Opinión | Retiro lo escrito
Invitar al niño facha

Lucía Feijoo Viera
Es un misterio en calidad de qué animal, vegetal o mineral quiere visitar el tal Vito Quiles las universidades de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria. Al parecer ha utilizado la misma estratagema en todas partes: anuncia que visitará un centro universitario, no solicita ningún permiso y se presenta ahí el día de autos con un par de fornidos guardaespaldas después de convocar a grupúsculos ultras. Primero protesta porque le han denegado un permiso que no ha solicitado y después se pone como capa una bandera franquista y comienza a insultar a lo que trinque. En el caso de ULL, al parecer, existe una pequeña diferencia, y es que un grupo claustral, Libertad Estudiantil Canarias, ha expresado su negativa a impedir ningún acto arguyendo la libertad de expresión como principio de convivencia. ¿Ninguna prohibición de actos en nombre de la libertad de expresión? ¿Y si el acto consiste básicamente en negar la libertad de expresión a los demás?
Vito Quiles se define como periodista y todavía está acreditado en el Congreso de los Diputados. Eso es una falsedad: todos sabemos que lo suyo no es periodismo. Se dedica a acosar micrófono en mano a diputados a los que llama sinvergüenzas, corruptos o mentirosos con preguntas que incluyen la respuesta. Por ejemplo: ¿no le avergüenza a usted militar en un partido corrupto que le paga las putas a sus cargos públicos? Yo puedo entender que hay gente a la que pueda gustarle ese espectáculo basuriento. Gente que disfruta degradándose. Porque disfrutan con el chiquillo disfrazándose de periodista para insultar a un político, a un sindicalista, a un diputado del partido que detestan. Les importa un carajo el periodismo; quieren su tik tok escanciando mierda sobre el socialista, el comunista, el independentista. Así que Quiles no es más que un enmierdador, un farsante gamberro, un acosador con cara de niño bueno. No conozco a ningún periodista que se dedique a visitar universidades y llamar ratas y basura a los estudiantes que no le ríen las gracietas fascistoides que chilla como una comadreja con el rabo emplastado de gomina.
El caso de Vito Quiles actualiza un ya viejo debate en las sociedades democráticas o, si se quiere, en las democracias liberales. ¿Se puede o se debe conceder libertad de expresión a los fascistas? ¿Se debe regular más la libertad de expresión y no exclusivamente con la ambigua vara del discurso del odio? ¿Incluye la censura previa de organizaciones e individuos que rechazan la democracia parlamentaria o desprecian los valores constitucionales? Se trata de un debate abierto, por supuesto, pero en mi opinión regular la libertad de expresión con más limites normativos y más contundencia coercitiva de la que ya tenemos es peligroso, contradictorio y democráticamente poco defendible, salvo cuando desde la ultraderecha –o la ultraizquierda, por cierto– se apela directamente a la violencia. Desde ese punto de vista las universidades canarias quizás se hayan equivocado. Su negativa parece deberse más a la impotencia que a la censura ideológica. Yo creo que hay que enfrentarse a esta nueva extrema derecha y saber desarticularla con argumentos democráticos, deslegitimarla con información objetiva, ridiculizarla con toda la burla inclemente que se merece. Yo, si perteneciera al equipo rectoral de La Laguna o de Las Palmas, invitaría al joven pero insuficientemente preparado Quiles a un debate próximo, organizado por supuesto por la propia universidad, sobre «periodismo crítico y comunicación política», con media docena de profesionales del periodismo y la comunicación en Canarias. Oh, es muy probable que el joven ultra rechazara la invitación, porque Quiles no quiere debatir, solamente palabrear sin límites mientras es aplaudido por un centenar de bocazas. Pero al menos así quedarán claras sus intenciones políticas, su capacidad intelectual y su formación profesional. No se les puede ignorar. Hay que pararle las patas y evidenciar su ideología canallesca. Los que sentenciaron hace medio siglo «no pasarán» no teclearon un comunicado encerrados en despachos.
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