Opinión | A babor

Cinismo y cobardía

Reubicación de menores migrantes

Reubicación de menores migrantes

Hay derrotas que retratan mejor que cualquier discurso el naufragio de una política. Lo ocurrido en la Comisión Sectorial de Infancia fue una de esas derrotas. No hubo acuerdo, ni hoja de ruta, ni voluntad. Solo ruido, reproches y, de nuevo, el bloqueo para Canarias, tras años de un perverso tira y afloja entre el Gobierno y el PP. Pero lo más grave no es eso. Lo más grave es la indecencia de seguir utilizando a los menores migrantes como arma política. Gobierno y oposición lo hacen por motivos diferentes, pero el resultado es el mismo: los menores siguen atrapados en el limbo mientras unos y otros se cruzan insultos.

El Gobierno, que exigía una reforma legal para obligar al reparto de menores no acompañados, lleva semanas resistiéndose a aplicar su propio decreto. Ha incumplido los plazos, ha ignorado la sentencia del Supremo que le obliga a acoger a más de mil menores solicitantes de asilo, y ahora se parapeta en tecnicismos para justificar la parálisis. Ni un plan, ni una fecha, ni un compromiso: todo está “en estudio”, mientras la situación en Canarias se acerca cada vez más al colapso.

El PP no se queda atrás: mientras Feijóo firmaba en Canarias un pacto para garantizar el reparto, sus presidentes regionales maniobraban para impedir que ese acuerdo llegara a cumplirse. Triquiñuelas jurídicas, objeciones de forma, recursos ante el Constitucional… Todo ha valido para evitar que las regiones gobernadas por el PP acojan a un solo niño. La excusa es mantener la legalidad, pero la razón de fondo es otra: el pánico del PP ante la posibilidad de que, si se atreven a contrariar a Vox en sus feudos, pueden perder el poder en alguna de las Autonomías. O hacer más difícil un acuerdo de gobierno con Abascal tras las próximas elecciones. El PP ha optado por sacrificar cualquier principio ético antes que incomodar a su único socio potencial.

Para el PSOE es estupendo que eso ocurra: sitúa a los populares en el lado más insolidario y cobardica de la carcundia, descuartiza su percepción como partido moderado y presenta a Feijóo como rehén de Abascal, como un líder incapaz de imponerse a sus barones y sin altura moral para hacer lo correcto. Para hacer, en definitiva, lo que se comprometió a hacer cuando firmó el pacto por la emigración con Fernando Clavijo.

Con un cinismo insoportable, el Gobierno juega a denunciar la incoherencia del PP y su complicidad con Vox como si eso eximiera al sanchismo de hacer lo que debe. Porque sí, es cierto que las regiones gobernadas por el PP no han acogido aún a ninguno de los menores que les correspondería atender. Pero tampoco lo han hecho las del PSOE. Ni una sola. Ni siquiera las más comprometidas en el discurso solidario y bla-bla-bla. El PSOE prefiere sostener un relato del que espera sacar rédito electoral. Denuncia la hipocresía del PP, al que acusa de falsear la realidad cuando las regiones aseguran no disponer de medios suficientes para acoger a los menores. Pero esa es la misma excusa —calcada— que utiliza el propio Gobierno para no cumplir la sentencia del Supremo que le obliga a hacerse cargo de los mil chicos que han solicitado asilo. Dice el Gobierno que carece de recursos para atenderlos. Y lo dice el Gobierno de Sánchez. El mismo que envió a Canarias a un secretario de Estado a reírse en nuestra cara de la situación de saturación y colapso de los centros, alegando que era imposible que toda una comunidad autónoma no pudiera atender a “unos pocos miles de pibes”. ¿Canarias debe acoger a seis mil chicos y chicas migrantes, pero el Estado no tiene recursos para dar asilo a mil?

No suelo expresarme así, pero hoy necesito decir que son unos sinvergüenzas. Mienten con inhumano desparpajo. No les preocupa lo más mínimo el miserable estado de amontonamiento y sordidez en el que viven esos miles de chicos mendigantes. Y lo hace el mismo Gobierno que se gasta 120.000 euros en contratar a una empresa de amigos para que limpie La Mareta cuando Sánchez viene de vacaciones.

Y aquí seguimos: Canarias, con casi seis mil menores bajo tutela y la creciente amenaza de otro verano de colapso. Con recursos agotados, personal al límite y una red de acogida que se sostiene por la voluntad humanitaria de un personal que lleva años peleando y ya no puede más. Clavijo logró sacar adelante una reforma legal que parecía imposible: negoció, pactó, cedió. Y ahora que toca cumplir, nadie está dispuesto. Pero el calendario no espera. La presión sobre el sistema canario de acogida aumenta. El horizonte de junio para empezar las derivaciones ya es una quimera. Y si hacia agosto no están automatizadas, el verano volverá a ser un infierno.

Es falso que detrás de este bloqueo haya “desacuerdos técnicos”. Esto es un fracaso político fruto del egoísmo. Es la evidencia de que ni Gobierno ni oposición quieren una política migratoria justa, solidaria y coherente. Es también otra prueba más de que, cuando el interés del poder central choca con Canarias, esta tierra siempre tiene las de perder.

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