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Opinión | RETIRO LO ESCRITO

Demasiado de fiar

De modo que no puede señalarse ni la sombra más tenue de comportamiento ilegal – ni administrativa, ni civil ni penalmente – en la ejecutoria de Ángel Víctor Torres. La responsabilidad política es otra cosa. Sin necesidad ninguna abrió las puertas del SCS a Koldo García y a Víctor Aldama y compañía.

Archivo - El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, comparece ante la Comisión de Investigación sobre el ‘caso Koldo’, en el Senado, a 21 de enero de 2025, en Madrid (España).

Archivo - El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, comparece ante la Comisión de Investigación sobre el ‘caso Koldo’, en el Senado, a 21 de enero de 2025, en Madrid (España). / Eduardo Parra - Europa Press - Archivo

El año pasado servidor escribió un artículo que puede consultarse en un plisplas en el que expresaba mi escepticismo sobre la participación de Ángel Víctor Torres, expresidente del Gobierno autonómico y ministro de Política Territorial, en las coimas y sobornos de la trama protagonizada por Koldo García, José Luis Ábalos y Víctor de Aldama.

Sostenía y sostengo que la confianza en la honradez de Torres está muy justificada. En toda su ya dilatada carrera política no le ha salpicado ningún escándalo, su estilo de gestión no se ha caracterizado por la arbitrariedad y su estilo de vida se ajusta, más o menos, al de una clase media normalita. Bueno, tal vez un poco más acomodada que la mayoría de la clase media – un presidente o un ministro disfrutan de un sueldo notable y de unas comodidades suplementarias inalcanzables para la inmensa mayoría de los mortales – pero nada más.

Las nuevas informaciones aportadas por la UCO de la Guardia Civil vienen a confirmarlo: Torres no metió la mano en los sucios negocios de Aldama y sus amigos, representados por Koldo García. Pero metió la pata. Y lo hizo por practicar una obsequiosidad que lindó no solo con lo baboso, sino que cayó en lo imprudente.

El ministro simplemente se cuadró ante el bueno de Koldo y se puso a su disposición para favorecer los intereses de Aldama y sus jurones. No parece que fuera por simpatía personal. Torres lo atendió con especialísimo cuidado y singular diligencia porque era el hombre fuerte de Ábalos, es decir, del entonces todopoderoso secretario de Organización del PSOE, además de ministro de Obras Públicas y Transportes.

Y si en algún momento a Torres y su equipo se les encendió, como una bombillita, alguna reserva mental, siempre era posible apagarla con un clic: “necesitamos urgentemente de mascarillas y otro material sanitario en lo más duro de la pandemia de covid.” Prevaleció el sentido jerárquico bajo un lenguaje de camaradería.

En Torres, ese respeto irrestricto hacia la jerarquía federal es muy fuerte, como ocurre en general en el PSOE canario. En otras autonomías no se le hizo caso a Koldo García. En otros gobiernos socialistas y organizaciones territoriales del partido sí se les antojó raro – quizás hasta inapropiado – que el asesor de un ministro contacte con administraciones autonómicas para vender productos de una empresa desconocida (Soluciones de Gestión, qué gran hallazgo semántico) cuya brillante trayectoria acabó al año siguiente.

No es el caso de Torres: servicialmente atiende llamadas, envía y responde wasaps, acepta reunirse con este o aquel, involucra directamente al viceconsejero de Presidencia y (brevemente) director del Servicio Canario de Salud, Antonio Olivera, y presiona para que se agilicen los pagos.

En este último aspecto existe algo interesante en sus conversaciones telefónicas con el asesorísimo. En la comisión de investigación del Parlamento de Canarias – la que se encargó de reventar el PSOE con un cinismo repulsivo – Torres aseguró que jamás se había relacionado con la responsable de Recursos Económicos del SCS, Ana Pérez Afonso. Hasta yo le oí. Pues bien, en uno de sus paliques enamorados con el muy Koldo, el presidente Torres le comenta que en ese mismo momento se encuentra reunido con Pérez Afonso.

Es una lástima que la exdirectora de Recursos Económicos – a la que los socialistas han convertido en un chivo expiatorio, una supuesta pieza suelta que firmaba por su cuenta y riesgo contratos por valor de decenas y decenas de millones de euros – haya decidido no hablar. Por lo menos hasta el momento. Quién sabe si para siempre.

De modo que no puede señalarse ni la sombra más tenue de comportamiento ilegal – ni administrativa, ni civil ni penalmente – en la ejecutoria de Ángel Víctor Torres. La responsabilidad política es otra cosa. Sin necesidad ninguna abrió las puertas del SCS a Koldo García y a Víctor Aldama y compañía.

Y solo para ser complaciente, para agradar a la superioridad, para dejar muy claro quién era ante el secretario de Organización su seguro servidor. Alguien demasiado de fiar como para fiarse de él. En esto ni en nada.

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