Buscando chivo

Al día siguiente del gran apagón, el operador del sistema, Red Eléctrica Española (REE), descartó la existencia de un ciberataque. Según sus datos, la causa más probable fue el desplome en la producción de energías renovables que a la hora del crack estaban suministrando un 75% del consumo en nuestro país.

Dos grandes zonas de producción solar en el suroeste peninsular fallaron en cuestión de pocos segundos provocando pérdidas de generación que causaron una gran inestabilidad en la red y su desconexión. En palabras de un directivo de REE, «parte de la generación eléctrica ha dejado tirado al sistema». Mantener la estabilidad de la red requiere de una aportación de energía estable. Y por tanto, generadores de «respuesta rápida» como la energía atómica, las centrales de ciclo combinado o la hidroeléctrica. Esto lo llevan diciendo los ingenieros desde hace mucho tiempo. Y avisando del riesgo aunque nadie les haya hecho puñetero caso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, amortizado el susto, anda ahora a la caza de un chivo expiatorio. Un culpable que arrojar a las fauces de las fieras mediáticas. Visiblemente contrariado, ha llegado a decir dos cosas incoherentes entre sí: que sigue sin saber qué causó el apagón y que las renovables no eran culpables del fallo del sistema.

Superado el apagón, ahora estamos en el turrón. O sea, en quién se lo come. Y Sánchez, plusmarquista mundial de troleo a tres bandas, no ha dudado en aplicar el manual de Podemos apuntando a los culpables más convenientes y antipáticos: las empresas eléctricas privadas entre las que incluyó, vaya, vaya, aquí si hay playa, a la propia Redeia .

El problema es que Red Eléctrica (o sea, Redeia) es la operadora del sistema. La responsable. La que planifica y ordena a todas las empresas privadas, que están obligadas a seguir sus instrucciones. Está controlada por tres ministerios del Gobierno y dirigida por una exministra de Zapatero, Beatriz Corredor, socialista y compañera de Sánchez, designada por el Gobierno, que tiene una participación del 20%. Por eso el presidente Sánchez necesita otros culpables. Porque no le puede cortar el cogote a una compañera puesta a dedo por Moncloa.

Superada la oscuridad, entramos en el fango. Sánchez no da credibilidad al informe de los técnicos de Red Eléctrica, que señalan a las renovables, y deja abiertas todas las hipótesis. Bueno, todas menos la de las renovables porque ya ha dicho que son inocentes. Ya ha elegido a quién le va a colgar el mochuelo.

Los ciudadanos detestan a las eléctricas, básicamente porque les sacan los ojos con el recibo de la luz. Pero unos se llevan la fama y otros cardan la lana: más de la mitad del importe del recibo va a parar al bolsillo del Gobierno que utiliza de recaudadoras a las mismas que hoy quiere crucificar.

España inició la recuperación de su modernísimo y petado sistema de distribución recibiendo energía proveniente de Francia y de Marruecos. La primera generada con centrales atómicas y la segunda con carbón. Nos fuimos al suelo, pero somos los campeones de la Agenda 2030. Más ecológicos que nadie. Aunque compremos de tapadillo energía sucia, petróleo ruso y balas judías.

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