Opinión | Retiro lo escrito

El REF como cornucopia infinita

Carmen Aguado y Cosme García en la comisión del Parlamento que estudia la modificación del REF

Carmen Aguado y Cosme García en la comisión del Parlamento que estudia la modificación del REF / Miguel Barreto / EFE

Les aseguro que procuro hacer un ejercicio de respeto en todo este asunto, pero también reconozco que me cuesta mucho no soltar una carcajada. Mucho más divertida que la comisión de investigación sobre la compra de material sanitario durante la pandemia de 2020 – un ejemplo de mezquino y torpón cinismo – es la comisión parlamentaria para la reforma del REF, entendido como zurrón normativo donde puede y debe meterse todo para bienestar de los canarios y sus hijos, nietos y tataranietos del futuro. Por ejemplo, Sonia Mauricio y Orlando Luján consideraron necesario de la Reserva Canaria de Inversiones (la RIC) no puede seguir siendo de uso exclusivo de los empresarios. Debe abrirse a cualquier ciudadano que se le antoje. “Y los autónomos igual”, han agregado. Ya sospechaba yo que los autónomos no son considerados ciudadanos. La cuestión es que los ciudadanos canarios, según ambos especialistas, “Deberían materializar la RIC directamente emprendiendo sus negocios o a través de mercanismos de inversión indirecta en instrumentos financieros que respalden proyectos de inversión” en las islas. Digo yo que si se trata de un negocio ya no hablamos de ciudadanos, sino de empresarios. Pero lo más sorprendente es la lucidez de los susodichos expertos no les alcanza a entender que el salario medio en Canarias es de unos 1.630 euros brutos, una incómoda realidad que dificulta considerablemente meter demasiadas perras en “mecanismos de inversión indirecta”. La gente que gana 21.000 euros al año suele tener vicios ocultos como una hipoteca, un alquiler, pibes y pibas en edad escolar o sacándose una carrera, los costes de su vehículo para desplazarse, la necesidad de vez en cuando de comprar ropa bonita y barata y cosas así de guarrindongas.

Eso no es todo. Si metes un tenedor lo suficientemente imaginativo en la cornucopia y estiras el brazo siempre habrá algo más que rascar. Los expertos antecitados tienen la convicción que deben anclarse en el REF bonificaciones en las cotizaciones a la Seguridad Social y, ya puestos, deducciones en la cuota del IRPF, ideacas que comparte el comisionado del REF, José Ramón Barrera. Más chuches: el señor Luján propone que se suba el mínimo personal y familiar por el que no se tributa en Canarias. Actualmente todos los españoles, según la legislación vigente, pueden no someter a declaración hasta 5.500 euros. En el REF podría contemplarse que hasta 7.500 euros, por ejemplo, quedarían exonerados. ¿No es magnífico? ¿Y materializar la RIC en todo lo que tiene que ver con Inteligencia Artificial y software? Realmente sabrosón.

No termino de entender el sentido de estos juegos florales de la refmanía. Por supuesto que el REF resulta un instrumento imprescindible en el desarrollo y estímulo de una economía próspera y sostenible para Canarias. Pero querer transformarlo en una caja sin fondo de regalos y regalías, de excepcionalidades y bonificaciones a la ultraperiferia distorsiona su propia naturaleza instrumental. El REF no puede funcionar en el vacío y uno de los principales déficits de la economía canaria, precisamente, es un mercado de inversión. Cuesta horrores reunir gente que aporte 50 millones de euros para un proyecto empresarial. Pero ni siquiera esto representa la principal reserva hacia ese REF chiripitiflaútico de los expertos, una ganga que difícilmente se admitirá en Madrid ni menos aún se defenderá en Bruselas. No se puede plantear un REF así de engolosinado y al mismo tiempo pedir una limitación de residencia o de adquisición de inmuebles por ciudadanos de la UE. Los análisis y las propuestas sectoriales carecen de sentido si no se las digiere, rechaza o admite en un sistema de interpretación que evalúe oportunidades y alternativas. Este es el tiempo ya de análisis multinivel en disciplinas, modelos, territorios, marcos jurídicos, movimientos financieros, cambios geopolíticos. No (solo) de comisiones parlamentarias.

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