Opinión | Retiro lo escrito

La penúltima guanajada de Pestana

El delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana.

El delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana. / Quique Curbelo /Efe

Una de las ausencias siempre presentes en la crónica de la acogida de los migrantes memores no acompañados, en la gestión de su estancia y –desde luego– en el proceso que ha culminado con la reforma de la Ley de Extranjería es la del delegado del Gobierno central en Canarias, Anselmo Pestana. El señor delegado es un mudito por vocación. Ya estuvo calladito como solo él sabe hacerlo en la crisis del muelle de Arguineguín, aunque fue el máximo responsable de esa canallada concentracionaria que se prolongó durante semanas y semanas. ¿Cómo duerme una persona cuando sabe que gracias a su decisión 300 seres humanos reciben dos botellines de agua al día y disponen de dos retretes para hacer sus necesidades? Si uno analiza los fotos de Pestana en esa época, muy bien. Después hizo la cruel gansada de soltar a migrantes en Gran Canaria, que intentaron aposentarse donde pudieron: en jardines, en barrancos, en playas. Jamás se abrió una investigación sobre estas barrabasadas porque, claro, ¿cómo van a investigar policías y guardias civiles a su propio jefe? Un ciudadano con un pizco de vergüenza hubiera dimitido. Pero dimitir Pestana. Venga ya. Sana, sana, culito de Pestana, ni va a dimitir hoy ni dimitirá mañana.

Anselmo Pestana lo fue políticamente todo en La Palma sin ganar jamás realmente nada. Entre sus gracietas estuvo la del pactar con el PP para repartirse el peor gobierno que ha tenido el Cabildo palmero desde 1979. Los echaron del PSOE de mentirijillas para volver a admitirlos casi enseguida y participó en esa desvergonzada farsa sin pestañear. Al pequeño demiurgo no le dio tiempo de construir en la isla «una sociedad más avanzada»: es muy aficionado a cantinfladas semejantes. Bajo su inexistente liderazgo el PSOE de La Palma se pegó un hostión en las elecciones de 2023: CC consiguió mayoría absoluta en el Cabildo y los socialistas bajaron sustancialmente sus votos en Santa Cruz y en Los Llanos de Aridane. Pestana, secretario general desde 2009, tuvo que resignarse, políticamente carbonizado, a dejar paso a Borja Perdomo, una apuesta inequívocamente apoyada por la dirección regional, un joven que ha llegado con mucha energía y testaruda determinación, pero que despierta entre los militantes el entusiasmo de un empleado de pompas fúnebres.

El letrado en excedencia está encerrado en la Delegación del Gobierno como un gato de Angora en una jaula dorada. No ha podido regresar a la política regional ni postularse como candidato al Congreso de los Diputados ni al Senado. Ángel Víctor Torres le ha fallado. Tal vez por eso, y para matar el tiempo, se está dedicando a provocar frívolamente. Hace 48 horas le soltó al Gobierno autonómico que «haga su trabajo» para que los 5.800 menores que se distribuirán en distintas comunidades autonómicas puedan salir «debidamente documentados». Es portentoso el cinismo cipayo del señor delegado. ¿El Gobierno de Canarias expide ahora documentos identificativos válidos en todo el territorio del Estado español? Desde el Ejecutivo regional –y particularmente desde la Consejería de Bienestar Social– se teme que la guanajada de Pestana sea, en realidad, una nueva excusa para lentificar el proceso de reubicación de los menores. Una operación basada en una negociación política que se ha prolongado durante más de año y medio y que ha sorteado escollos, dificultades, intereses, pasos en falso y torpezas puede quedar paralizada porque al delegado del Gobierno se le antoja una nueva pamplina y la suelta en público. ¿Pestana se ha dirigido a alguna autoridad autonómica para trasmitirle su ansiedad documental? ¿O no ha hablado absolutamente con nadie –según su acendrada costumbre– sobre ningún aspecto procedimental del traslado de los menores migrantes? ¿Cómo es posible que un sujeto como este lleve un lustro siendo a veces y aparentando ser otras el delegado del Gobierno español en Canarias?

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