Opinión | El recorte

En estado de delirio

Pilar Alegría, junto a Fernando Sabés y el nuevo secretario del PSOE en Monzón, Carlos Dueso.

Pilar Alegría, junto a Fernando Sabés y el nuevo secretario del PSOE en Monzón, Carlos Dueso. / PSOE ARAGÓN

Como dirían en La Codorniz, la primera víctima de una guerra es el sentido del humor. En diciembre de 2018 se abrió una página web en la que un colectivo llamado Homo Velamine exponía de forma satírica y radicalmente crítica el tratamiento morboso que los medios de comunicación habían dado al caso de La Manada, una terrible violación múltiple ocurrida en Pamplona.

A unos no les hizo maldita gracia. Tiene un pase. Pero otros, simplemente, no lo entendieron. Creyeron que unos desaprensivos habían organizado realmente un tour en torno a la violación de la joven. El responsable principal del diseño y publicación de la página fue juzgado y condenado a año y medio de talego, a pesar de la oposición del fiscal. Hace unas semanas el Tribunal Constitucional declaró nula la sentencia entendiendo –como era obvio– que se trataba simplemente de una crítica feroz al tratamiento mediático de una salvajada.

Estos días se ha producido una colérica reacción de portavoces del Gobierno ante una conversación entre un guardia civil y un confidente en la que hablaban jocosamente de que habría que ponerle una bomba lapa al presidente Sánchez o contratar un sicario venezolano para acabar con él. La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, dijo que dónde está el límite en la campaña del «todo vale» de la oposición (¿de qué oposición?). Y en parecidos términos, apocalípticos y tronantes, se manifestaron Oscar López o María Jesús Montero, además de varios medios de comunicación santamente indignados.

En algunos medios, donde aún existe un pequeño reducto de vergüenza torera, se tardó muy poco en rectificar. Porque lo que de verdad se dijo en la conversación de marras, en tono más o menos burlón, es que al capitán de la Guardia Civil que hablaba, que por entonces investigaba trapos sucios del entorno de Sánchez, le podrían poner una bomba en los bajos de su coche o a mandarle un sicario venezolano para quitarle de en medio, si seguía por esa vía. O sea, algo que está a una distancia sideral de fantasear con un supuesto atentado contra el presidente del Gobierno.

Para justificar el error, en el caso que nos ocupa, no vale con afirmar que se carece por completo de sentido del humor. Habría que echar mano de un analfabetismo funcional extremo. O de una necesidad muy grande de tapar el intenso hedor de las conversaciones privadas hechas públicas entre la socialista Laura Díez y un empresario investigado por fraude fiscal al que se le pedían datos sucios que pudieran perjudicar a responsables de investigaciones incómodas para el poder.

No es casualidad que la Guardia Civil esté ahora en el punto del poder que resiste los escándalos como un gato panza arriba. La crispación de un Gobierno cercado por los escándalos ya no atiende ninguna razón que no sea la supervivencia. Primero fue el complot de los pseudomedios y la maquinaria del fango. Pero algunos bulos terminaron en los juzgados. Luego, obviamente, se incorporó a la conjura a los jueces de instrucción. Y ahora a la UCO, de la Guardia Civil, que investiga. Mañana será el país entero. Todo esto en psiquiatría tiene un nombre. No sé si es un delirio o una sicosis. Pero les pasa algo muy gordo.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents