Tiempos de oscuridad o la banalidad del mal

No voy a referirme a figuras como Jaspers, Hermann Broch o Bertolt Brecht sobre las que Hannah Arendt, filósofa e historiadora estadounidense, en , Hombres en tiempos de oscuridad, describe el concepto de la «banalidad del mal» acercándose a estos personajes guiándose por su concepción filosófica acerca de lo que puede y debe saber un ser humano ante acontecimientos imprevistos.

Los tiempos de oscuridad no son iguales ni siquiera nuevos, ni una rareza sino más cotidianos de lo que nos pueda parecer. Y aun en los tiempos más oscuros y confusos tenemos derecho a exigir y no esperar sine die tras el invento fallido de comisiones de investigación que se diluyen en el tiempo, una deseable iluminación que se aleje de la banalidad del mal que se puede causar.

Hannah Arendt dio forma al concepto la «banalidad del mal» para expresar como el poder en su actuación dentro de las reglas del sistema sin apenas reflexión sobre sus actos se despreocupa por las consecuencias de sus acciones, y solo por ejecutar el cumplimiento de las ordenes de unos y otros, del amigo como del enemigo, del magnate como del retórico adornado de palabras huecas. No hay dilemas morales ni repulsión; el mal ni siquiera parece mal, nadie se responsabiliza, como si aparte de una banalidad pasara de largo acompañado por la oscuridad que nos obliga a pensar que es inconcluso; su repetición es una constante en aquellos que se creen con un poder omnímodo, olvidándose de la historia que registra que el poder tiene fecha de caducidad, no es eterno, confundiéndose que de todas las ilusiones la más peligrosa consiste en pensar que no existe sino una sola realidad, la suya.

No se percatan o no quieren hacerlo que el mundo cambia aceleradamente a su alrededor, hasta que llega un momento, andando el tiempo, que tienen que tomar una decisión, la gran decisión de trasformar ,con más fuerza si cabe, la mentira en la gran verdad, lo que desde el asombro comprueban como sus ordenes ya no dicen nada, son meros ruidos que no se traducen en actos ni siquiera en un imposible en esa misma oscuridad donde se ha banalizado el mal donde el poder se había desplazado, ya no era el máximo ejecutor de ordenes que ahora camina a tientas hacia al vacío.

El personaje magnifico había dejado de ser el amo del mundo.

Llegándose entonces a la clandestinidad de la persuasión donde el acumulo de equivocaciones y falsas expectativas abren el camino de los errores aflorando cuestiones que por exigencia de la propia dinámica de la historia nos introduce en capítulos donde «brillan» tiempos de oscuridad y que no se llegue a explicarnos cómo es posible que en una sociedad que se pronuncia por el intento decisivo de una moral equidistante, que practica el igualitarismo , estos quiebren en un momento inesperado donde la lucidez, el relampagueo de las inteligencias se trastocan por la falsa placidez de la oscuridad arrancando una displicencia que contribuye al mal humor, ya que aun en épocas de oscuridad se debe rescatar aunque sea una débil luz que ilumine al menos con más claridad donde está la trampa y el cartón, que aunque sea difícil ,si podemos hacerle caso a Max Weber «los hombres tal vez no alcanzarían lo posible si no intentan de vez en cuando conseguir lo imposible» .

Pero para eso la ausencia de héroes es evidente.