Opinión | Retiro lo escrito

Sin salida

Conferencia de Presidentes.

Conferencia de Presidentes. / EPC

Por supuesto la Conferencia de Presidentes que se celebrará hoy (es un decir) en Barcelona está condenada a reducirse a un significante sin ningún significado. Es simplemente un cacharro más para tirarse los unos a los otros a la cabeza. La comunidad política en este país, en general todo el espacio público, está fracturado, roto y se revela como crecientemente inservible. El lenguaje solo rinde honor a la mentira, el debate se sustancia en un cruce de navajitas plateás día y noche, los hechos han devenido, grosso modo, un asunto interpretable. Uno escucha a Pilar Alegría y entiende que para este Gobierno es interpretable hasta la ley de la gravedad. Eso sí, la ley de la gravedad mucho más discutible que la ley de amnistía. Ah, si Newton hubiera militado en el PSOE, podríamos flotar en el aire sin problemas. ¿Y no dijo ayer –o fue anteayer– la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, que su empresa, en cuyo vértice la colocó Pedro Sánchez con medio kilo al año de salario, no tenía absolutamente ninguna responsabilidad en el apagón que afectó a casi toda la Península Ibérica el pasado abril? Sí, exactamente, la misma Beatriz Corredor que al cabo de mes y medio todavía no ha ofrecido una miserable rueda de prensa ni, por supuesto, ha declarado en ninguna comisión parlamentaria.

Mucha gente se ríe de lo que ocurrió el otro día en Ferraz. A mí se me antojó casi angustioso. No me recordó ninguna película de sátira política, sino un filme apocalíptico. Ese momento previo en que se acercan los misiles nucleares, o el meteorito destructor está a punto de caer, o los zombis ya asoman la jeta putrefacta por la esquina de la calle. Ese instante exacto, cuando apenas quedan segundos de normalidad, en que la gente enloquece y todo es verdad y mentira, astuto y estúpido, atractivo y repulsivo, formalista y aberrante, lentísimo y fulminante, con esa mamarracha profiriendo memeces y patrañas grotescas, encantada de estar bajo los focos en medio del mogollón vociferante, toda su vida esperando las luces y los micrófonos, el protagonismo narciso que siempre se le niega a una aparatista pero que ella se ha ganado con sus torpezas, y el comisionista Aldama gritando mierdas y la aparatista corriendo y todo eso, y ahí arriba, en la quinta planta de Ferraz, Santos Cerdán escondido bajo la mesa de su despacho y tragándose medio bidón de callos que le han traído de Zalacaín. Tampoco ninguna rueda de prensa por parte del secretario de Organización. ¿Por dónde entra y sale Cerdán de la sede principal del PSOE? Probablemente por una alcantarilla. La derecha, torpe y tahúr, zaragatera y triste, la derecha que machadianamente ora y embiste cuando se digna a usar de la cabeza no critica, maldice, no analiza, vomita, no rechaza, insulta, no presenta un proyecto, excomulga, no se presenta como alternativa democrática, sino como solución mesiánica, Y tiene uno que escuchar a su líder definir al Gobierno como dictadura, y a Pedro Sánchez como capo mafioso y a España como un país que se está muriendo. Es la otra mitad del apocalipsis.

Canarias debe abandonar toda esperanza para colocar ningún asunto de su agenda en una interlocución imposible. Que el Tribunal Supremo se haya dirigido de nuevo al Gobierno central para que gestione las solicitudes de asilo de más de un millar de migrantes menores ahora acogidos en Canarias y asuma su tutela es irrelevante. El tiempo político se ha detenido en España. La legislatura ha muerto por consunción. En un país normalito se convocarían elecciones anticipadas. No ocurrirá así y el sistema político y sus instituciones continuarán degradándose, deslegitimándose, emporcándose. Lo peor es que no contamos que con la garantía de una nueva mayoría parlamentaria se higienizaría básicamente la democracia malbaratada por el sanchismo. Un sanchismo de derechas. Un espanto.

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