Opinión | Retiro lo escrito

Esbozo de una genealogía

El presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa, en la sede del PSOE en Ferraz, a 12 de junio de 2025, en Madrid (España).

El presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa, en la sede del PSOE en Ferraz, a 12 de junio de 2025, en Madrid (España). / Gabriel Luengas - Europa Press

La clave de la implosión del cogollo del PSOE y de algunas pútridas ramificaciones está en las raíces del sanchismo. Un gran historiador belga, Henri Pirenne, bromeó una vez con La Chanson de Roland, diciendo que si los lectores hubieran podido a acercase a Roldán no hubieran muerto por su espada, sino por su hedor. La poesía épica siempre esconde putrefacción, adorno y embellecimiento. También la genealogía épica de Pedro Sánchez, que después de ser ignominiosamente obligado a dimitir como secretario general en octubre de 2016 y abandonar su escaño, decidió reconquistar la posición en una primarias que jamás debieron celebrarse. Era la chifladura de un perdedor enfrentado a todos los sectores de la élite del partido sin excepción: a los antiguos felipistas, a los antiguos renovadores, a casi todas las federaciones socialistas, incluida la todopoderosa Andalucía. ¿Qué tenía? Algunos alcaldes y grupúsculos de simpatizantes en Madrid y en varias provincias. Pero no podía contar con nadie de peso. Escarbó la olla de su único caldero. En esa olla lucían como callos o garbanzas o fideos gruesos dos individuos: José Luis Ábalos y Koldo García. Ábalos era un valenciano curtido, con capacidad para la organización, los cronogramas y el mando, aficionado a relajarse con fiestas, comilonas, damas de la noche. García representaba la fuerza bruta disciplinada por una lealtad perruna. Más tarde se incorporó Santos Cerdán o tal vez fue al revés. Cada uno tiene su historia con Sánchez, que prefería a Ábalos, al que le concedía recursos y astucia para el análisis político. Cerdán materializaba decisiones. García era el chófer, el guardaespaldas y gestionaba contactos. Algo importante: todos conocían y trataban a Begoña, la esposa del precandidato, que si no les hacía bocadillos para sus trayectos en el Peugeot es porque no sabía hacerlos. Desde su despacho Adriana Lastra informaba de los movimientos de los adversarios.

Con esos mimbres ganó Sánchez las primarias del PSOE a la Secretaría General en mayo de 2017. Los gerifaltes del partido, reunidos alrededor de Susana Díaz, emitieron una primera señal de alarma cuando Cerdán llegó a Ferraz con 26 cajas de avales a favor de Pedro. Como ha contado el presidente del Gobierno, «el bueno de Koldo» custodió sus avales toda la noche hasta que fueron formalmente entregados y contados. Sacó el 50% de los votos frente a Díaz y Patxi López. Llegó a Ferraz y cantó la Internacional puño en alto. En una foto inmortal se les ve en ese instante: Lastra, Cerdán, y junto al ganador, su esposa Begoña, y tras Begoña, Ábalos también alzando el puño. La pandi. Cerdán pone la mano libre sobre el hombro derecho de Lastra. Una pequeña garra pálida. Los del Peugeot jamás se llevaron bien con ella, nombrada por Sánchez rápidamente vicesecretaria general. Ábalos le echaba encima a Cerdán, no como un mastín, sino como un pequinés exasperante. Terminó exiliándose. Era perfecto. Ábalos como secretario de Organización y ministro de Transportes, con Cerdán como adjunto en la primera responsabilidad y Koldo García como asesor universal en la segunda.

Un cínico diría que el pecado de Sánchez no fue llegar al liderazgo del PSOE (y luego al Gobierno) gracias a esos muy sospechosos arrebatacapas, de una mediocridad intelectual deslumbradora, sino no eliminarlos al conseguir sus objetivos. Lo intentó con Ábalos porque reunió la suficiente información para constatar que era (hipotéticamente) un putero, un vividor y un trincón. Pero conservó y exaltó a Cerdán porque pensó que así podía controlar mejor a Ábalos y a Koldo. Tal vez tuvo dudas, pero sus buenos oficios como plenipotenciario ante Carles Puigdemont, amarrando el carísimo compromiso de Junts de no cegar la legislatura, y sobre todo el conocimiento de las ciénagas de Ábalos y Koldo le llevaron a cometer el terrible error de no apartarlo en el Congreso Federal del PSOE del pasado noviembre. Al elegir compinches siempre se busca lo más parecido a uno mismo. n

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