Opinión | Crónica parlamentaria
El recuerdo imborrable de Pedro Zerolo
Solo Vox, en una nueva exhibición de bajeza, no se une a solicitar la Medalla de Oro para el socialista

Poli Suárez, consejeros de Educación, este miércoles, en un instante de una de sus intervenciones desde el escaño. / María Pisaca
Todos los años llega al pleno el informe del Diputado del Común con la precisión con la que los bailarines entran en escena en los minutos finales de El lago de los cisnes. Al titular le ponen una silla al fondo del salón y es invitado a exponer un resumen de dicho informe. Como vivimos bajo la presidencia de Astrid Pérez (nota superflua: seguimos sin saber lo que cobra cada mes, algo casi tan misterioso como el expediente informativo abierto a Gustavo Matos) en este año la Diputada del Común, Dolores Padrón, entró en el salón de plenos cuando ya la presidenta de la Cámara le concedía la palabra, por lo que no pudo ni sentarse. Pero Padrón ha sido diputada durante bastantes años y reaccionó de inmediato, y se dirigió casi sin titubeos a la tribuna de oradores, y sus señorías adoptaron la habitual expresión compungida en estos casos. Cuánta injusticia en ese mundo. Qué dolor. Esto hay que arreglarlo. Tiene razón, tiene razón.
Padrón se ha tomado en serio su trabajo como diputada del Común, sin duda, y una de las pruebas es su draconiana decisión – que comentó de nuevo en el pleno – de abrir una investigación en el servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Canarias, en cuya puerta debería estar clavada la frase que Dante puso en la entrada a los infiernos: «Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate». En realidad el informe presentado por Padrón y ya debatido en la comisión parlamentaria correspondiente corresponde, en parte, al final del mandato de su antecesor, Rafael Yanes, y en parte a la política portuense, que va a mantener una actitud crítica y a reforzar la fiscalización de las administraciones públicas atendiendo a las reclamaciones de los ciudadanos. Pero Padrón ha debido encontrar pequeñas zancadillas en su entorno más inmediato y deberá enfrentarse a una pérdida de la fiabilidad de la institución. Anteayer, en la tribuna de invitados, estaba Antonio Alarcó, primer adjunto de la Diputación, cuyo insondable narcicismo aún no se ha recuperado del disgusto de no ocupar la plaza de Padrón, y a veces todavía se nota por aquí y por allá. La otra circunstancia, el desgaste de la institución, es más difícil de soslayar, porque hace ya varios mandatos la Diputación del Común ha sucumbido a la partidización – Padrón tiene tres adjuntos – y, hasta cierto punto, a la burocratización. Por supuesto, todos los portavoces parlamentarios elogiaron más o menos profusamente el informe y el trabajo de la diputada del Común y de su esquipo. Faltaría más.
En el pleno se sustanciaron muchas preguntas sobre información no remitida por el Gobierno, un poco más gandul que de ordinario en esta materia, y después llegaron las comparecencias, donde pastorean tranquilamente los consejeros como bestias prehistóricas con pieles tan gruesas que resulta imposible herirlos; el cero energético en La Palma, la tramitación del parque nacional marino del Mar de Las Calmas, la inversión de los aeropuertos canarios anunciada por Aeana, la denuncia de la Patafoirma Canaria de Educación Inclusiva por lo que consideran “tramitación irregular” del aun non nato decreto sobre atención a la diversidad. Poli Suárez, muy tranquilo desde su escaño, preguntó a la romanista Carmen Hernández “como van a presentar un borrador que no es sino un montón de anotaciones a un juzgado”. El interés más puramente político se concentró en las proposiciones no de ley, aunque el cronista recuerda vagamente, en el tenue sopor del mediodía, como su señoría Natalia Santana describía a Coalición Canaria y el PP como “los guardianes de las esencias del capitalismo” y remachó triunfalmente asegurando que “Adam Smith estaría contento”. Se me escapa totalmente como podría estar Adam Smith contento con ninguna decisión del Parlamento de Canarias. Tal vez la señora Santana crea que el señor Smith está contratado como fundador de la economía moderna por Lopesan o por Rodolfo Núñez. Cuando su señoría descubra por fin que milita en un partido de centro izquierda tibiamente socialdemócrata le dará un auténtico patatús.
Lo último destacable del pleno fue la pequeña, repugnante guarrindongada de Vox que rechazó la propuesta de reconocimiento con la Medalla de Oro de Canarias a Pedro Zerolo, fallecido ahora hace una década, después de lustros de activismo a favor de los derechos de los colectivos LGTBIQ+. Sin el compromiso de Pedro Zerolo quizás también se habría sancionado la ley que regula el matrimonio homosexual, pero hubiera tardado más. Zerolo, militante socialista pero activista universal abierto al diálogo con todos, es un ejemplo difícilmente superable de compromiso cívico, solidaridad e inteligencia democrática. La secretaria de Organización del PSOE, Nira Fierro, hizo un espléndido –e irreprochable -- retrato de Pedro Zerolo. Por supuesto, casi todos los grupos apoyaron la iniciativa política. Por supuesto, la excepción fueron los ultras de Vox. Javier Nieto utilizó un truco barato y bastante despreciable, dirigiéndose a Fierro para decirle que después de su intervención su partido no podía votar a favor la PNL. Al parecer Nieto había escuchado insultos y descalificaciones que nadie había oído en el salón de plenos. Nieto, que como buen exoficial de su promoción -- llego a alférez -- es fumador empedernido, casi se quedó sin resuello explicando que él era cristiano y en el Parlamento le habían faltado el respeto por ser cristiano, y eso era absolutamente intolerable.
El Parlamento pide la Medalla de Oro de Canarias a título póstumo para el histórico activista por los derechos del colectivo LGTBIQ+
Los diputados se quedaron mirando unos a otros, estupefactos, porque que se recuerde nadie se ha metido con las convicciones cristianas del diputado de Vox, que no representa a sus votantes en el Parlamento iraní. Al menos la mitad de los diputados canarios se definirían como cristianos, incluso como católicos. Vox, que defiende que patrulleras armadas impidan (a cañonazos si es imprescindible) que desembarquen pateras en las costas isleñas o que vincula directamente inmigración con delincuencia, se siente herida en su cristianismo en la persona del alférez Nieto. ¿Y qué tiene que ver su cristianismo mal herido, señoría, con el tributo de homenaje a un hombre digno y decente como fue Pedro Zerolo?
Nadie se engaña con Vox. Su desprecio a las víctimas es compatible con la bajeza de su victimismo. Lo más divertido es la indignación voxística cuando se les dice en la cara lo que pregonan sus eslóganes, sus discursos, sus retóricas: fascismo. Claro que como explica Michela Murgia en Instrucciones para convertirse en fascista los fascistas de hoy huyen de ser llamados así. Eso asusta a la peña. Hay que indignarse con el uso de esa palabra, al menos, hasta consolidarse en las instituciones democráticas, porque “esa es una de las grandes maravillas de la democracia: a diferencia del fascismo, siempre puede ser utilizada para destruir la democracia misma”.
Los alférez no conseguirán destruir está muy deficiente democracia ni podrán jamás oscurecer el recuerdo luminoso de un hombre como Pedro Zerolo.
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