Opinión | Canarismos

Donde el perro se come los huevos...

Varios huevos y dinero

Varios huevos y dinero / Ricardo Rubio - Europa Press

...allí deja los cascarones

En el largo proceso de domesticación emprendido por Homo sapiens milenios atrás, ya se trate de ganado (cabras y ovejas, fundamentalmente), de animales empleados en las faenas agrícolas o en tareas de carga y montura (como el burro, el buey, el caballo o el camello) y los llamados animales de compañía (como perros y gatos), cada uno de estos grupos han ido asumiendo distintas funciones asignadas por el hombre conforme a un, tácito o expreso, criterio de «división del trabajo». De entre todas estas especies, el canis lupus familiaris o perro doméstico, siendo uno de los primeros animales silvestres en ser domesticados, ha acompañado al hombre desde hace algunos milenios asumiendo un rol de protector/guardián y desde entonces se han convertido en inseparables. Resultado de este proceso y de la convivencia es la instrumentalización de los animales domesticados que sirven de modelo comportamental en la elaboración de refranes, dichos o frases proverbiales. En este procedimiento de observación-constatación-conclusión por el cual el vulgo construye rudimentariamente sus propios asertos, los animales asumen una función pedagógica pasando a formar parte del imaginario como arquetipos o estereotipos. De modo que su comportamiento sirve de ejemplo y enseñanza a las relaciones humanas subyacentes. El papel del can en el trato con los humanos va desde animal de caza, pastor/cuidador del ganado, guardián de la casa y fiel e inseparable «amigo del hombre». Convirtiéndose así en una figura fundamental, de entre todos los animales, a la que se recurre con frecuencia como personaje de dichos y expresiones fabuladas. Buena prueba de ello es el amplio elenco de frases, giros o modismos que en el repertorio fraseológico popular canario tienen como protagonista a este animal. Veamos algunas de ellas: «A perro viejo no se le hacen muecas» que advierte lo difícil que resulta engañar a una persona experimentada; «cada perro a su echadero», que se emplea para indicar que ya es hora de recogerse; «cuando uno está de malas, hasta los perros lo mean», refrán que explica que las desgracias nunca vienen solas; «el que con perros se acuesta, aullando se levanta», de las compañías que se frecuentan se terminan contagiando hábitos y maneras; «perro echado, mucha hambre aguanta», se dice de manera jocosa a alguien dado a gandulear y por tanto no necesita comer mucho; «perro mordido no juega con niños» que se refiere a quien ha recibido algún escarmiento, se vuelve temeroso. Y así, un largo etcétera de frases que tiene como protagonista a nuestro canino amigo.

«Donde el perro se come los huevos, allí deja los cascarones». Este refrán perruno aconseja o sugiere frente a alguien que insulta, agrede o hace algún mal, que hay que replicarle en ese momento. La frase nos traslada la figura del perro comiendo huevos [recuérdese aquel otro decir que advierte: «El perro que está acostumbrado a los huevos no hay dios que se los quite», para significar que los hábitos arraigados no son fáciles de corregir] y que en el mismo lugar que se los come deja las «cáscaras» o «cascarones». Lo que sugiere la idea de inmediatez. Es decir, que las cosas hay que cogerlas/hacerlas en caliente porque si se dejan para después se corre el riesgo de quedarse «esperando a los huevos del gallo» (que se emplea para advertir de algo imposible de afrontar por ser demasiado tarde).

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