Opinión | Editorial

Unidad en el fútbol femenino de Tenerife: un pacto generoso y que debe servir como espejo

CD Tenerife Femenino

CD Tenerife Femenino

Las directivas del CD Tenerife y el Costa Adeje Egatesa -antes UD Granadilla- rubricaron la pasada semana en el Hotel Mencey de Santa Cruz un pacto sin precedentes en el deporte canario y que resulta ejemplar por muy diversos motivos. El contrato suscrito entre ambos representativos encierra una gran demostración de generosidad y una apuesta por la igualdad en un contexto, el del fútbol profesional, hasta hace algunos años exclusivamente reservado a los hombres. No en vano, hubo un tiempo en el que resultaba extraño incluso ver mujeres en las gradas de los estadios; ahora, son parte esencial de la fiesta colectiva -y también el gigantesco negocio- que supone en España el deporte rey.

En palabras de Rosa Dávila y José Manuel Bermúdez, dos de los más firmes defensores de esta alianza, el convenio entre ambos clubes blanquiazules, válido y vigente hasta junio de 2032, supone «una enseñanza» para el resto de la sociedad insular. Es así porque las dos directivas firmantes han sabido aparcar las diferencias y centrarse en todo aquello que les une.

Frente a las divergencias, han logrado abrir un camino común que les mantendrá en idéntica ruta a lo largo de las próximas siete temporadas.

Durante las últimas semanas se ha debatido y discutido mucho acerca de las ventajas del acuerdo, que son numerosas y también elocuentes. Ahora bien, cabría detenerse a analizar igualmente cuántas han sido las concesiones realizadas por cada parte, algunas de ellas muy significativas, para así entender la complejidad y a la vez la importancia del acuerdo, que simplifica la estructura del fútbol femenino y multiplica las oportunidades para las deportistas canarias.

La UD Costa Adeje renuncia a su denominación y a su escudo, también a su primer filial y además cargará con la mayor cuota de responsabilidad económica durante la validez del matrimonio. En total, sufragará un 70% del coste de la estructura. De esta manera, salvará a la cadena de filiales del CD Tenerife de una demolición casi segura por el arrastre que habría producido el descenso del primer equipo masculino al fútbol no profesional, que ha venido aparejado de un sinfín de recortes y de una muy evidente rebaja en la previsión de ingresos para la próxima campaña.

Felipe Miñambres y Sergio Batista, presidentes de los dos representativos que ahora se fusionan -aunque mantengan su independencia jurídica, compartirán casa, escudo y colores-, han exhibido en estos días de negociaciones y ruido una altura de miras que ojalá pudiésemos encontrar en otros contextos y en otros ámbitos de nuestra sociedad canaria.

En vez de la confrontación, han elegido la unidad; en lugar de la división, han optado por aliarse para caminar de la mano. Lo han hecho en un momento donde aún el fútbol femenino se encuentra muchas veces con la incomprensión, el machismo o el nulo respaldo de una parte del entorno que ignora, no valora y tampoco respeta el deporte practicado por mujeres.

Los dirigentes blanquiazules de ambos equipos se han encontrado -ha sido una desagradable sorpresa, admiten- con la toxicidad y la resistencia de un sector muy interesado en que esta alianza no saliera adelante. Afortunadamente, han logrado sortear las dificultades y aplacar la furia de las redes con argumentos sólidos y un objetivo común: su determinación y firmeza en la apuesta por el fútbol femenino.

Se han encontrado con el aplauso unánime de las mujeres de distintas generaciones que habrían querido un acuerdo así para el tiempo donde pelearon por abrirse paso en un fútbol siempre dominado por los hombres. Valga como ejemplo el emocionado testimonio de María José Pérez, emblema e icono del deporte femenino del Archipiélago, que ha jugado para el Granadilla, el Costa Adeje y que ahora podrá lucir el nombre del CD Tenerife como culminación a su excelsa carrera: «Es un acuerdo histórico, ojalá lo hubiese disfrutado cuando era una cría».

Desde el próximo mes de agosto, el escudo del CD Tenerife -el club centenario que a todos nos une- lucirá en el escaparate brillante de la Liga F. Lo hará en un momento de incuestionable crecimiento del fútbol femenino, como así atestiguan los datos de afluencia a los estadios, la implicación de grandes clubes en la apuesta por su sección de mujeres -hace solo unos años se sumó con fuerza el Real Madrid a un elenco donde ya competían Barcelona, Atlético o Athletic- y los registros millonarios de audiencia en televisión.

En nuestra Isla, hace diez o quince años habría resultado inimaginable que el Heliodoro Rodríguez López, estadio que ahora compartirán los representativos de ambos sexos, acogiese a más de 10.000 aficionados en un partido de fútbol femenino. Ocurrió hace solo unos meses con motivo de la visita del FC Barcelona. Más del doble de público marcó el encuentro oficial que disputó la selección absoluta femenina en idéntico escenario, con una expectación que pulverizó todas las previsiones.

Lo que hace una década habría sido imposible incluso regalando las invitaciones, en 2025 se repetirá más veces gracias a esta fusión que lo tiene todo: solidaridad, generosidad y, lo más importante, compromiso por una igualdad plena. También en el fútbol, que llega tarde -pero llega- al momento de poner su reloj en hora. n

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