y comparecencias poco brillantes; es cuando solemos manifestar públicamente nuestro desgaste, o entramos a interactuar con la ciudadanía con poco acierto. Interactuar es positivo, aunque la confrontación personal es innecesaria y estratégicamente desaconsejable.
Solemos entrar, como cargos públicos, en el pánico generalizado; muchos actos, mucha agenda, mucha interacción, reducida delegación y repetidas entrevistas en Medios, con mínima estrategia o planificación; eso es la manifestación del miedo que viene como consecuencia de la reducida planificación de la Campaña Permanente de cada gestor público.
A continuación, aporto algunos tips que pueden mejorar esa visión real de la situación y el contexto en el que nos movemos.
1. Establecer Hitos de Gestión: comunicarlos previamente, para cerrar posteriormente la comunicación del logro. Aumentaremos en credibilidad y coherencia.
2. El desarrollo de nuestra Marca Personal es imprescindible para lograr una segunda victoria; valores vinculados a acciones e identificación natural con la ciudadanía; si estás en Política Local ya vas justo… Estamos en el ecuador y cierre de legislatura; el último año no es creíble para la ciudadanía en cuanto a la implantación de Marca.
3. La agenda debe de estar parcializada, no ser generalista; debemos de crear nuestra agenda en función de cuatro parámetros:
✔ Contenido de Coyuntura
✔ Contenido de Campaña
✔ Contenido de Agenda General y Acciones de Marca Personal
✔ Contenido Personal
4. Nuestra Agenda debe de estar parcializada con contenidos que hemos decidido y planificado, y sean afines a nuestra Marca Personal e Hitos. Si asumimos todo como nuestro, jamás seremos identificados en ese mar de peces que es la política; diferenciarnos es la clave. Los que ganan una y otra vez tienen «estrategia diferenciadora».
5. La selección de actos tiene que estar medida y enlazada con nuestro enfoque de Marca Política.
6. Me gusta aportaros que es vital lograr transmitir una percepción de equilibrio, entre nuestro desempeño como cargo público y nuestro desarrollo como cargo orgánico del partido político que corresponda; es importante que ese equilibrio sea visible en nuestra comunicación en Redes y en Medios.
7. Si quieres ganar, penetrar y estar cerca, maneja la Fotografía Política, porque no todo vale; no se trata exclusivamente de tener un buen fotógrafo, es mucho más. Deberíamos de ser capaces de representar a través de nuestra fotografía un mensaje, sin necesidad de acompañarlo de un titular.
8. Humanizar nuestra imagen se convierte en una necesidad, la fotografía nos ayuda y la gestión de nuestras emociones también. Nuestra mirada cautiva, aprendamos a fijarla, a no correr durante un saludo, a lograr que ese instante sea único. Reiteradas veces observo a ese gestor público que saluda a una persona, mirando a otra, a la siguiente de esa fila interminable, o incluso al suelo o perdido… Evitemos constantemente la velocidad de trámite.
9. Aprendamos a descansar, aprendamos a delegar. Ese principio es el que nos aportará credibilidad y confiabilidad. Es imposible que nos apasione el fútbol, la pintura, los carnavales, los coches, la bici, el cine y la moda. Y todo a la vez… Plantear nuestro despliegue público como el sinfín de actos sin concentración ni valor, nos aleja de un principio real de contexto y conexión. Seleccionar es obligatorio.
10. ¿Quieres ganar o quieres gobernar? Esa pregunta tan simple nos abre un abanico inmenso de posibilidades y dos rutas de trabajo diferentes. ¿Cuál es tu enfoque para las siguientes elecciones?... ¿Eres de esos candidatos permanentes? Si eres así te felicito, porque serás de esos cargos públicos que se sienten prestados por un tiempo en sus cargos, derrochan vulnerabilidad, afecto, y esas dosis de agradecimiento que nos conducen a conexiones y cercanía personal.
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