Opinión | Observatorio

Miguel A. Betancor León

Sedentarismo cognitivo

Avanza la integración de la IA en el mundo de la secuenciación de proteínas.

Avanza la integración de la IA en el mundo de la secuenciación de proteínas. / Crédito: sutulo en Pixabay.

La inteligencia artificial (IA) está provocando muchos cambios de nuestra vida, pero su uso sin un pensamiento crítico puede tener efectos negativos en nuestras capacidades cognitivas como en las emocionales o sociales. La dependencia excesiva de la IA como un mero cortar y pegar nos empuja a un débil esfuerzo mental e intelectual.

El uso excesivo puede afectar a la capacidad del pensamiento crítico y la resolución de problemas, no se puede creer ciegamente en ella dejando de cuestionar la información y perdiendo nuestras habilidades cognitivas.

Aumentará nuestras habilidades, pero su mal uso desaumentará nuestras capacidades humanas convirtiéndonos en sedentarios cognitivos, pasivos ante el algoritmo. Esto no es llevar una prótesis cognitiva sino adaptarla para el bien humano.

El pensamiento es un algoritmo humano en constante evolución, lejos de ser un mero proceso automático, es una exploración continua, una herramienta para cuestionar y transformar nuestra comprensión del mundo

Hoy vivimos un nuevo Renacimiento, una alianza entre la razón y la máquina, de lo que surge una pregunta crucial: ¿cómo podemos, junto a la inteligencia artificial, optimizar nuestro pensamiento?

Esta pasividad cognitiva, en la que corremos el riesgo de caer, priorizará a la máquina sobre el pensamiento crítico y creativo del humano que nos llevará a generar una dependencia tecnológica, convirtiendo a la IA en un fin en sí misma, y no en una herramienta que pueda aumentar y acelerar procesos de creación humana.

Respuestas y soluciones

Parafraseando al filósofo experto en tecnología Yuk Hui al hacer referencia al arte y tecnología, en lugar de preguntar si la tecnología determina la naturaleza del humano, preguntémonos cómo el humano podría transformar la tecnología. La IA puede proporcionar respuestas y soluciones rápidas, pero no debe eliminar la necesidad de analizar y evaluar la información de manera crítica para el bienestar humano.

Además, existe el grave peligro que atenta contra la salud, ya que se están dando casos en los que la IA reemplaza a los profesionales de la salud mental, se está convirtiendo en confidente y psicoterapeuta, conduciendo a muchas personas a utilizarla como terapeuta personal.

Nuevo escenario

El nuevo escenario no debería reducir nuestras ganas de aprender y discernir la veracidad de los contenidos. Todo este proceso vendrá marcado por nuestra educación permanente a lo largo de la vida. No podemos fiarlo todo a la salvaguarda de la educación formal. Un sistema, el educativo, al que estamos viendo que le cuesta entender a esta nueva sociedad posmoderna transhumana.

Es importante seguir realizando actividades que requieran esfuerzo mental, como leer, escribir, resolver problemas y aprender cosas nuevas.

Hay mucha información en los algoritmos pero hay que saber reconocer qué es verdadero, qué es útil, qué hay que desechar, y como sintetizar como humano que la usará en positivo. Hay que prepararse para un entorno cambiante, que exige flexibilidad, curiosidad y autonomía cognitiva.

En la escuela como en la universidad aparecerán los verificadores de contenidos, los factchekers, que validarán el buen uso de la IA de acorde a los contenidos validados científicamente y en este sentido los profesores serán los que realmente facilitarán un aprendizaje útil al alumnado.

La inteligencia artificial ha irrumpido en nuestra vida cotidiana, sin embargo, esta creciente dependencia plantea una pregunta crucial: ¿estamos delegando demasiado nuestro pensamiento a las máquinas, corriendo el riesgo de caer en un «sedentarismo cognitivo»?, la IA ha demostrado ser excepcionalmente hábil en tareas que requieren procesamiento de datos, reconocimiento de patrones y toma de decisiones basadas en algoritmos. Esta capacidad ha llevado a una creciente automatización de tareas que antes requerían esfuerzo mental. Para evitar los peligros del sedentarismo cognitivo, es fundamental adoptar un enfoque equilibrado y consciente hacia la IA.

