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Opinión

Lo de pegar y encajar

El diputado de NC Yone Caraballo durante una intervención.

El diputado de NC Yone Caraballo durante una intervención. / Ramón de la Rocha /EFE

En el boxeo se descubre muy pronto que es tan importante pegar como encajar. Lanzar golpes es fácil y todo el mundo sabe hacerlo. Pero encajar es otra historia. Puedes entrenar la esquiva; cómo escurrir el bulto o dejar rodar un golpe moviendo la cabeza, pero jamás te podrán enseñar a encajar. O aguantas o no aguantas. Y eso lo llevas puesto.

Y como tarde o temprano algún rival te va a meter un guantazo, si no eres capaz de resistirlo terminas con la rodilla en la lona, viendo pajaritos.

La pasada semana, en una Comisión de Sanidad del Parlamento de Canarias, el diputado Yoné Caraballo, de Nueva Canarias, demostró que es un pegador solvente, pero que no tiene demasiado aguante. Tenía delante a la consejera de Sanidad, Esther Monzón, y al director del Servicio Canario de Salud, Adasat Goya.

Y como es habitual, la emprendió a mamporros con los dos gestores. Nadie le había explicado que Goya no es un peso pluma.

El diputado desgranó una ristra de ataques que por momentos entraron en las fronteras de lo desagradable. Acusó directamente a Goya de manipular las listas de espera, haciendo trampas para quitar enfermos y maquillar los resultados.

Le dijo que desconfiaba personalmente de él y de la gente que nombraba, que son los que manosean las listas de pacientes. Y para disculpar la gestión del anterior Gobierno, puso como ejemplo la gestión del Pacto de las Flores durante la pandemia del Covid.

Adasat Goya se defendió pegando. Le recordó a Caraballo —que es personal sanitario— que durante el Covid estuvo en un puesto administrativo. «No se lo voy a permitir», gritó Caraballo. Y la cosa se empezó a calentar.

«No sé dónde estaba usted en la pandemia cuando era concejal en El Sauzal», le dijo Caraballo. «No sé si usted estaba en su casa viendo Netflix o HBO». Y añadió que él, al contrario, se estaba jugando la vida en una carpa de triaje.

El director del Servicio Canario de Salud, con voz tranquila y una cortesía cargada de mala uva, le replicó que, según su información, Caraballo se había pedido la baja por asma pocos días después de comenzar la pandemia. «Y si no es así… si es falso, le pido disculpas, pero es lo que tenía entendido».

La comisión se convirtió entonces en un pandemónium, con Caraballo voceando que estaba en tratamiento con una psicóloga debido a las secuelas emocionales vividas durante la pandemia.

Cuando Pedro Sánchez llamó «indecente» a Mariano Rajoy en directo y en televisión, lo dejó noqueado. Pero no todo el mundo es Rajoy. A veces, cuando acusas a alguien de tramposo y de falta de ética, te puede venir una réplica igual de dura.

Un dolido Caraballo pidió amparo al Parlamento, acusando a Goya de revelar datos médicos confidenciales. El colmo del esperpento es que fue el propio Caraballo quien los hizo públicos durante la pandemia, con pelos y señales, en medios de comunicación y redes sociales.

Vamos, que le faltó publicarlo en el New York Times. Como bien se ve, hay muchas maneras de hacer el canelo.

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