Opinión | Alas al viento

Graciliana Montelongo Amador

Compromiso con nuestra tierra

Una de las vallas publicitarias incluidas en la campaña de concienciación. |

Una de las vallas publicitarias incluidas en la campaña de concienciación. | / EL DÍA

Nuestro querido Pedro García Cabrera escribió en defensa de un mundo habitable y digno los poemas de Ojos que no ven (1977), en el que denunció la desidia y el abandono de los poderosos, así como el total descuido por la naturaleza y el medio ambiente. ¿Qué escribiría ahora el poeta al ver el deterioro en el que se encuentran nuestras islas? Canarias se vende como un paraíso, la pregunta es ¿un paraíso de qué…? En estos días en los que no he parado de moverme de un lado al otro de la isla, siempre en la guagua, o en el tranvía, por desgracia he podido ver cómo el paisaje iba cambiando. Los árboles, los jardines y las fachadas de las casas quedaron relegados a un segundo plano. Las vallas publicitarias ocupan ahora un lugar que no les corresponde. En los bordes de las autopistas, en las rotondas, donde también han colocado pantallas de gran tamaño para atraer la atención del conductor y consumidor. La idea, captar compradores a toda costa, sin importar las consecuencias. Pero resulta que hay una ley, la de Carreteras, que lo prohíbe desde el año 1989 porque estaba claro y comprobado (como en todos los países europeos) que las vallas publicitarias distraen la atención del conductor, y como consecuencia, se producen accidentes de tráfico. Pero si está prohibido e incluso se retiraron en su día, ¿cómo y por qué se permite su colocación? Preguntando a las personas competentes y expertos en el tema, dicen que los multan, pero no las retiran. Y otros dicen que no se habían dado cuenta de que estaban ahí, sin comentarios, pero me dejaron claro que tenemos que ser más respetuosos. Esto es en toda regla un atentado contra la naturaleza, contra el paisaje porque no han dudado en cortar árboles, en abandonar el cultivo, para colocar impunemente vallas publicitarias, que benefician a unos pocos. Vivimos, dependemos, directa o indirectamente del turismo para poder comer. Muchos de los hombres y mujeres que cada día soportamos esta realidad nos sentimos acosados y esto produce un efecto negativo que manifiesta la dejadez, la falta de sensibilidad por parte de algunos de nuestros políticos, a los que no parece importarles el lamentable y deteriorado entorno y ahora lleno de grafitis, de gente que viene de fuera y de gente de aquí, horroroso, el estado en que se encuentra nuestra tierra. La misma tierra por la que tanto luchó Pedro García Cabrera, un escritor del que sobresalen dos constantes a lo largo de su vida y su producción, su especial atención hacia el paisaje isleño, y su claro compromiso social. Seamos respetuosos con nuestra tierra, con nuestro entorno.

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