Opinión | EL recorte

Menores, vuelva usted mañana

Imagen de archivo de una cooperante de Cruz Roja asistiendo a dos menores.

Imagen de archivo de una cooperante de Cruz Roja asistiendo a dos menores. / ED / LP

“Vuelva usted mañana”, decía Larra de lo público en Españolandia. Aquel país de funcionarios con visera y manguitos que no solucionaban nada aunque cobraran por todo. Durante casi dos años, el Gobierno Peninsular se enfrentó, con esa misma mentalidad, a las protestas de Canarias por el hacinamiento de menores migrantes no acompañados. Manejaba un solo y sólido argumento: para poder solucionarlo era condición inexcusable modificar el artículo 35 de la Ley de Extranjería.

El presidente del Menceyato Canario, Fernando Clavijo, se puso a la impropia tarea de negociar con Dios y con el Diablo —el Diablo vive en Bélgica— una mayoría suficiente para ratificar esa modificación. Y milagrosamente lo logró. La nueva redacción, aprobada por el Congreso de los Diputados, contempla la obligación de las Comunidades Autónomas de atender al reparto de menores extranjeros no acompañados, especialmente en ‘situaciones de contingencia migratoria extraordinaria’ y regula los criterios de ubicación y reparto entre las diferentes regiones.

Bueno, dos años después, problema resuelto. ¿No? Pues no. Resulta que no. Ahora, modificado ya el puñetero artículo, seguimos en las mismas. Con las Comunidades cerradas en banda a aceptar que esto es un Estado solidario, un todo que es más que la suma de las Viva Cartagena que son sus partes. Y el mismo Gobierno que le decía a Canarias que no podía atender el colapso del sistema de acogida hasta que se modificara el artículo de marras, anda otra vez que si sí… que si no… convocando a los territorios a ver si suena la flauta. Pero la flauta no suena.

Llevo diciendo desde que empezó esta milonga que esto es el cuento de la vieja revejuda. Que ni a unos ni a los otros, ni a los otros ni a los unos, o sea, a los godos en general, les interesa lo más mínimo hacerse corresponsables de los cinco mil niños que se hacinan en Canarias. Que no quiere ni el Gobierno, que ha desobedecido de manera flagrante un auto del Tribunal Supremo para hacerse cargo de más de mil menores que han solicitado asilo. Y que no quiere el resto de comunidades que están muy cómodas manteniendo el fenómeno de la migración a dos mil kilómetros de la Península, en estas islas tan convenientemente lejanas.

Las cosas no ocurren por casualidad. La España peninsular blindó el Mediterráneo para disuadir el uso de esa ruta, “nuestra ruta” en palabras del presidente Sánchez en un lapsus mental que define muy bien el pensamiento del subconsciente mesetario. Dedicó todo el esfuerzo, incluido el de la Marina Española, con la excusa de que se trataba de una ruta para el narcotráfico. Y dejó abierta la puerta de Canarias porque aquí no hay manera de saltar a otra parte.

Sin modificar ningún artículo de ninguna ley, el Gobierno de España podría haber entregado la tutela de menores no acompañados a las Comunidades de esto que un día fue un país. Porque los territorios tienen el imperativo legal de acogerles y no pueden negarse a hacerlo. Pero los dos grandes partidos se encuentran muy cómodos mareando la perdiz y tirándose la pelota del uno al otro. Jugando al desgaste. Y pasando de Canarias. Lo de siempre.

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