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Estefanía de Mónaco, la princesa rebelde se jubila

Estefanía de Mónaco, la princesa rebelde se jubila.

Estefanía de Mónaco, la princesa rebelde se jubila. / Redacción

Dicen que una retirada a tiempo es una victoria. Y una anticipada, una gozada. "Es hora de jubilarme. Me lo merezco, ¿no?", declaró hace unos días Estefanía de Mónaco, que en febrero cumplió 60 años, a la revista francesa Point de Vue. Que no cunda el pánico, ni mucho menos el ejemplo. Por mucho que nos dirijamos a la ventanilla de turno con idéntico argumento, Europa no está por la labor de dejar libres a sus veteranos tan pronto. Retiros legales: Francia lo elevará de los 62 a los 64. Holanda, Italia y Alemania cesan a los 67. Bélgica a los 66. Luxemburgo a los 65. España entre 65 y 67. Dinamarca está en proceso de subir el listón, hasta los 70. En el propio Mónaco, los trabajadores siguen en el tajo hasta los 65. Pero ni la norma ni la convención han casado bien nunca con la hija menor de Rainiero III y la actriz norteamericana Grace Kelly. Siempre ha hecho lo que ha querido, y no son precisamente números para llegar a fin de mes. Su hermano, el príncipe Alberto II, le ha otorgado una pensión anual de 800.000 euros. Así cualquiera transita con felicidad hacia las clases pasivas.

En la vida laboral de Estefanía Grimaldi aparecen cotizaciones magras y la profesión de cantante. Su carrera en el pop comenzó en los años 80 del siglo pasado y solo se prolongó un lustro. El despegue fue sensacional, con dos millones de sencillos vendidos en Francia de su tema más conocido Ouragan, que tuvo la versión en inglés titulada Irresistible. Fueron tiempos de atención mundial para la princesa que nació famosa, la benjamina del soberano de un pequeño lugar glamuroso y la estrella de Hollywood favorita de Alfred Hitchcock. Captó todos los focos cuando a los 17 años su madre fallecía en un accidente de tráfico con ella en el coche. Al volante, apuntaron rumores nunca confirmados y que, según aseguró con posterioridad, le dolieron más incluso que la vértebra que se rompió.

Veinteañera con carácter volcánico, de aspecto andrógino y poco amiga de los protocolos, su salto a la música llegó tras coquetear con la moda. Las chaquetas con hombreras y los bikinis triangulares que diseñó y lució en infinidad de portadas han vuelto a los escaparates, no así sus canciones a las listas de éxitos. El álbum que grabó en Estados Unidos en 1991 fue el último, un fiasco. Pero puso la voz en la canción In the closet, del disco Dangerous de Michael Jackson, bajo el seudónimo de Mistery Girl, que no es poca cosa. La princesa rebelde y el rey del pop.

Un vistazo a su biografía sentimental desmiente el tratamiento de Alteza Serenísima que le corresponde por cuna. Se casó con su guardaespaldas Daniel Ducruet, padre de sus hijos Luis y Paulina. Se divorció tras el escándalo por la publicación de una fotografías de su marido teniendo sexo con una stripper en una piscina. Empezó una relación con otro escolta, Jean-Raymond Gottlieb, con quien tuvo a su hija Camila, que es la viva imagen de Grace Kelly. "Mamá se lleva bien con los dos", afirmaba la joven hoy veinteañera en una entrevista, "ha sabido crear una tribu". O una troupe. Estefanía de Mónaco logró sorprender a su familia cuando en 2002 se unió a la gira europea del circo en el que trabajaba su novio Franco Knie, domador de elefantes, con quien vivió en una caravana. Un año más tarde se casó con el acróbata Adans Peres, de quien se separó al poco. Su fervor por el espectáculo no mermó por estos avatares románticos, y año tras año ejerce de madrina del Festival Internacional de Circo de Montecarlo fundado por su padre. Es una de las labores de representación institucional que realiza en nombre de los Grimaldi, de las que desea desligarse por la vía de los hechos consumados.

"He dado suficiente, y sobre todo he dicho todo lo que tenía que decir", zanjó la princesa en Point de Vue. Incluso para alguien tan acostumbrado como ella al escrutinio debe resultar desagradable recibir montañas de comentarios negativos sobre su aspecto, el de una mujer de su edad, insumisa contra el mandato de la eterna juventud. Quiere una vida apacible con sus dos nietas y sus hijos, en quienes confía para continuar con las actividades a las que se ha dedicado estos últimos años, como patrona de entidades culturales y juveniles. No dejará de mano, sin embargo, su asociación Fight Aids Monaco de lucha contra el sida con la que ha creado una casa de acogida para mujeres seropositivas y sus familias. "Soy más valiente que rebelde", afirmó hace un año la jubilada en ciernes. Debía estar liada ya con todo el papeleo de la pensión.

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