Opinión | Curva a la izquierda
¡¡¡Pedrooooo!!!

Pedro Sánchez. / EFE
No. Esta vez no es el grito de Penélope hacia Almodóvar. Es el de mucha más gente de la que usted imagina que se acoge al que todavía es presidente del Gobierno de España como a clavo ardiendo. Sí, el vilipendiado. El odiado. El calumniado y nunca reconocido presidente del Gobierno de España. Pedro Sánchez. Por cierto, hoy es su santo, felicidades. Aquel contra el que cualquiera puede disparar porque se ha convertido en deporte nacional. El que no ha podido encontrar peor mar y a lo que se ve, tampoco toda la tripulación le ha sido leal. Pero que ahí está, llevando ese velero al que se le acerca un peligroso trasatlántico con aire de matón que le exige aceptar al pulpo como animal de compañía.
Tiempos demasiado convulsos para, en pocas líneas, describir el momento difícil por el que atravesamos. No España, el mundo. El caldo de cultivo de la cultura neoliberal en la que estamos complica muchísimo la convivencia respetuosa y honesta entre las personas. El individualismo, la competitividad, la privatización de bienes y servicios, el capitalismo salvaje, el olvido y la criminalización de los desfavorecidos bloquean esa convivencia tranquila.
El auge de la ultraderecha en todo el mundo, con sus banderas de odio a los adversarios políticos, al inmigrante, a los diferentes, a los homosexuales… junto a su amor a las fake news, a los bulos, a las dictaduras… no hacen sino atormentarnos y meternos en una esfera de preocupación y temor.
El fascismo avanza arrollador e impone sus tesis miserables en los países pero también en las conciencias de las personas. Por si fuera poco, ahí tenemos las guerras y las invasiones, televisadas. Como si la gente que aparece se muriera de mentira. Como si al rato fuera a aparecer el director con la claqueta gritando ¡Corten! Pues no. La sangre es de verdad. Los lloros son de verdad. Las lágrimas no son fingidas. Ni hay maquillaje de guerra. Y los niños también se mueren de verdad. En Gaza ya más de 15.000. Es la guerra. La puta guerra. La de verdad.
La incandescencia irresponsable de Trump tiene que preocuparnos. Su primer mandato fue un desastre; promovió el asalto al Capitolio y fue condenado. Pero ahí está también. Todo puede saltar a su capricho. Ahora nos exige que invirtamos en defensa un 5% de nuestro producto interior bruto. Y ahí apareció Pedro. El especialista en navegar en las tormentas. En las luchas contra reloj. En las cuestas arriba. No ha tenido ni una semana de calma desde que llegó. Pero no debería estar solo. Es demasiado lo que nos piden. No podemos perder el nivel de bienestar social alcanzado. No podemos dejar de hacer lo que a cada uno de nosotros le corresponde hacer. Eso es conciencia social. Ya vale de disculpas como el «no está a mi alcance» o «no soy el ministro de Hacienda, ni el de Interior…» porque sí que soy un miembro más de mi familia, de mi barrio, de mi trabajo, de mis círculos de opinión, entonces debo no desatender esas oportunidades que son mías, que sí están a mi alcance y sobre todo que puedo y debo ejercer mi opinión no sólo con palabras, sino con el ejemplo, que es lo que más marca. Cada uno de nosotros somos parte del todo y tan responsable como el que tiene el poder. Así que protesta, opina, haz, educa, denuncia y dignamente podrás decir he cumplido con mi mandato. Aunque no te llames Pedro ni seas el presidente de este, todavía, maravilloso país. No podemos caer en el pecado social de encogernos de hombros.
Feliz domingo.
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