Opinión | RETIRO LO ESCRITO
Elecciones ya
En la veloz narrativa del PSOE Embadurnado Cerdán es ya un insignificante fenómeno atmosférico, una nubecilla a punto de desintegrarse y que no tiene nada que ver ni con Pedro Sánchez, ni con el Gobierno, ni con la dirección del partido ni con el partido mismo

SEVILLA, 30/06/2025.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez interviene en la IV Conferencia Internacional de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo, este lunes en Sevilla. Unos setenta jefes de Estado o de Gobierno se reúnen desde hoy y hasta el próximo jueves en este encuentro que aspira movilizar más recursos en cooperación y reafirmar el compromiso con el multilateralismo. EFE/UN Photo/Mariscal/SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO) / Mariscal / EFE
El Sabroso Cerdán le dijo al juez varias cosas. Por ejemplo, que era la víctima de una conspiración política para acabar con él y con el PSOE. Pero los jueces son bastantes refractarios a los titulares. Si usted afirma algo como eso delante de la autoridad judicial debe tener la mínima precaución de poder demostrarlo, siquiera someramente. Por el contrario, si usted emite esa patujada y se queda en silencio habrá conseguido algo sumamente incómodo, si no peligroso: obligar al juez a creer que usted no es de fiar, que carece usted de argumentos e incluso –que dios le ampare si ocurre eso– que usted le está tomando el pelo. Y asombrosamente es lo que ha ocurrido. Luego está la divertida coña de las grabaciones. Sabroso Cerdán, como José Luis Ábalos, no se reconoce en las grabaciones. Imposible no imaginarlo: «Señoría, no digo que no sea asombroso el parecido, pero yo no me reconozco en las grabaciones, ni en el seseo, ni en la aspiración de la /s/ final ni en la identificación de las “l” y las “r” implosivas».
Mantecoso Cerdán ha tenido quince días para destruir pruebas o esconderlas para su posterior gestión procesal. Aunque parezca raruco para la mayoría de los mortales quizás su abogado –delicioso: un independentista de las CUP– le insistió en que se comportase así con el objetivo de llevar a la Fiscalía Anticorrupción a sumarse a las acusaciones particulares para pedir prisión incondicional. Si va a ocurrir que comience a ocurrir cuando antes y se pueda llegar a un madrugador acuerdo para aligerar la pena. Mantecoso Cerdán, podría decirse, ha entrado en la cárcel para comenzar a cantar. En la élite del PSOE se ha llegado a un estado de terror paroxístico. Cuando ayer salió Pedro Sánchez se puso a hablar de la corrupción de la derecha, a la que dedicó más de la mitad de su breve alocución.
O es idiota –algo muy improbable– o está convencido de que el común de los mortales es oligofrénico –algo casi seguro–. En la veloz narrativa del PSOE Embadurnado Cerdán es ya un insignificante fenómeno atmosférico, una nubecilla a punto de desintegrarse y que no tiene nada que ver ni con Pedro Sánchez, ni con el Gobierno, ni con la dirección del partido ni con el partido mismo. Hace tres semanas su autoridad en el PSOE solo era inferior a la del mismo Sánchez. Ya puestos, y para los que gustan de comparaciones exculpatorias, no era simplemente el tesorero del partido, sino su jefe operacional, la mano derecha del secretario general, su embajador plenipotenciario para negociar pactos e incluso una investidura con un prófugo de la justicia española en territorio extranjero.
Quizás quepa aquí una pregunta: ¿un dirigente político decente, honrado y honesto es capaz de asumir una encomienda tan sórdida? Me parece que no. Un tipo que hace tal cosa, negociar una amnistía con los futuros amnistiados a cambio de siete votos para seguir en el poder, es un canalla dispuesto a cualquier desafuero –por grave que sea política y éticamente– para contentar a su jefe y consolidarse en la poltrona. Obviamente no Pedro Sánchez, pero nosotros, los ciudadanos, debimos desconfiar de la decencia de Embutido Cerdán desde ese preciso instante.
Y de la misma manera los ciudadanos –a mi juicio tampoco los militantes del PSOE, pero allá ellos– no pueden seguir estirando más su confianza en Sánchez. Los tres protagonistas de esta catástrofe –aunque sin duda se ampliará el elenco en los próximos meses– formaron parte de su núcleo duro durante casi una década y a dos de los mismos los designó como secretarios de Organización mientras la corrupción se extendía y hacía metástasis en el tejido conjuntivo del PSOE. El presidente no puede eludir una responsabilidad política tan obscenamente obvia. Debe convocar elecciones y dimitir de sus responsabilidades en el partido y en el Gobierno. Por vergüenza. Por no dilapidar la dignidad de su partido. Por respeto a la Constitución y a la democracia.
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