Opinión | RETIRO LO ESCRITO
La glotonería de Marichal
Sin duda Marichal y sus compañeros (Ashotel representa más del 70% de las camas hoteleras de la provincia) confían en la fragilidad de la acción sindical en el sector y que, con el paso de las semanas, se vaya apagando la reivindicación

En primer término, el presidente de la patronal turística tinerfeña (Ashotel), Jorge Marichal. / ARTURO JIMÉNEZ
La huelga en el sector de la hostelería de la provincia de Santa Cruz de Tenerife no ha sido un gran éxito pero dista mucho de haber sido un fracaso. De hecho los resultados han sido mejores que los que esperaban las organizaciones sindicales. Porque los sindicatos se saben débiles en hoteles, apartahoteles, restaurantes y bares. Han perdido mucho músculo operativo desde finales del pasado siglo y apenas han logrado sobrevivir desde la aterradora crisis de 2008, cuyos efectos destructivos se prolongaron durante años y que sigue siendo la gran crisis económica del siglo (y no la originada por la pandemia de covid).
La hostelería tinerfeña ha vivido, durante los últimos quince años, bajo la ley de la selva, con convenios bloqueados, inactivos o congelados. Sueldos inamovibles, jornadas de trabajo intensivas y una rotatividad disparatada, a veces con horarios infernales, caracterizan laboralmente al sector, que tienes graves déficits de formación técnica y especialización.
Frente al grueso del ejército laboral del turismo isleño – camareros, camareras de piso, limpiadores, pinches y ayudantes de cocina, jardineros – la especialización es casi anecdóticas, salvo en los hoteles de gran lujo: analistas de datos, gestiones de experiencia, expertos en internet de las cosas y ya mismo en IA, diseñadores gráficos, responsables en marketing turístico, gestores de contenido, profesionales SEO y SEM, diseñadores de marca y de estrategias de comunicación, gestores de agua y especialistas en gestión de residuos, gestores culturales de destino, integrador social.
Más de dos tercios de estos empleos –fundamentales para rediseñar una actividad turística moderna y sostenible – son prácticamente desconocidos en Tenerife, Gran Canaria y en el resto de las islas y representan los espacios laborales con mejores condiciones salariales. También existen, por supuesto, condiciones básicas como idiomas, atención al cliente, empatía, capacidad de liderazgo, capacidad para el trabajo en equipo y la rapidez en el servicio.
Los empresarios turísticos importantes en Tenerife no suelen disponer de una estrategia de modernización continua y mejora de la sostenibilidad del negocio. Por supuesto, existen excepciones, algunas ciertamente admirable, pero una mayoría desesperadamente amplia tratan su propia oferta turística como una actividad básicamente extractiva, no como la mejora sistemática y continuada de un producto que exige profesionalidad a todos los niveles, una reinversión importante y una responsabilidad social. El presidente de Ashotel, Jorge Marichal, suele referirse retóricamente a estos asuntos, pero sin resultados prácticos relevantes.
Demasiado sabe Marichal, por lo demás, que la cháchara de la modernización y la sostenibilidad ecológica y social del sector es radicalmente incompatible con una subida salarial del 4% para este año (y sin efecto retroactivo por cierto) sin ninguna miserable referencia a otras condiciones laborales. Los sindicatos tienen toda la razón al señalar que se trata de una oferta inadmisible, por no llamarla mezquina, después de demasiados años de pérdida objetiva de poder adquisitivo por los trabajadores.
Sin duda Marichal y sus compañeros (Ashotel representa más del 70% de las camas hoteleras de la provincia) confían en la fragilidad de la acción sindical en el sector y que, con el paso de las semanas, se vaya apagando la reivindicación. Tal vez estén en un error. Tal vez no y la arrogante glotonería de Marichal resulte contraproducente. El Gobierno autónomo debería hacer un esfuerzo de mediación – como lo hizo en la provincia de Las Palmas –para alcanzar un acuerdo mínimamente satisfactorio para ambas partes. Y no solo porque los trabajadores turísticos necesitan perentoriamente mejorar sus condiciones laborales sino por el propio bienestar de la industria turística a medio y largo plazo.
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