Opinión | Visiones atlánticas
HUGO LUENGO
Laberinto roto

Dentro del laberinto
El laberinto en la cultura europea representa un «ritual iniciático» de superación, de iniciación en la búsqueda de la identidad personal, el camino de los creyentes hacia Dios. Representa la muerte y el fracaso. En la historia del «laberinto», Alejandro Magno superó el «nudo gordiano» cortándolo con su espada. Asistimos a un cambio de era al arrastre de la revolución cultural de EEUU, que implica un cambio de ciclo en la filosofía política, con el desencanto de la vida democrática y el auge del universo reaccionario. Lo que llaman «la ilustración oscura» que conforma el nuevo paradigma, donde los patricios tecnológicos impiden a los estados redistribuir la riqueza, la igualdad de oportunidades, el libre mercado y la competencia. La democracia se pierde en el «laberinto» de administraciones y funcionarios que no se ocupan del ciudadano, sino del grupo que lo incluye y protege. Los partidos políticos quedan alejados de los valores, en beneficio del bien común.
Vemos en medios cómo nos alejan de la realidad, hasta el más ilustrado incapaz de explicarnos lo que pasa. El sistema controla el «relato», inoculando miedos climáticos, energéticos, económicos, biológicos y de seguridad para acallar al ciudadano. Maltrato emocional que manipula situaciones, para que duden de su percepción y cuestionen la realidad. Bajo la figura de «La Torre de Babel» veíamos el laberinto que forman usando las lenguas del revés. En la UE incapaces de defender con solidez sus principios, cuando tienen el teme resuelto. Cuando allí no encajan lo traemos a España para tensar los muros. Asistimos en Barcelona al uso equivocado de las lenguas, cooficiales-regionales, para elevar las apuestas. Nada se aprobó en el «puzzle roto» que decía García Page. Las políticas de muros sólo funcionan cuando se cuenta con economías, para enviar el problema al futuro. Le pasó a Zapatero en su año 7, cuando Obama le mandó a parar, con el estado de la «champions league» en quiebra.
Y nos pasa ahora con un estado en el «laberinto roto», cuyos síntomas principales se expresan en la «ley de amnistía», la «separación de poderes» y la «financiación asimétrica». Tensados en la globalización, en plenas guerras arancelarias y de Ucrania. Con el amigo americano y nuestros socios de la OTAN, que suben sus cuotas de defensa del 2% al 5%. No podemos estar en una sociedad sin pagar sus cuotas, ni en un estado sin presupuesto. El conflicto OTAN nos viene este mes. La UE observa esta huida adelante con estupor, con 4 temas en situación prejudicial, la amnistía, el tribunal de cuentas, el referéndum y la acción exterior. En la complejidad de nuestro laberinto nacional, se rompen las costuras de la Constitución. Apostando por un estado plurinacional asimétrico, que quiere regresarnos a la España previa a la Guerra de Sucesión (1701-1713), cuando se unificó justicia, escuela y se abolieron las aduanas interiores. Las 3 «Guerras Carlistas» del XIX son movimientos contrarrevolucionarios de retorno al pasado. En la debilidad de Madrid, con la Regencia de María Cristina (1833-40), las crisis de Isabel II(1846-49) y el periodo de Amadeo I de Saboya (1972-76). Debilidad hoy, que nos regresa al siglo XVIII, en un nuevo «carlismo catalán-vasco», liderado por el presidente de la nación única, cuando siquiera Francisco Largo Caballero (1869-1946), que lideró las revoluciones bolcheviques de España en 1917 y 1934, fue capaz de llegar tan lejos.
«Rotos» en la separación de poderes contra la justicia, a través de la «Ley Orgánica del Poder Judicial» y el «Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal» que rechaza el 70 % de los jueces y sus asociaciones. Se aseguran el control gubernamental en el acceso a la carrera y el FGE quedaría exento de prevención, control, rendición de cuentas y responsabilidad, laminando su diseño constitucional, que algún constitucionalista sitúa regresado al de la Dictadura de Primo de Rivera de 1926. Hemos llegado a un fin de ciclo, una huida hacia el pasado sin recorrido, limitado por la UE y por la OTAN que nos examinan. El «laberinto roto» creado contra la ley, será más fácil reconstruir con la ley. Una democracia liberal , que asegure libertad, igualdad y fraternidad, con división de poderes, que nos regrese del estado «bolivariano-peronista», que la mayoría de españoles no quiere y precisa revertir los desmanes de una etapa que se acaba.
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