Opinión | RETIRO LO ESCRITO
Nada personal

José Miguel Rodríguez Fraga, alcalde de Adeje. / María Pisaca / MARIA PISACA
En una entrevista publicada ayer en El Día, José Miguel Rodríguez Fraga, que cumplirá al concluir el presente mandato cuarenta años como alcalde de Adeje, declaró un tanto consternado que no entendía el rechazo al proyecto Cuna del Alma. «Parece algo personal», dijo el alcalde, en una frase no demasiado afortunada, porque recuerda el lenguaje de los protagonistas de la mejor película de Francis Ford Coppola. No, lo de Cuna del Alma no es nada personal, obviamente, solo negocio. Tengo verdadera curiosidad. Me gustaría preguntarle a Rodríguez Fraga cuánto más va a permitir construir en su término municipal. Apunta a una verdad -- infortunada – cuando afirma que no existe un modelo turístico alternativo en Canarias bien definido política y técnicamente. Pero los excesos del modelo vigente son muy claros y uno de ellos es el sueño de una ocupación ilimitada del territorio.
En su tramitación municipal el proyecto Cuna del Alma, ciertamente, no recibió alegaciones. Eso ilustra una de las correcciones jurídicas y reglamentarias que deben desarrollarse: la obligatoriedad para que los gobiernos locales informen más y mejor –ampliando el compromiso de publicidad – en los casos de proyectos turísticos y urbanísticos que afecten a una superficie importante y/o impliquen una alta inversión económica. Porque si no es así, especialmente en municipios con amplias mayorías del gobierno, casi nadie se entera de nada. Ni la oposición. La alarma sobre Cuna del Alma llegó cuando se escenificó la simbólica colocación de la primera piedra, que corrió a cargo de la entonces vicepresidenta del Cabildo, Berta Pérez, a la que se encomendó el honor probablemente porque el presidente, Pedro Martín, estaría siguiendo el vuelo de alguna mosca. Pérez es ahora subsecretaria en el Ministerio de Política Territorial que dirige Ángel Víctor Torres.
¿Qué hacía la vicepresidenta del Cabildo colocando el primer tonique de una urbanización de lujo de capital privado? Porque Cuna del Alma es exactamente eso y no otra cosa: unas 420 villas opulentas y un hotel («hotelito» lo llama el alcalde de Adeje) de cinco estrellas y un cometa con capacidad para un centenar de personas. Todo el complejo –que incluye restaurantes, spa y gimnasios – ocupa un espacio de unos 430.000 metros cuadrados. Cuando Rodríguez Fraga se escandaliza por los que hablan de «privatización de la playa» se hace el sueco o quizás el belga: en total en el complejo, entre residentes y visitantes, pueden sumar más de 1.300 personas que utilizarán la playa del puertito de Adeje como propia, no en un sentido legal, como es obvio, pero sí ocupacional.
En la playa se instalarán un chiringuito, con precios dudosamente populares y con seguridad se alquilarán tumbonas y sombrillas. Para mí resulta importante, pero no lo más preocupante, que la urbanización colinde con el La Caleta, sitio de interés científico incluido en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos. Lo más grave es la apropiación por la vía de los hechos de una modesta playa (siempre descuidada por el ayuntamiento de Adeje, por cierto) para uso y disfrute de los propietarios de una urbanización exclusiva. ¿Qué nos va a quedar? ¿Vamos a terminar cediendo absolutamente todo? Porque junto al consumo del suelo y a los impactos negativos sobre los ecosistemas está, por supuesto, el consumo energético y la altísima factura del agua de paraísos cerrados en sí mismos como Cuna del Alma.
Todo esto es disparatado. Ciertamente: no hay modelo alternativo y lo que presentan como tal los que se manifiestan –acertadamente– contra este proyecto se reduce a consignas y ensueños. Pero la necesidad de limitar los efectos perniciosos y degradantes del modelo vigente es muy obvia. Lo primero consiste en limitar el feroz e incondicional apetito por el suelo. El suelo debería ser el bien común más y mejor blindado de Canarias. Y continuará sin serlo mientras no se reforme el derecho urbanístico y la ley de Bases del Régimen Local.
Rodríguez Fraga es un alcalde democrático, por supuesto. La suya fue la candidatura más votada, con más del 41% de los sufragios. Claro que se produjo un 58% de abstención. Por él solo votó en 2023 uno de cada cuatro ciudadanos en Adeje.
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