Opinión | Observatorio
A vueltas con el vosotros

A vueltas con el vosotros / El Día
Uno de los rasgos más característicos de nuestra modalidad dialectal es la ausencia de la segunda persona del plural en todo el sistema verbal y de las formas pronominales vosotros, os y el posesivo vuestro; salvo en zonas de las islas de La Palma y de la Gomera y algunas de Tenerife, donde se mantienen como rasgos arcaizantes, el sistema pronominal del español de Canarias solo posee en plural las formas nosotros, ustedes y ellos, mientras que en la modalidad septentrional o castellana existe el correlato, vosotros, como plural de tú («vosotros os vais»), y un pronombre ustedes, como plural de usted («ustedes se van»). La ausencia de vosotros en la norma canaria hace que el pronombre ustedes haya ampliado su campo de significación y cubra los plurales de tú y de usted: «ustedes se van» diría siempre un canario sin necesidad de considerar si los receptores u oyentes deben ser tratados en su totalidad con confianza o si, por cualquier motivo, merecen trato de cortesía.
Sin embargo, aparte del vosotros arcaizante de las zonas citadas, es posible encontrar entre hablantes canarios un uso del vosotros que obedece, probablemente, a un mimetismo con la norma peninsular, pues tiende a utilizarse este extrainsular pronombre, con los pronombres átonos y desinencias verbales correspondientes («vosotros os vais» en lugar de «ustedes se van»), por entender que se trata de una forma más prestigiosa: «¡Qué tranquilos se os ve!» es parte del lema de una entidad bancaria canaria que acompaña al icónico reclamo publicitario. También se escucha y se lee vosotros en la conversación diaria («¿Ya os vais?») y con mayor frecuencia en discursos, conferencias, cartas y comunicaciones de diferente tipo: «A vosotros, distinguidos e ilustres congresistas, me dirijo con el máximo respeto», por entender, erróneamente, que este pronombre implica un uso más culto y prestigioso. Uso este del vosotros que ha sido bautizado con el nombre de vosotrismo o vosotreo.
Encontramos incluso alternancia de las dos normas, pero en la que ustedes, paradójicamente, se usa como forma familiar o no marcada, mientras que el vosotros lo hace como pronombre de cortesía: «¿Ustedes qué quieren tomar?», pregunta el camarero a su cotidiana clientela del barrio, pero recurre al vosotros, si considera que los recién llegados a su establecimiento merecen, por alguna razón, un trato menos familiar y más respetuoso: «¿Y vosotros qué deseáis?», les dice a los clientes foráneos, creyendo que de ese modo utiliza una modalidad más elevada y prestigiosa. Se alteran los usos normales que cualquier hablante canario realizaría utilizando su estándar de forma espontánea, esto es, «¿Ustedes qué quieren tomar?» en todos los casos, pues este cambio de la norma gramatical evidencia inseguridad y un cierto complejo lingüístico al otorgársele una superior valoración a los usos del español septentrional. Nos encontramos, pues, ante un caso de «vosotrismo» o «vosotreo» que se produce cuando en el contexto de la norma dialectal canaria (con seseo, con aspiraciones de eses finales, con guagua, gofio, millo y maresía…) el hablante renuncia a su natural y espontáneo ustedes en favor del castellano vosotros, un «vosotreo» de cortesía o de falso prestigio, pues el «vosotrista» utiliza un forzado vosotros solo en determinadas situaciones comunicativas.
Por supuesto, no habría nada que objetar si la decisión de utilizar el sistema pronominal septentrional o castellano se hiciera de manera consciente y consecuente, (sin ningún temor a que se muriera un baifo) esto es, a sabiendas de que se trata del estándar de otra modalidad del español donde vosotros es el familiar plural de tú y ustedes lo es de usted, con el consiguiente valor de pronombre de cortesía, pues la elección de una u otra de las normas que constituyen e integran la lengua española es un derecho que a nadie se le puede negar, por más que pudiera detectarse cierta inadecuación al entorno dialectal en que se encuentran los hablantes.
