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Opinión | El recorte

Sin vergüenza

El diputado José Luis Ábalos durante una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados, a 9 de septiembre de 2025, en Madrid (España).

El diputado José Luis Ábalos durante una sesión plenaria, en el Congreso de los Diputados, a 9 de septiembre de 2025, en Madrid (España). / Ricardo Rubio - Europa Press

Revel aseguró que la primera de las fuerzas que mueve el mundo es la mentira. Para confirmarlo, en España hemos entrado en un nuevo universo donde la trola constituye la esencia misma de la vida pública.

José Luis Ábalos, portavoz en la moción de censura contra Mariano Rajoy, se ha hecho en muy poco tiempo con el maillot amarillo en esa vertiginosa carrera de ficciones. La voz de quien habló contra la corrupción de la derecha y defendió los postulados feministas es la misma que habla en los famosos audios de una mujer ‘fresca’ y una colombiana ‘nueva’, repartiéndose el percal de unas chicas ‘de pago’ con su asesor del alma que, por cierto, le estaba grabando.

Los que dijeron una y mil veces que Koldo no era nadie y por tanto no podía hacer nada se equivocaron. Los que se inflamaron contra la injusta y demoledora campaña contra Santos Cerdán y se preguntaron, airadamente, «cómo se le va a reparar el daño causado por los bulos» deben arrastrar hoy una vergüenza proporcional a su ceguera. Si toda esa gente ha sido capaz de mentir con tanto desparpajo, en el sano propósito de salvar el pellejo, ¿quién garantiza que otros no estén haciendo ahora lo mismo? Pues eso: nadie.

Pedro Sánchez y la sincronizada de Moncloa sostienen, con asténica desesperación, que su fiscal, su hermano y su mujer son inocentes. Que hay jueces que intentan atacarle haciendo política con la Justicia. Pero es lo mismo que antes dijeron de Ábalos. Y de Cerdán. ¿Qué seguridad puede dar quien ya se ha equivocado?

Los estudios aseguran que en España crece la desafección fiscal. Que la gente está por escaquearse de pagar impuestos. ¿A alguien le puede extrañar, a la vista de cómo manosean el dinero que pagamos con el sudor de nuestra frente? Saber que el ministro Montoro está investigado por supuestos favores a grandes empresas que contrataron el despacho que él había fundado –aunque lo dejara después– causa tan poca sorpresa como que dos exministros –Blanco y Alonso, PSOE y PP– tengan una prestigiosa empresa de influencias. O que el expresidente Zapatero se haya vuelto multimillonario monetizando su prestigio en países extranjeros. O que haya eurodiputados que cobren por defender intereses de lobbies. El rey emérito era un pintas por hacer eso, pero ellos no.

A cualquier ciudadano que hoy pague más de mil euros en efectivo se le pueden caer los palos del sombrajo. Está prohibido. Sin embargo, hemos vistos fotos de sobres de más de dos mil euros en efectivo que su partido pagó a Ábalos y Cerdán. Hacienda debería estar haciendo ahora mismo una inspección. Pero no será así. Porque ellos viven en un mundo aparte, distinto del resto de los ciudadanos.

Hace no tanto tiempo, al alcalde socialista de un humilde ayuntamiento de La Gomera le condenaron a más de cuatro años y medio ¡de cárcel! por haber contratado a un familiar en un servicio municipal donde no trabajó, pero cobró cinco mil euros. Hoy la fiscalía del Estado no ve delito alguno en que el hermano de Pedro Sánchez desconociera dónde estaba el despacho de Artes Escénicas en el que se supone que trabajaba en la Diputación de Badajoz. Lo raro no es que suba Vox en las encuestas. Lo milagroso es que la gente aún vote.

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