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Opinión | El recorte

Un delincuente

Si eres empresario, aunque te hayas dado de alta como autónomo y pagues lo que no está escrito –ahora te lo van a subir un poquito más–, no puedes trabajar en tu propia empresa. Salvo que te pongas una nómina y vuelvas a pagar más impuestos

Imagen de archivo

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¡Un escándalo! Menos mal que el tipo ha sido castigado como se merece. Y no. No estoy hablando de los Koldos, Ábalos y Cerdanes. Ni de Carles Puigdemont, como muchos de ustedes, los de la fachosfera, estarán pensando. Carles se fue escondido en un maletero no porque fuera un delincuente, sino porque estaba huyendo de las fuerzas represivas de los colonialistas españoles. El héroe de ese país invadido regresará a Cataluña, cuando sea libre, a bordo de un Falcon.

Hablo de una persona irresponsable. Un verdadero peligro para la democracia. Se llama Javier y es un empresario de Guadalajara, dueño de una gasolinera, que ha sido multado por la Inspección de Trabajo con 7.500 euros por trabajar en su propia empresa, atentando contra los derechos sindicales y la libertad de los trabajadores. Resulta que siete de sus nueve empleados se ponen en huelga porque quieren cobrar más dinero y va el tío –si tendrá cara– y se pone a trabajar para sacar adelante el negocio. ¡Hasta ahí podríamos llegar! ¡Un empresario trabajando! ¿En qué lugar deja eso a la patronal? ¿Qué va a pensar Antonio Garamendi, abogado, que la última vez que dio un palo al agua fue cuando le tocó la defensa de oficio de Espartero?

Estas cosas no se pueden tolerar. Que un señor tenga la desvergüenza de trabajar en su empresa familiar para sacarla adelante es la muestra de que el capitalismo salvaje no tiene medida. Y han hecho bien los sindicatos en denunciarle por intrusismo profesional, por esquirol y por lo que haga falta. Y aunque el denunciado tenga preparadas más de cien firmas de clientes y trabajadores que afirman que suele trabajar habitualmente en su empresa, es obvio que se trata solamente de un montaje porque, como todo el mundo sabe en este país, los empresarios no trabajan. Es falso que los sindicalistas sean unos comegambas, pero es absolutamente real que los patronos son unos vagos redomados. Y unos explotadores.

Hasta poca multa parecen las quince chistorras. Sería ejemplar que además le condenaran a pasar por el talego, siempre y cuando se compruebe que no tiene influencias en el Gobierno, no le vayan a indultar, como a los de los ERE de Andalucía. Porque entonces sería un trabajo para nada.

Casos como el de Javier nos muestran con claridad los límites de nuestras libertades. Es una más de las contundentes intervenciones de las administraciones públicas, que viven de nuestros impuestos, que igual persiguen a los familiares de un agricultor que le están ayudando a recoger papas –sin estar dados de alta y sin pagar retenciones, ¡qué locura!– que al sobrino de la dueña de un estanco que se ha quedado para echar una mano mientras a la mujer la están operando de un juanete. Toda esa gente, pobres ilusos, cree que se puede trabajar sin pagarle al Estado el diezmo que corresponde. Normal que les caiga encima el peso de la ley.

Si eres empresario, aunque te hayas dado de alta como autónomo y pagues lo que no está escrito –ahora te lo van a subir un poquito más–, no puedes trabajar en tu propia empresa. Salvo que te pongas una nómina y vuelvas a pagar más impuestos. A ver si no de dónde van a salir las chistorras para pagar los taxis de los ministros.

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