El valor de Europa (con Proust)

En este mes de mayo se cumplen 75 años de un discurso histórico que consideraba necesaria una cooperación europea (Declaración de Schumann) y que, un tiempo después de aquella dura posguerra, se convertiría en un sueño cumplido: ver una Unión Europea democrática con veintisiete países miembros.

Ante la incertidumbre económica y política que recorre gran parte de la eurozona, no debemos olvidar y celebrar con orgullo una de las mayores fortalezas de las que disfruta Europa: su desarrollo continuado en derechos sociales y logros culturales. Y un testigo privilegiado de esa evolución es el arte en plural, que ya desde siglos atrás venía mostrándose en museos públicos y privados como modelo de cooperación europea e internacional con las obras reunidas de varios países. Y ese mismo hecho lo podemos disfrutar ahora en la exposición Proust y las artes, abierta hasta junio en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, y que incorpora mayoritariamente a artistas de Francia, Italia, Reino Unido, Países Bajos, España…

La muestra se sirve del escritor Marcel Proust (1871-1922) como testigo de esa evolución y modernización de Europa, a través de ciertos personajes de su propia novela, En busca del tiempo perdido, donde el arte literario es cómplice de otras artes como la pintura y su innovadora mirada hacia la naturaleza (Monet, Helleu), la vida moderna (Renoir, Madrazo), el nuevo desarrollo urbanístico (Pisarro) o el envejecimiento físico humano (Rembrandt). También, en relación al arte textil (Fortuny), los libros (Ruskin), la fotografía (ballets rusos, el automóvil) y la mirada exótica hacia afuera (Japón). Además, sin olvidarse del pasado material y espiritual europeo (las catedrales, el urbanismo de Venecia, Giotto, el Greco, Vermeer…).

Para el comisario de dicha exposición, Fernando Checa Cremades, «la verdadera vida está en el arte», como describiera el propio Proust. Para él, experto en maestros del arte antiguo, esta muestra sobre un artista contemporáneo era el proyecto secreto de toda su vida porque, como ocurre en la propia obra literaria proustiana, se conectan las artes entre sí, y porque se pretendía reflejar a la sociedad en su conjunto. Fernando Checa fue director del Museo del Prado y también comisario de la muestra itinerante sobre el legado artístico de Flandes en la isla de La Palma (2004). Tras visitarse «Proust y las artes», podría intuirse que, con las obras de arte, es posible recuperar o recobrar el tiempo pasado o «perdido» al sentirlas como «símbolos de resurrección» de todo un país o civilización.

También, en estos últimos meses ha aparecido una nueva edición en castellano de la obra mencionada de Proust En busca del tiempo perdido. La nueva versión se debe a Mercedes López-Ballesteros, con la primera parte ya en las librerías, Por el camino de Swann, de las siete que componen esa obra completa. Decía Mercedes en una entrevista reciente que llevaba traduciendo a Proust toda la vida por amor consigo misma y hacia otras personas cercanas…, y recordaba una de las frases claves del autor: «La palabra humana está relacionada con el alma». Ahora, ya ha terminado de traducir la segunda parte (A la sombra de las muchachas en flor) y que seguirá adelante con el resto. Su objetivo principal es seguir dando con la brevedad, concisión y contundencia del escritor francés.