Opinión | Sangre de drago

Mas allá del TFG: amanecer de una vocación

Estudiantes esperan a entrar en las aulas para hacer el primer examen de la PAU.

Estudiantes esperan a entrar en las aulas para hacer el primer examen de la PAU. / Arturo Jiménez

Lo mismo debería llamarse «Primer trabajo postgrado». Porque a nadie se le ocurre imaginar que, a partir de este momento, un egresado no va a volver a elaborar un trabajo académico con rigor metodológico y finalidad formativa a lo largo de su vida profesional. La mayor parte de lo que se puede imaginar suele ocurrir y, desgraciadamente, esto también puede ocurrir, cerrando la puerta de la formación a lo largo de la vida. Graduarse no es el final del camino; es su inicio. Es, precisamente, a partir de ese momento, en el que se comienza a ser lo que se ha elegido ser y para lo que nos hemos estado formando en este periodo. No son puntos de llegada, sino reinicios del camino.

El objetivo no es aprobar la PAU con una calificación adecuada; no es obtener una calificación en cada asignatura para completar un expediente académico; no es graduarse… El objetivo es iniciar una labor de servicio público que responda tanto a una necesidad social como a una vocación personal. Y con el trabajo de fin de grado es con el que nos graduamos y comenzamos nuestra labor. La que sea. Pero la iniciamos. Ahora toca aportar a la sociedad que, hasta ahora, con justicia y solidaridad, nos ha ido dando las herramientas necesarias para ello. Toca iniciar el trabajo después del grado.

Es bueno estrenar. Comenzar a usar una prenda de ropa, unos zapatos nuevos, un nuevo coche, un reloj nuevo. Estrenar es comenzar el uso de algo por primera vez. Cualquiera que sea nuestra edad, estrenar es, en algún sentido, comenzar de nuevo. Hacer algo por primera vez. Alcanzar a abrir la puerta de un asombro renovado. Lo nuevo huele distinto. Es diferente. Rompe con la inercia de la costumbre. Nos saca del aburrimiento. Y terminar el Grado académico es un estreno en un amplio abanico de dimensiones de nuestra vida: es más que un reloj o unos meros zapatos. Es la vida entera la que estrena un nuevo comienzo. Es una reconfiguración simbólica de nuestra identidad. Suena distinto cuando se puede decir «soy médico», o «soy maestro», o «soy restaurador». Una reconfiguración existencial simbólica con vetas de realidad transformada.

Como en la bajada de la Virgen de los Reyes, en El Hierro; los bailarines danzan delante de la imagen, acompañándola durante un espacio determinado que, cuando concluye, son sustituidos por otros bailarines que hacen su propio territorio. Y entre espacio y espacio, así las llaman, están las «rayas» que lo limitan. Nuestra vida personal y profesional también tiene esas rayas que nos indican zonas distintas y momentos diferentes en el baile de la vida. A partir de ahora, tu baile será diferente, con un sonido distinto. Pero seguirá siendo un baile verdadero. Y son necesarias las rayas para que nos ayuden a tomar conciencia de que hemos de estrenar una manera nueva de afrontar la realidad que, siendo la misma, nos afecta de forma distinta.

A la vez, junto a la experiencia de estreno, se da la de despedida. Cualquier raya que distinga etapas en este complejo continuo que es nuestro existir, supone un abandono, una salida, un dejar atrás algo para asumir lo nuevo. Como la serpiente abandona su pellejo viejo, rejuvenecida y aligerada. Es la misma vida y, en su visión general, es mucho más lo que continúa; pero hay un abandono, también simbólico, al dar las gracias públicamente al final de la presentación del trabajo de fin de grado. Ese «muchas gracias» es una despedida agradecida y un estreno insospechado.

En la ciudad de Éfeso, un grupo de discípulos escucharon las palabras de despedida de Pablo de Tarso antes de hacerse a la mar. En ese discurso comenzó diciéndoles: «Cuiden de ustedes y de aquellos sobre los que van a tener responsabilidad» (Hch 20, 28). Pues esa es una buena forma de terminar y comenzar un tiempo nuevo frente a un tiempo antiguo. Con la misión del cuidado. Con la intención de cuidar. De poner cuidado en la labor a realizar a partir de ahora, comenzando por cuidar al cuidador. Por la atención y protección personales.

Trabajos de fin de grado o primero de los trabajos después del grado. Viene a ser lo mismo.

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