Opinión | Reflexión

Necesitamos creer, contar bien y construir juntos un REF útil, vivo y compartido

En un mundo donde cada titular parece una trinchera, donde todo se juzga antes de comprenderse, donde el escepticismo se confunde con rigor, hay una pregunta que incomoda y, al mismo tiempo, lo revela todo:

¿Cómo queremos que la gente confíe en nosotros, si no somos capaces de hablar bien de lo que construimos juntos?

No se trata de maquillar la realidad. Se trata de no dinamitar lo que, con esfuerzo colectivo, puede sostener nuestro futuro.

Porque un territorio sin confianza es un territorio sin inversión, sin arraigo, sin ambición compartida.

El Régimen Económico y Fiscal de Canarias no es solo un marco jurídico. Es una promesa: la de compensar las distancias, activar la economía real y construir oportunidades donde antes solo había aislamiento.

Pero una promesa se agota si no se actualiza. Si no se adapta. Si no baja al terreno. Y sobre todo, si no se explica con verdad y con fe.

El REF es útil. Puede ser aún mejor. Pero no será nada si solo lo usamos para denunciar y nunca para inspirar.

Cuando hablamos del REF hablamos de nuestra capacidad para crear riqueza en nuestras islas, transformar empleo en futuro, atraer talento y estar conectados al mundo sin dejar de ser quienes somos.

Eso solo se logra si dejamos de ver al REF como un papel firmado, y lo vemos como una herramienta de país. Una herramienta que debe ser clara, accesible, ágil y flexible que debe premiar a quien construye, no castigar al que arriesga.

Hay quien dice que ya nada funciona. Que todo son trabas. Que todo es humo. Que todo está politizado.

Pero quienes sí creen —y actúan— ya están generando empleo. Ya están atrayendo inversión. Ya están diversificando.

Porque mientras algunos dudan, otros invierten. n

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