Opinión | La Calle Nueva
Prisa por tardar en la lucha por el poder

Feijóo y Aznar acusan a Sánchez de valerse de "la violencia" como "último recurso" para seguir en el poder
Nací al periodismo poco antes de que acabara la guerra civil, que se prolongó, en su definición franquista, tras la muerte del dictador. Aquel era un momento de euforia posible, pero también de ansiedad de las ultraderechas a las que alimentó Franco.
Los periodistas jóvenes, que éramos casi todos, teníamos que soportar los resquemores de los que veían caer el régimen. No se sabía, por decirlo así, qué subía y qué bajaba en aquel tobogán que fue la adaptación a la posibilidad de una democracia.
En esa tesitura vinieron a Tenerife, donde nací y donde trabajaba (en EL DÍA, con colaboraciones en La Provincia), algunos parafascitas de entonces, rodearon a Blas Piñar, el Abascal de aquellas andanzas antidemocráticas. Pretendían hacer de Franco una reliquia para siempre, y eligieron Santa Cruz para explicarse.
Aquel ideario iba a contarse en el Puerto de la Cruz, donde habitaban por entonces algunos célebres ultras. Estuve entre los periodistas que acudieron a cubrir la información, como solíamos hacer entonces, en comandita y con ilusión: ser periodistas y contar entonces las rendijas del futuro era algo muy atractivo. Y muy peligroso.
Nuestro entusiasmo en intentar que nos salieran buenas crónicas de aquella presencia de los herederos del franquismo se fue al garete muy pronto. Aquello no era una explicación del futuro sino un abrazo rabioso al pasado, que incluía la invocación a la resurrección de Franco y la amenaza a que quienes no fuéramos de aquella casta pudiéramos reos pasados por la piedra.
Lo de «pasarnos por la piedra» no es una alegoría actual, fue lo que escuché entonces cuando uno de nosotros hizo las primeras preguntas acerca de lo que pretendían aquellos herederos.
Nos fuimos de allí amenazados. Era evidente de que, en medio de aquella trifulca que nos prepararon, había el peligro de un ataque como los que se producían por entonces, en Madrid y en otras capitales. Tenerife era un lugar vulnerable; en aquel 1975, cerca de 1976, se fraguaba un nuevo mundo malo, en el que los franquistas consideraban que, en las provincias o fuera de ellas, en las grandes capitales, se podía instaurar de alguna manera, otra vez, la dictadura disfrazada, quizá, de dictablanda.
Yo había vivido, en 1973, en Barcelona, la represión que seguía a la ley contra los manifestantes furtivos o contra aquellos que serían reos de cárcel o, también, y hasta el último suspiro de Franco, culpables de antifranquismo… Tuve miedo. En 1975 y 1976 sentí ese miedo otra vez, y muchas veces después lo percibí igual, en mi periódico, en la calle, en la universidad y en cualquier parte donde luego, finalmente, se fue instaurando la libertad.
La libertad, que entonces se deletreaba tal como es la esencia de la libertad por primera vez en años, se rompió pronto, por una noche aciaga en la que un guardia civil de nombre Tejero se levantó en armas contra el Gobierno de la nación (a cuyo frente estaba Adolfo Suárez, que había sido falangista). Aquel episodio tan peligroso fue aliviado por muchos factores vivamente democráticos, de modo que, hasta ahora, con los vaivenes que están en la memoria de todos, España es una democracia. Y ojalá que dure.
Ojalá que dure acabo de decir. Ahora que escribo estas líneas han pasado unas horas de algo que he observado en la televisión española a raíz de la convocatoria cumplida por el presidente del Gobierno ante el requerimiento del partido de la oposición, el Partido Popular, de invitar al presidente socialista, Pedro Sánchez, a dar cuenta de algunos hechos que no les parecen claros a los que detentan el poder en el Senado.
Todo el mundo sabe que cuando deje de gobernar, cuando sea, el actual gobierno, ese partido probablemente llegará al poder, que ya tuvo en tiempos de José María Aznar y de Mariano Rajoy. Ahora a ese gobierno aspira Alberto Núñez Feijóo, que proviene de gobernar en Galicia y que anunció, una semana antes de que se produjera este encuentro en el Senado, que una vez ocurrido este debate (que tuvo efecto el último jueves) todo el mundo sabría, si no lo sabía ya, que el presidente del Gobierno era un mentiroso.
Es curioso el modo en que este hecho, la adivinación, se fue cumpliendo a medida que se acercaron al estrado los más próximos al señor Feijóo, que de manera gradual pero firme cumplían con lo que parecía una consigna: «Usted miente, señor presidente». Quien ordenó la faena con la que se quiso abrumar al presidente del Gobierno fue el senador Alejo Miranda de Larra.
Hace muchos años un escritor español publicó un libro cuyo título siempre me llamó la atención, Prisa por tardar. Es obvio que Feijóo y sus compañeros de partido, incluido el presidente de honor, José María Aznar, tienen cierto apresuramiento por hacer que se cumpla el final de la estancia de Pedro Sánchez en la sede gubernamental de la Moncloa.
Es posible que la elección de aquel senador, cuyo apellido evoca a Larra, porque es descendiente de Larra, consiguiera ganarle la batalla a Pedro Sánchez, si de eso se trataba. Pero a mi me da la impresión de que o bien él o bien quienes lo mandaron tuvieron prisa por tardar. Pues parece que la urgencia con la que Larra trató al presidente del Gobierno para que dijera la verdad (la verdad y nada más que la verdad) era como el resultado de la consigna en que convirtió su diatriba el apresurado agente popular.
Seguramente el encargado de llevar a cabo las consignas sobre la verdad de las mentiras tendrá un día su recompensa. Pero a mi me parece que su inquietud por hacer que aquello no pareciera un interrogatorio convirtió en una burla general la ocurrencia de reírse del contrario. La moviola un día le explicará a Larra dónde le falló el guion.
Suscríbete para seguir leyendo
- El tinerfeño Daswani presumía de obtener 7.000 euros de rentabilidad en 30 minutos
- La sombra de un pelotazo urbanístico aborta la venta de suelo del Círculo de Amistad en El Mayorazgo
- Santa Cruz de Tenerife ya tiene su gran árbol de Navidad
- Gran avance para acabar con las colas en Tenerife: aprobado el tercer carril de la TF-1 por 175 millones
- «Me dejo violar, me la chupas y me cago en todos los santos»
- Mañana caótica en las autopistas de Tenerife: objetos metálicos, sillas y un perro provocan fuertes retenciones
- Cambio radical en el tiempo en Tenerife este jueves: esto dice la Aemet
- Narcotráfico en Canarias: la organización desmantelada distribuía hachís y cocaína en Tenerife y Gran Canaria
