Opinión
Un pequeño caos

Lucía Feijoo Viera
La sociedad de la Inteligencia Artificial, del Chat GPT, de Grok y de los mil algoritmos, nos regaló el pasado lunes otra deliciosa experiencia de lo que ocurre cuando uno pone todos sus huevos en una cesta de papel higiénico. El sistema de pago electrónico se cayó y se desató el caos.
El desplome colapsó las operaciones en la nube de Amazon y afectó a multitud de servicios a nivel mundial. Alexa, Fortnite, Perplexity, Canva, Roblox... Una enorme lista de transacciones y servicios electrónicos. Pero la mañana estaba gafada. Porque también cayó Redsys, el mayor prestador de servicios de pago en España, lo que impidió los pagos en datáfonos en los comercios, por Bizum o incluso sacar dinero en muchos cajeros.
No es la primera vez que los ciudadanos sufren las consecuencias de un sistema virtual que se ha ofrecido como la alternativa al dinero físico. En noviembre de 2023, Redsys se quedó fuera de juego durante largas horas, dejando los datáfonos inoperativos en toda España. Pero en el caso de ayer lo sospechoso es que se haya producido el desplome de los servicios de Amazon y Redsys casi al mismo tiempo. Aunque de momento la versión es que no se ha tratado de ningún ataque informático.
El ‘experimento’ nos permitió asomarnos al pequeño caos de personas que no podían disponer de su dinero. Largas y desesperadas colas en las cajas de los supermercados porque las tarjetas no funcionaban y no se podía pagar la compra. Atascos, gritos y pitas en los aparcamientos, porque los dueños de los vehículos no podían abonar el ticket con sus tarjetas y, por tanto, no podían salir de la trampa en la que se habían metido.
Por todos lados por donde miraras se podían encontrar las mismas caras de estupefacción y de indignación. Pero no deberíamos echarle a los demás una culpa que es exclusivamente nuestra. Nos han convencido de que el mejor sistema de pago es el electrónico. El ataque ha sido en todos los frentes.
Aprovechando el Covid, nos dijeron que el dinero era una manera de que los virus pasaran de una persona a otra. Porque el dinero en efectivo es «sucio». El pago con el móvil es sencillo, cómodo y eficiente. ¿Para qué vas a ir cargado de monedas o de billetes en la cartera?
Lo que no te dicen es que cuando pagas electrónicamente la huella indeleble de tus gastos va trazando un perfil de consumo. Para el control de Hacienda, acabar con el efectivo es el paraíso. Que todos los ciudadanos se relacionen con dinero electrónico reduce drásticamente la pasta que deja de controlar el Gran Hermano Fiscal.
Se acabaron los cáncamos sin IGIC. Se terminó la picaresca. Salvo para los ministros que manejan chistorras y lechugas, naturalmente. Pero esos juegan en otra liga.
En este nuevo mundo digital caminamos sobre un quebradizo suelo de cristal que ni siquiera entendemos. Nuestro dinero son datos electrónicos en un banco. Nuestra vida ya no son papeles, sino datos en la nube.
Y cuando un día se esfumen nos dejarán una terrible sensación de vacío. El desastre del lunes habrá servido para que muchos aprendan a valorar el dinero en papel. El que se puede tocar. Ese que quieren liquidar los que mandan. Por algo será.
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