Opinión | RETIRO LO ESCRITO

Los pepinazos

«Lo que deberíamos tener son planes de contingencia rigurosos en caso de que ocurra lo peor»

Barcelona 22/04/25 Sociedad. Imágenes de calles totalmente oscuras y actuación policial durante la noche del lunes 28 de Abril, tras el apagón eléctrico. Zona: eixample, consell de cent. Locales totalmente apagados y algunso con velas. Otros con problemas para cerrar las persianas eléctricas.  Turistas en la calle esperando a encontrar una solución para seguir su viaje. AUTOR: MANU MITRU

Barcelona 22/04/25 Sociedad. Imágenes de calles totalmente oscuras y actuación policial durante la noche del lunes 28 de Abril, tras el apagón eléctrico. Zona: eixample, consell de cent. Locales totalmente apagados y algunso con velas. Otros con problemas para cerrar las persianas eléctricas. Turistas en la calle esperando a encontrar una solución para seguir su viaje. AUTOR: MANU MITRU

Después del apagón de doce horas en la mayoría de la Península Ibérica –sobre el que el Gobierno español sigue sosteniendo simultáneamente que no se conocen las causas y que no se repetirá– un servidor escribió dos artículos recordando que Canarias se encuentra –por decisión del Ejecutivo regional desde 2023– en situación de emergencia energética. Fue el primer paso del equipo del presidente Fernando Clavijo para acelerar la modernización y reposición de los sistemas eléctricos canarios –seis– después de un crónico déficit de inversiones de cientos de millones de euros por parte de Red Eléctrica Española. Por cierto, todavía puede encontrarse en la internete incontables anuncios de la REE de inversiones multimillonarias en Canarias hace un par de años, hace un lustro, hace una década.

REE siempre ha tomado a los isleños por simpáticos oligofrénicos. A principios de 2021, y a la vera del entonces presidente Ángel Víctor Torres, Beatriz Corredor anuncio la interconexión eléctrica submarina entre Tenerife y La Gomera. Han pasado casi cuatro años y medio y todavía no está operativa. Y así, poco más o menos, todo. Es una mala y lentísima planificación en un archipiélago. En 2021 recibimos alrededor de 5.200.000 habitantes turísticos, una vez recuperados del covid. El año pasado superamos los 17 millones. Doce millones de personas más consumiendo –entre otras cosas– más energía eléctrica. Porque se debe subrayar que un turista gasta durante su estancia una media de un 15% más de electricidad que un residente. En el caso del consumo de agua, y en un hotel de cuatro estrellas, una media de un 30% más que los domiciliados en las islas.

Este año superaremos, sin duda, los 18 millones de turistas. Y nosotros, sus receptores, no cambiaremos de hábitos. Es uno de los rasgos más sorprendentes de la sociedad canaria del siglo XXI. Nadie está dispuesto a racionalizar su consumo eléctrico, al igual que el consumo de agua, aunque se produzcan apagones, como el de La Palma hace unos días, y por más que los cortes en el suministro de agua sigan afectando (vergonzosamente) a municipios enteros de Fuerteventura. Uno recuerda todavía campañas para evitar el derroche de agua y electricidad que hoy no se celebran. Ocurre lo mismo que con el automóvil privado.

Su uso y disfrute libérrimo de considera un derecho cuasiconstitucional, aunque nadie sincero ignora que no pueden reducirse sustancialmente los problemas de movilidad si no es limitando draconianamente la circulación de coches y motos. En una ocasión, antes de su primera y única campaña electoral, Gore Vidal le expuso a Kennedy las reformas que necesitaba la democracia estadounidense. Kennedy le respondió que estaba de acuerdo, plenamente de acuerdo, pero que para eso se necesitaba un mínimo de ocho años, y el político que iniciara ese cambio jamás sería reelegido.

¿Qué le queda al infeliz ciudadano más que coger el fotingo e ir hasta donde la cola le permita? ¿Se le va a negar ese diminuto desahogo? ¿De verdad que no puedo permitirme poner tres lavadoras los domingos y otras tres los miércoles? En el centro de mi ciudad puedes ver muchos pisos y apartamentos con su modesta decoración navideña todavía iluminada por las noches. ¿Por qué no debería hacerlo si los malditos turistas se pasean por campos de golf, se bañan en piscinas climatizadas, disfrutan de un spa o gozan de discotecas a las tantas?

Un amigo, ingeniero industrial, me cuenta que el pepinazo de algunos de los sistemas eléctricos en Canarias es, estadísticamente, casi inevitable. «Lo que deberíamos tener son planes de contingencia rigurosos en caso de que ocurra lo peor». Me lo quedo mirando. «¿Los tenemos?» Se ríe. «Te responderé como la Bienpagá: no sabemos si los sistemas resistirán, pero no habrá apagones». Y se ríe otra vez. Claro que él vive en Segovia.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents