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Opinión | El recorte

La foto económica

El PIB aminora y, sin embargo, crece

El PIB aminora y, sin embargo, crece

La última encuesta del INE ha vuelto a dibujar con nitidez los perfiles socioeconómicos de Canarias. Para sorpresa de nadie establece que el PIB per cápita de las islas del año pasado apenas llega al 79,4% respecto al de la media española. Y eso a pesar de que las cifras han mejorado, porque la riqueza por cabeza en las islas ha pasado de 21.000 euros en 2019 a los casi 26.000 el año pasado. Y hemos sido la segunda comunidad en donde más ha crecido la economía.

Es decir, hemos mejorado. Mucho. Pero también han crecido el resto de las comunidades. Especialmente las más ricas, que siguen tirando de la media hacia arriba. Y cuando los analistas se preguntan qué coño pasa aquí, su mirada se dirige inexorablemente hacia el turismo. Porque, dicen, «solo» vivimos del turismo. Así que la conclusión es que no se generan suficientes ingresos. Y que hay que diversificar en otros sectores que produzcan más riqueza y la repartan mejor. Y con eso y dos chochos nos dieron las ocho.

Hay países que «solo» viven de la industria. Y no les va mal. Y otros que «solo» viven del turismo y van como una moto. Baleares, por ejemplo, es una de las comunidades más ricas del país. Una de las tres que aportan al fondo común, junto a Madrid y Cataluña. Y resulta que la estructura económica de Baleares es una fotocopia de la de Canarias, en términos de peso del turismo, la industria y el comercio. Recibe aproximadamente el mismo número de turistas que Canarias -en menos meses- pero con un detalle relevante: tienen la mitad de la población: un millón doscientas cincuenta mil personas. Tienen un PIB menor, 38.000 frente a 54.000 millones de Canarias. Pero como se reparte entre menos personas, ‘tocan’ a más. Así que, como es fácilmente comprobable, un territorio archipielágico que vive del turismo es rico y otro que vive de lo mismo se considera pobre. Y la explicación no hay que buscarla muy lejos: el problema no está en la economía, sino en la demografía.

Es verdad que con más habitantes hay más fuerza de trabajo y se produce más (con algunos matices, especialmente en sectores como los servicios). Que Baleares tiene grandes empresas hoteleras que facturan en todo el mundo, incluida Canarias. Hay muchas razones, hilando fino, para que sean un modelo de éxito y nosotros no tanto. Pero el problema no está, como se insiste una y otra vez, machacona y cansinamente, en el «modelo económico». Hacemos lo que mejor se nos da hacer. Y menos mal porque si no estaríamos comiendo cochinilla.

Tiene muy poco sentido que en un colegio, cuando hay exámenes, el profesor le monte el pollo al único alumno que aprueba con sobresaliente. Es lo que hacemos en las islas. Salen las notas y nos quejamos del monocultivo del turismo. Pero lo que deberíamos impulsar es una agricultura dopada con subvenciones, que agoniza; una industria, protegida con aranceles e incentivos, que es nuestra gran esperanza pendiente y un comercio, estragado por sobrecostos y cargas fiscales, que apenas sobrevive.

Canarias va mejor. Crece, crea empleo y mantiene la sociedad del bienestar. Pero algún día deberíamos dejar de hurgar en el motor que funciona y ver de arrancar los otros.

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