Ya no estamos en un momento en el que podamos limitarnos, simplemente, a promover la alfabetización digital para comprender cómo funcionan los algoritmos y cómo pueden influir en nuestras decisiones. Necesitamos una madurez digital, conociendo los pros y los contras de su uso. Conocer con algo más de profundidad cómo funciona la inteligencia artificial no solo nos protege de los temores infundados, sino que nos permite ser protagonistas del cambio tecnológico, participando de manera informada y activa en la construcción de un futuro más innovador y equitativo.

En este presente que es futuro la IA dependerá de nuestra capacidad para encontrar un equilibrio entre su eficiencia y la preservación de nuestras capacidades cognitivas. Yo sigo usando el lápiz, los libros físicos y voy a la tecnología cuando creo que me puede ayudar y ser resolutivo ante dudas, pero sin perder mi sentido crítico basado en un conocimiento que nosotros los humanos podemos aplicarlo correctamente a través de la inteligencia y la sabiduría personal.

Digitalizar la educación

Por esta razón no es lo mismo digitalizar la educación que usar en positivo determinadas tecnologías que faciliten el aprendizaje. A modo de símil podemos relacionarlo con el proceso de las Smart cites donde se diseñaron ciudades centrándonos en la tecnología y olvidándose que en las ciudades viven personas. Hoy el futuro de las ciudades no es llenarla de sensores y tecnologías sino saber cuales podrán ayudar a vivir en entornos urbanos mas humanos promoviendo ciudades emocionales, activas, jugables, sostenibles en su entorno natural y convivencia social.

No hay que digitalizar el urbanismo sino urbanizar lo digital porque en el centro del urbanismo estarán las personas que son las que viven en las ciudades.

El impacto en los alumnos

Desde el ámbito educativo, siempre será necesario validar de manera científica el impacto que tiene en los alumnos. La IA nos muestra su potencial para transformar la educación, pero un impacto positivo dependerá, principalmente, de cómo se utilice. No podemos garantizar una mejora en el aprendizaje si se hace un uso pasivo de la tecnología. Usemos una tecnología en positivo y no convertirnos en tecno toletes.

La digitalización nos ha hecho cambiar el formato de las herramientas. Ese uso positivo de la tecnología radica en cambiar la manera de enseñar y aprender. La clave está en pasar de la simple digitalización a una integración pedagógica que aproveche el potencial tecnológico para mejorar la educación.

No visualicemos un futuro hipertecnológico, sino un futuro con una tecnología humanizada para el bien de todos.

La IA nos sacude ahora con un nuevo lenguaje tecnohumanista, una nueva manera de relacionarnos con la máquina. Cada mañana podemos hablar con ella, pero no dejo de ser humano para redirigir las respuestas según formulo las preguntas adecuadas. Antes aprendíamos un lenguaje de datos y de programación para poder comunicarnos, y ahora, directamente, le hablamos.

Hay que saber hablar con la IA. En pleno proceso de expansión, hacia la IAG: la Inteligencia Artificial General. La que verdaderamente la iguala con las capacidades cognitivas de nuestra especie. ¿Queremos acercarnos ahora como meros charlatanes a esta máquina en plena fase de crecimiento? ¿Qué máquina conseguiremos con eso? No se trata de simplemente estudiar la tecnología actual, en términos cuantitativos. Es imperativo que seamos capaces de aprender de verdad, para construir un futuro mejor, y abrir ahora nuevas posibilidades en una sociedad tecnohumanista. La tecnología en sí evolucionará permanentemente, seamos realistas, seamos inteligentes a la hora de darle un uso positivo.

La verdadera inteligencia residirá en el equilibrio entre la singularidad humana y la tecnológica. n

Tracking Pixel Contents