Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | Venga, circule

Diecisiete con setenta y dos

Diecisiete con setenta y dos

Diecisiete con setenta y dos / El Día

Mientras hacía la compra ayer (justo después de salir de trabajar; permítanme decirles que no lo recomiendo. No creo que un estado mental agarrotado de tanto responder correos, preparar presentaciones de PowerPoint e ingerir cafés repugnantes de máquina sea óptimo para hacer una compra con fundamento) observé en la cola para pagar a un grupo de tres amigos, dos chicos y una chica, que no creo que tuvieran más de doce o trece años. La chica estaba cogida de la mano de uno de los muchachos. Los tres me parecieron tan, tan jóvenes. Tres caras redondas, blandas, casi sin formar, los tres más para esperar a que sus padres los recojan a la puerta del colegio que para dramas románticos o amorosos. Uniforme escolar impoluto. Me parecieron muy pequeños, aunque es verdad que desde que llegué a la edad que ahora tengo considero «demasiado pequeña» a cualquier persona que haya nacido después de mí. Durante un momento envidié la duración de su jornada lectiva y lo poco que parecían ser esclavos de Teams y Outlook. Nunca cambiaré, siempre considero horas perdidas todas aquellas que invierto en cosas que no me interesan más allá de para ganarme el sueldo, aunque me consuelo con que cada día trabajado es un día menos para jubilarme. Solo me quedan unos treinta y un años más, en lo que dura un latido de corazón o un parpadeo estaré apuntándome al Imserso. También es verdad que a los trece a mí los chicos en general me repugnaban, andaba mucho más preocupada por otros temas. En el instituto había comenzado –por fin- a usar bolígrafo para hacer los deberes ya que en primaria solo se nos permitía garabatear nuestras respuestas a todo con lápices. El argumento usado consistía en que todavía nos equivocábamos demasiado como para poder escribir nuestras respuestas con algo tan permanente. Supongo que nunca oyeron hablar del típex o de tachar y continuar como si nada. No sé si sigue siendo así ahora. Cuánto me alegro de haber dejado atrás esa etapa.

Diría que son muchísimas las personas que vivieron unos primeros años absurdos en los que los adultos que los rodeaban ejercían un control desmedido sobre todos los aspectos de sus vidas, ya no solo en el entorno familiar sino también en el escolar. Qué tipos de materiales podían o no usar -este tipo de libretas sí, este tipo de libretas no, por ejemplo-, supervisados en todo momento por caudillos de patio de colegio y puesto de trabajo asegurado de por vida, rostros ahora olvidados que abrían la sesión de inglés con acentos contrahechos de aquellos que estudian los idiomas a base de leer libros y se consideran a sí mismos aptos para taladrar cerebros brillantes en plena ebullición con un tono desapasionado y deprimente. Página siete del Student’s Book, este trimestre estudiaremos el verbo to be. Durante cuatro años lo único que se me enseñó en esas aulas atestadas de estudiantes fue el bendito verbo to be. Si tenías suerte algún profesor o profesora te entregaba un listado de verbos que tú habías de aprenderte de memoria, begin, began, begun; think, thought, thought. Llega un tanto tarde el momento en el que por fin entendemos las cosas que vivimos en el pasado, tan, tan lento que para cuando nos damos cuenta ya no formamos parte de ese futuro cuya llegada ansiábamos por la libertad que representaba. Nos convertimos en el presente en esa cola de supermercado, y el futuro sigue ante nosotros, esos tres críos que pagan a medias unas bolsas de papas y refrescos, sus mochilas pesadas, las voces aún agudas, de niños. Sin embargo, si reparasen en nosotros tanto como nosotros en ellos quizá también fuesen capaces de ver su futuro en esa misma fila también. Personas que tienen, muy a su pesar, una idea general de cómo transcurrirá ese amor preadolescente y la amistad que parecen mantener. Sea o no el tiempo el mejor de los maestros -algunos no aprendemos del todo nada de lo que nos enseña- para mí siempre fue, por encima de todas las cosas, un círculo.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents