Opinión | El recorte

Las cifras de Canarias

Cualquier otro país con nuestros síntomas habría ido al médico. No podemos seguir acumulando población como un pollo sin cabeza

Grupos de migrantes en el exterior del Canarias 50.

Grupos de migrantes en el exterior del Canarias 50. / Juan Castro

Uno puede tener opiniones de todo, pero el dato mata el relato. Cuando hay cifras todo se aclara. Y a quien no le gusten los números que no siga leyendo. Como está de moda hablar de la pobreza que vive Canarias y su pésima distribución de la riqueza, convendría ver algunos números. Por ejemplo los del Instituto Nacional de Estadística, que recoge la contabilidad regional de España: la foto de cómo le ha ido a las islas en las últimas décadas.

Canarias, en el año 2000, generaba un Producto Interior Bruto de 26.000 millones de euros. En poco mas de dos décadas creció hasta los 49.000 millones que se registraron en el año 2022, justo después del batacazo de la pandemia. ¿Dónde se generó la riqueza? Pues en el Comercio y la Hostelería, básicamente, que pasaron de ocho mil a catorce mil millones. La Construcción –en una tierra donde no se construye– se quedó congelada en dos mil quinientos millones.

Vale. Esa es la riqueza. Pero, claro, ¿cómo se distribuye? ¿Quién se lo lleva crudo? Lamento comunicarles que la realidad no es el cuento que nos cuentan. En el año 2000 la remuneración de todos los asalariados de Canarias fue de 12.000 millones. En el año 2022 fue de 23.000 millones. O lo que es lo mismo, que conforme fue creciendo la riqueza fueron creciendo las transferencias de riqueza predistributiva. El Comercio y la Hostelería pasaron de cuatro a más de siete mil millones en salarios. Todos los sectores aumentaron su masa salarial, excepto la Construcción, que siguió tan congelada como su propia actividad. Ah, sí, por supuesto, el sector público pasó de pagar tres mil seiscientos millones en salarios a, ¡agárrense los machos!, nueve mil millones. O sea, unas tres veces más.

Ese incremento tiene su lógica. En el año 2000 el número de asalariados en Canarias fue de 575.000 personas, personos y persones (aunque entonces todos se autopercibían personas). En el año 2022 ya eran 733.000. En esas dos décadas los dos únicos sectores donde creció significativamente el número de asalariados fue en el binomio Comercio y Turismo y en las Administraciones Públicas. El primero aumentó en 60.000 personas y el segundo en 90.000. Lo que demuestran estas tablas es que la estructura pública en las islas es la que más ha crecido y la que más riqueza maneja. Y como a lo público se le llama el Estado del Bienestar, resulta que hemos tenido más bienestar que nunca.

De la lectura de los datos se desprende que casi la mitad de la riqueza de las islas se va en salarios, lo que hace muy difícil sostener que el sistema sea tan ineficiente como dicen que es. Además, que una comunidad como la nuestra, un archipiélago lejano, fragmentado, ultraperiférico y ultrallorera, vaya a generar este año 2025 un PIB que se va acercando a los 60.000 millones de euros no es moco de pavo.

La anomalía de Canarias no está en la riqueza que produce, está en que mucha –probablemente demasiada– se queda fuera: el negocio se hace aquí y los beneficios se pagan en otro lado. Está en que hay demasiada mano de obra importada disponible y lastra el crecimiento de los salarios, como es inevitable que ocurra cuando hay mucha gente solicitando los mismos empleos. A lo que se suma que en el Comercio y el Turismo se necesitan trabajos escasamente cualificados a los que casi cualquier trabajador puede acceder. No tenemos ni la frontera de una lengua propia ni la de la especialización o la formación laboral.

Cualquier otro país con nuestros síntomas habría ido al médico. No podemos seguir acumulando población como un pollo sin cabeza. No podemos seguir cargando sobre el esfuerzo fiscal de los trabajadores y empresas canarias el peso de unas administraciones insostenibles que no paran de crecer incluso en medio de las peores crisis. Hacerse mayor de edad consiste en emanciparse. En aprender a vivir de tus propias capacidades y recursos y sin depender de nadie. Después de cuarenta y pico años de autogobierno ya va siendo hora.

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