En realidad, hay que reconocer que lo expuesto entraña cierta complejidad y puede ser objeto de detenidos análisis lingüísticos ante la variada percepción de los hechos; no obstante, sí parece conveniente alguna recomendación al respecto, pues la falta de regularidad en las elecciones de tales pronombres puede ser manifestación de inseguridad y de deficiente dominio del lenguaje, como se percibe en esta misiva en la que un canario se dirige a un grupo de personas con un inicial «Os escribo para informaros de una próxima reunión…», y la concluye con un «Están todos ustedes invitados»; o los frecuentes cruces que se observan entre el pronombre y la desinencia verbal: «¿Ustedes me escucháis?» o «Espero que vosotros no se vayan todavía». En un artículo anterior («Siéntense y descúbranse», El Día / La Provincia, 1-10-2023) me refería a este híbrido entre los dos sistemas, esta vez en el propio ámbito universitario.
Hay que tener en cuenta, además, el hecho de que en obras de escritores de nuestro entorno, sobre todo en poesía, pudiera encontrarse el uso de vosotros, con sus correspondientes pronombres átonos y desinencias de segunda persona, que podría inducir a considerar que tal pronombre es elemento constitutivo de la norma canaria y, como tal, legitimar su uso en cualquier situación comunicativa; sin embargo, en lugar de rechazarlo o criticarlo, convendría considerarlo como un recurso literario o como una licencia poética, como lo son muchas de las llamadas figuras retóricas, como el apóstrofe, la prosopopeya, la metáfora o el hipérbaton, tan alejadas de la lengua común, pues no hay duda de que fuera de tales contextos literarios el vosotros, como el hipérbaton o cualquier otro recurso poético, se percibiría como un tipo de lenguaje afectado.
Aunque pudiera parecer anecdótico, podríamos argumentar que el equilibrio y la estabilidad del sistema pronominal meridional (sin vosotros) no provoca inseguridad ni las vacilaciones que se dan en el ámbito septentrional ni entre los vosotristas, como la expuesta más arriba, mejor ilustradas con las varias realizaciones del imperativo; así, suelen utilizarse formas anómalas como «*Salir» y «*Sentaros» en lugar de las normativas «Salid» y «Sentaos», frente a las indiscutibles «Salgan» o «Siéntense» que utilizaría, sin dudarlo, un usuario del sistema meridional (y canario). Muy sonado ha sido el caso del verbo ir(se), cuyo imperativo, id, seguido del pronombre os debería haber perdido la d, esto es *íos, siguiendo la norma del español septentrional o castellano; sin embargo, descartada, por diversas razones, esta forma, el uso general ha mantenido idos, que convive con el también, en principio, anómalo iros, formas que la Real Academia, ante la sorpresa de muchos, ha otorgado absoluta validez. No se plantearía ninguna duda el hablante canario, dialecto que, como otros dialectos meridionales, tiene como imperativo de segunda persona del plural de irse la única forma «Váyanse».
Podría sugerirse que a efectos didácticos se promueva como propio de nuestro estándar solo el sistema pronominal y verbal sin vosotros (os) ni las desinencias verbales correspondientes (nosotros cantamos, ustedes cantan y ellos cantan), sin dar carta de naturaleza al «vosotreo» por ninguna de las razones, ni siquiera las que pudieran sustentarse en un origen literario, por considerarlo un modelo superior a nuestro estándar ya consolidado.
Precisamente por eso, por proteger la estabilidad del actual sistema, desde el punto de vista didáctico entendemos que debería evitarse cualquier tipo de interferencia que pudiera dificultar el normal proceso de adquisición de la lengua, que habrá de iniciarse, en primer lugar, y por encima de otras normas, a través de nuestra propia modalidad dialectal.
Es probable que se adujese que estas recomendaciones sobran y que todas las variantes deben ser respetadas, pues legítimo es aceptar el dinamismo de toda lengua viva, aunque a estos efectos parece conveniente estar atentos a la excesiva variación y a la incontrolable celeridad de los cambios, no sea que puedan actuar en contra de un correcto aprendizaje.
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