Opinión | El recorte

Una jeta importante

Cartel en el que se anuncia el alquiler de una vivienda.

Cartel en el que se anuncia el alquiler de una vivienda.

El populismo reinante, a galope tendido, ha decidido dar otra vuelta de tuerca al problema de la falta de viviendas. No. No va a construir más vivienda pública. Van a perseguir a la propiedad privada. Si se pusiera un impuesto a los cerebros vacíos España batiría el récord mundial de recaudación fiscal. Pero de momento se van a conformar con castigar las viviendas vacías. El ladrillo donde tantas familias invirtieron sus ahorros porque les ofrecía más confianza que los bancos.

Una buena parte del aumento de las rentas de los hogares españoles se ha sostenido, en los últimos años, en los alquileres vacacionales. Muchos pequeños propietarios, gracias a internet, descubrieron cómo ingresar dos o tres mil euros mensuales limpios de polvo y paja alquilando sus casas a los turistas. Pero la felicidad no dura demasiado. Los gobernantes empezaron a poner sus ojos en este floreciente negocio que se producía por debajo del radar fiscal. Y decidieron meterle mano.

Como en este país no se han construido viviendas públicas y tenemos un vergonzoso parque público, a la cola de toda Europa, había dos soluciones: o construir miles de viviendas a toda prisa o, mucho más fácil, hacerse con las de la gente. La izquierda radical, que no cree en la propiedad privada –salvo en la suya– es partidaria de cogerlas por la cara. «Exprópiese», como decía Hugo Chávez. Pero como España aún no se ha convertido del todo en un estado bananero, aunque no es que le falte mucho, se han tomado el trabajo de disimular. En vez de entrar a saco robándole a la gente sus viviendas, lo que van a hacer es acogotarles de todas las maneras posibles para que las pongan en alquiler o para cargarse el alquiler turístico.

Lo de intervenir en el mercado de la vivienda no es nuevo. Franco lo hizo, en 1964, legislando a favor de los inquilinos y poniendo límite a la subida de los precios. El muy totufo hizo un estropicio que duró años. Lo mismo que están haciendo estos cantamañanas. Han intervenido el alquiler haciéndole la puñeta a los propietarios con limitaciones y regulaciones. Y el resultado es que muchísimos las han retirado del mercado. Ahora, para castigarles, van a emplumar con impuestos a los que tengan las viviendas vacías, para extorsionarles y obligarles a ponerlas en alquiler.

La peña no conoce a la gente de este país. Lo que van a conseguir es que los hijos, los sobrinos o los primos de los propietarios de una vivienda vacía se acaben empadronando en ella. Perseguir la lógica a través de las leyes es una estupidez, acreditada con miles de fracasos a lo largo de la historia. Subirán el IVA y castigarán con el IBI, pero la gente se lo pasará por el forro. Porque buscarán sistemas para burlar el manoseo de un Estado cada vez más totalitario que no cumple con sus obligaciones y quiere que lo paguen los contribuyentes. La tóxica regulación sobre alquileres, las zonas tensionadas y las limitaciones de renta están haciendo estragos allí donde se han impuesto. Los sindicatos quieren más salarios. Los empresarios más beneficios. Y el gobierno más impuestos. Pero las familias no pueden ganar más con los alquileres. Que les den morcilla.

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